Directora de VIA Empresa

¿Y si ya hemos regado demasiado los baobabs?

01 de Enero de 2025
Act. 01 de Enero de 2025
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"A las personas mayores les gustan los números. Cuando les habláis de un amigo nuevo, nunca os preguntan las cosas esenciales. No os dicen nunca: '¿Cómo es su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Colecciona mariposas?'. Os preguntan: '¿Cuántos años tiene? ¿Cuántos hermanos son? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?'. Entonces sí que se piensan que lo conocen. Si decís a las personas mayores: 'He visto una casa muy bonita de azulejos rosas, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado...', no pueden imaginarse la casa. Les tenéis que decir: 'He visto una casa de cien mil francos.' Entonces exclaman:' ¡Qué bonita!"'

 

¿Os suena? Es un extracto de El Principito (1943), pero muy vigente hoy en día. Ahora juguemos y trasladémoslo a las preguntas que habremos recibido (o hecho, que es peor) estos días de reencuentros familiares y sociales:  “¿Cuánto tiempo llevas en tu empresa? ¿Cuántos sois en tu equipo? ¿Cuánto cobras ahora mismo? ¿Cuánto habéis facturado? ¿Cuánto pagas de alquiler? ¿Cuántos años tiene tu hijo? ¿Cuántos seguidores has conseguido? ¿Cuántos días vas al gimnasio a la semana? ¿Cuántos kilómetros hicisteis en bicicleta? ¿Cuántos días pasasteis en Vietnam?”

Supongo que nos hemos hecho mayores y hemos dejado de preguntar (y de interesarnos) por aquello realmente importante, por lo que toca al corazón, o al bienestar de la persona que tenemos delante. Se ha instalado en nosotros esta mirada superficial y pragmática que otorga el paso del tiempo, esta mirada tan razonable, tan común, tan insípida pero intelectual, tan atenta a lo inmediato y medible, que entiende más de resultados, rentabilidad y apariencias, y no tanto del lenguaje con el que hablan los niños.

 

Quizás nos gustan demasiado los números y hemos regado demasiado los baobabs. No hemos arrancado la semilla creciente a tiempo y ahora sus raíces han invadido nuestra mente, como el planeta del Principito. ¿Recordáis qué son los baobabs? Son esos árboles gigantes, nativos de Madagascar, de tronco robusto y con forma de bonsái. El Principito los detesta, y los describe de una manera muy particular que nos transporta a otro concepto: los prejuicios. Volvamos con otro extracto: “En el planeta del Principito había unas semillas terribles... eran semillas de baobabs. La tierra del planeta estaba infestada. Y de un baobab, si no llegas a tiempo, ya no te puedes deshacer nunca más. Ocupa todo el planeta. Lo perfora con las raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y hay demasiados baobabs, lo revientan.”

"No hemos arrancado la semilla creciente a tiempo y ahora sus raíces han invadido nuestra mente"

Así funciona nuestra mente -nuestro planeta- con los prejuicios que hemos ido asumiendo con el paso del tiempo: sobre la inmigración, sobre el amor, sobre el compromiso, sobre los nacionalismos, sobre las izquierdas y las derechas, sobre la política, sobre el sexo, sobre el género, sobre la familia, sobre la manera de vestir... Sobre todo aquello que nos rodea y no nos permite ser y sentir sin miedo, desprecio ni prejuicios. Tenemos la cabeza llena de baobabs, y las preguntas que formulamos a nuestro entorno son un ejemplo del volumen de baobabs que tenemos instaurados.

¿La solución? También en el Principito: “- Es una cuestión de disciplina - me decía más tarde el principito -. Por la mañana, cuando has terminado de arreglarte, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se los distingue de los rosales, los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy pesado, pero muy fácil.” Cortarlos desde la semilla, porque antes de crecer -como los prejuicios- los baobabs primero son pequeños. Son un tweet, una broma aceptada, un artículo tendencioso y una idea mal formulada que acaba instalándose dentro de nosotros, y que sólo podemos arrancar de raíz, cuestionándonos y rompiendo lo establecido, enfrentándonos a nosotros mismos a través de la mirada contraria, contrastando información, leyendo y escuchando al diario o locutor opuesto al nuestro habitual, teniendo un debate -de los de verdad- con alguien de pensamientos muy diferentes, o simplemente hablando con un niño. 

Para vivir con una mirada limpia, el Principito arranca cada día las semillas de los baobabs. Y es sólo así como consigue ver un cordero cuando un adulto tan sólo ve una caja con cuatro agujeros. Yo quiero ver la caja, pero también el cordero. 

Por un año lleno de buenas preguntas y mejores compañías, un año en el que no nos falte la fuerza ni el valor para arrancar baobabs; un año en el que tengamos una mirada más limpia y una mente más libre. ¿Alguien más ha ido a ver recientemente el musical de El Principito de Manu Guix? Conozco a una que no lo puede negar.