Si quieres conocer como funcionan el dinero, habrá que conocer antes como funcionan y actúan las personas ante una emoción básica: su miedo. Porque está claro, el dinero no tienen vida sólo es papel, y como mucho quizás dígitos que salen en negro o rojo, se acumulan y van arriba y abajo en transacciones virtuales.
Más allá de ser un medio elemental de subsistencia por las personas, la posibilidad de no tener dinero provoca miedo, temor a la pobreza, de no poder vivir de acuerdo con el medio de vida que se pretende. Y también desasosiego, preocupación ante la posibilidad de desocupación, miedo al despido. Este hecho nos trae a pensar que quizás trabajamos más como consecuencia del miedo que por los mismos motivos intrínsecos inherentes al mismo trabajo. En numerosas ocasiones la gente no trabaja por dinero sino por miedo a no tener.
Respecto a la gestión del dinero, también hay reflexiones interesantes que se relacionan en cómo se toman las decisiones. Cómo también sucede en las direcciones de las empresas, las personas que gestionan el dinero, sean de cualquier ámbito, pueden verse abocados a tomar decisiones influenciadas por sus propios miedos, más que por motivos racionales. Esto explica en parte algunas expresiones como "el contagio de la bolsa", "el dinero es cobarde", entre otros. Es más fácil contagiarse por el miedo, que contagiarse de felicidad, aunque no lo parezca.
Cuando las personas se enfrentan a situaciones que se perciben como amenazantes, la autogestión de las emociones será la clave que facilitará la decisión y respuesta al medio. Y esta respuesta vendrá condicionada en cómo habrá controlado su propio miedo. Dedo de otro modo, en la mayoría de situaciones, los resultados de nuestras decisiones dependerán más del cómo hemos gestionado internamente la incertidumbre, que de que habrá sucedido realmente.
Todo ello nos trae a pensar que hay una relación estrechada que no podemos rehuir. Que la economía afecta el comportamiento de los individuos y que estos con su comportamiento afectan también a la economía. Quizás la psicología sea más económica que nunca para explicar motivaciones, actitudes y toma de decisiones; acumular riqueza por el solo hecho de acumularla, llamado Síndrome del tío Gilito, la caída y contagio de las bolsas delante noticías de más o menos importancia, o también para explicar aquel dicho que dice que "el dinero no dan la felicidad".
Más allá de ser un medio elemental de subsistencia por las personas, la posibilidad de no tener dinero provoca miedo, temor a la pobreza, de no poder vivir de acuerdo con el medio de vida que se pretende. Y también desasosiego, preocupación ante la posibilidad de desocupación, miedo al despido. Este hecho nos trae a pensar que quizás trabajamos más como consecuencia del miedo que por los mismos motivos intrínsecos inherentes al mismo trabajo. En numerosas ocasiones la gente no trabaja por dinero sino por miedo a no tener.
Respecto a la gestión del dinero, también hay reflexiones interesantes que se relacionan en cómo se toman las decisiones. Cómo también sucede en las direcciones de las empresas, las personas que gestionan el dinero, sean de cualquier ámbito, pueden verse abocados a tomar decisiones influenciadas por sus propios miedos, más que por motivos racionales. Esto explica en parte algunas expresiones como "el contagio de la bolsa", "el dinero es cobarde", entre otros. Es más fácil contagiarse por el miedo, que contagiarse de felicidad, aunque no lo parezca.
Cuando las personas se enfrentan a situaciones que se perciben como amenazantes, la autogestión de las emociones será la clave que facilitará la decisión y respuesta al medio. Y esta respuesta vendrá condicionada en cómo habrá controlado su propio miedo. Dedo de otro modo, en la mayoría de situaciones, los resultados de nuestras decisiones dependerán más del cómo hemos gestionado internamente la incertidumbre, que de que habrá sucedido realmente.
Todo ello nos trae a pensar que hay una relación estrechada que no podemos rehuir. Que la economía afecta el comportamiento de los individuos y que estos con su comportamiento afectan también a la economía. Quizás la psicología sea más económica que nunca para explicar motivaciones, actitudes y toma de decisiones; acumular riqueza por el solo hecho de acumularla, llamado Síndrome del tío Gilito, la caída y contagio de las bolsas delante noticías de más o menos importancia, o también para explicar aquel dicho que dice que "el dinero no dan la felicidad".
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