Etnógrafo digital

Vueling, Netflix y los dialectos

23 de Septiembre de 2021
Act. 28 de Septiembre de 2021
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Desde antes de la pandemia que no cogía un avión y esto era bueno.

 

Hasta que no tuve que coger aviones por trabajo, me apasionaban los aeropuertos y volar. Lo atribuyo a dos causas: que de pequeño hubiera visto el final de la época dorada de la aviación comercial —aquella que tan bien refleja Spielberg en Atrápame si puedes— y a que cada vez que íbamos de excursión familiar en Barcelona mis padres me llevaran a la terraza abierta que había en el aeropuerto a ver los aviones. Eran tiempos de Ibèria, de Air France y de Alitalia; de DC-10, de Boeing 747 y de Concorde; de TVE, de blanco y negro y de castellano, sobre todo de castellano.

En el aeropuerto, en el avión, en el aula, en la tele todo era en castellano, es más, nadie se imaginaba que no pudiera ser así. Recuerdo cómo si fuera ahora mi libro de sociales de segundo de EGB donde había un mapa de España con los ámbitos geográficos de las diferentes lenguas que se hablan. Le acompañaba un texto que decía algo cómo: "El idioma de España es el castellano, con sus cuatro dialectos el catalán, el gallego, y el vascuence". Aranés, occitano o asturiano no salían a pesar de que había alguna referencia al "bable". Con los años he sabido que una lengua no es otra cosa que un dialecto con un ejército. El mapa lo dejaba muy claro.

 

Con los años he sabido que una lengua no es otra cosa que un dialecto con un ejército. El mapa lo dejaba muy claro.

Unos cuántos viajes en la terraza del aeropuerto más tarde, en 1977, un sábado por la mañana, vimos por primera vez tele en catalán. Fue en TVE en desconexión para Catalunya y el programa era Terra d'escudella, protagonizado por los Comediantes. Duró hasta 1980. En aquel tiempo TVE emitía unas 60 horas en catalán para Catalunya con programas como Vostè pregunta, de Joaquim M. Puyal, el informativo Miramar o bien las Guillermines del rey Salomón, con Guillermina Motta.

Un pequeño inciso histórico aquí. La historia de la comunicación audiovisual en Catalunya es una historia de pioneros: la mítica primera emisión de radio en el Estado, hecho por EAJ-1 en 1924, hoy Radio Barcelona; el proyecto de televisión catalana de FrancescMacià en 1931, que Francesc Canosa explica en su libro República TV; y el primer doblaje del Estado el año 1933 del film francés Bric à Brac te cie., "dialogada en catalán" como "L'hereu xirinola (Draps y ferro vell)". Escucharla es un viaje a una fonética rica en neutras que ya no se siente en Barcelona desde los monólogos de Capri.

El año 1983 llegó Tv3 y por primera vez oímos a Larry Hagman, Charlene Tilton, Robert Mitchum, Anthony Quinn, Omar Sharif, Sylvia Kristel, y Rock Hudson "dialogados en catalán" en sus series y películas. A cambio ellos oían hablar catalán cuando Ángel Casas les entrevistaba en su programa. Max Headroom, Los jóvenes y Son Goku eran tan comprensibles para los catalanes cómo para los norteamericanos, los británicos y los japoneses. Quién entendía la lengua original siempre podía poner el sistema dual de Tv3 y sentir la emisión en original. Tiempo de Tv3, de videoclubes y de sistema dual.

El catalán iba consolidando poco a poco el espacio comunicativo audiovisual que por unos temas de militares se le había negado. Aquello de las lenguas, los dialectos y los ejércitos. Hasta que en los 90 llegaron MTV y las Low cost. El primer vídeo que emitió en MTV, Video killed the radio star de los Buggles era toda una declaración de intenciones. Poco se imaginaban sus ejecutivos que llegaría una cosa que se llama Internet que sería todavía más eficiente que la TV por cable y por satélite a la hora de hacer llegar la música a los jóvenes, crear tendencias y fabricar ídolos.

Por temas de trabajo, a mediados de los 1990 me tocó coger dos aviones de Lufthansa por semana (algunas semanas cuatro) que complementaba con vuelos de fin de semana Low cost, de aquellos que los auxiliares de vuelo van con tejanos y te tratan de tú. Casi siempre en castellano y en inglés con alguna tímida incursión al catalán. Respeto infinito por Lufthansa que en sus vuelos de y a Barcelona incluía el catalán en sus grabaciones. Recuerdo perfectamente el día en que una auxiliar hizo los mensajes de cabina en catalán con mucha dificultad: el silencio respetuoso con que el pasaje escuchó la locución se volvió en un sonoro aplauso cuando acabó.

Fue una cuestión de tiempo de vuelo y de cancelaciones que el amor con la aviación me pasara. Esto, y que ya era demasiado mayor para soñar en ser piloto.

Mi próxima etapa aero-mediàtico-portuaria fue intercontinental. Unos cuántos años de vuelos a los EE.UU., primero a Raleigh (Carolina norteños) y después a San Francisco. Dos constataciones: la presencia a bordo del catalán se reducía a toda la que podía haber en el vuelo de Barcelona al aeropuerto de conexión —ahora tocaría el debate de la Ricarda— y es imposible dormir si no vas en primera. Fue en San Francisco que descubrí un videoclub por correo que te enviaba a casa los DVD que escogías en su web. Dependiendo de la cuota, podías tener uno, dos o tres a la vez en casa tanto tiempo cómo volaras. Magia.

Los tiempos han cambiado. Netflix es la televisión global y ahora solo viajo en Low cost por aquí cerca. Este martes cogí el vuelo de Vueling VY3814 de Barcelona a Maó y, cómo en otros vuelos de la compañía, no hubo ninguna locución en catalán en todo el vuelo, con un pasaje que oh sorpresa! estaba compuesto mayoritariamente de catalanes y menorquines. Cómo tampoco hubo el vuelo VY6503 de Nápoles a Barcelona, ni el VY8989 de Bruselas a Barcelona, ni el… La lista es interminable, lo tuiteo siempre que me pasa.

Vueling me respondió muy amablemente hace tiempo que hacían las locuciones en castellano y en inglés, y en la lengua del aeropuerto de destino o de salida no lo recuerdo bien. En todo caso la ausencia del catalán en un vuelo con salida o llegada a Barcelona es inexcusable; doblemente en un Barcelona-Maó. Èric Juan me confirma también por Twitter que Vueling hace años que dejó de utilizar el catalán en sus vuelos a Menorca.

El problema es que hemos reducido una cuestión de derechos, lingüísticos en este caso, a una cuestión de voluntades. Me confirma un piloto de Vueling, que todos los aviones de la compañía llevan las grabaciones de cabina también en catalán pero que se estropean a menudo. Ya es mala suerte.

Me confirma un piloto de Vueling, que todos los aviones de la compañía llevan las grabaciones de cabina también en catalán pero que se estropean a menudo. Ya es mala suerte

Lo que nos lleva al debate del nuevo proyecto de LeyGeneral de Comunicación Audiovisual de Schrödinger (proyecte y no proyecto a la vez). Por una filtración al Periódico sabemos que esta nueva ley obligaría a televisiones y plataformas digitales —Netflix, HBO, Amazon Prime, Disney+, Filmin— a tener un 50 % de producciones hechas en territorio español en español o bien en cualquier de las otras lenguas españolas. Es una transposición de una directiva europea que vela por la diversidad cultural y lingüística de Europa.

Otra vez nos movemos en el terreno de las voluntades: la del gobierno español de obligar las plataformas y la de estas a la hora de cumplir. Recordamos que en 2010 cuando la Generalitat quiso obligar a los mayores a estrenar también en catalán sus títulos les dijeron que nunca obedecerían una ley regional, que la recorrerían con todos sus abogados y que en caso de perder tendrían suficiente con amenazar de no distribuir ninguna película en ningún idioma en Catalunya. Lo explica muy bien Eduard Voltas, que estaba en las negociaciones.

Es el problema de ser un un dialecto sin ejército.