"No hace falta que nos ayuden, ¡pero que no nos lo pongan más difícil!" Esta es la frase lapidaria que me repiten autónomosy autónomas cuando hablamos de cómo sacar adelante la actividad. Y es que existe la sensación de que desarrollar una actividad por cuenta propia es difícil, inherente al hecho de que cada día hay que avanzar en la búsqueda de clientes, la gestión del negocio, la gestión del tiempo, la producción o la realización del servicio...
Ahora, sin embargo, tenemos la confirmación estadística de que la dificultad radica más en el ecosistema y no tanto en la actividad. En un estudio realizado recientemente por PIMECAutónomos, las preocupaciones principales del colectivo son, por este orden: la jubilación; la carga fiscal; las prestaciones de la Seguridad Social; el importe de las cotizaciones sociales; cómo continuar la actividad en caso de baja; la burocracia en los trámites con la Administración Pública; conseguir nuevos clientes; la irregularidad en el trabajo; la inestabilidad en el sueldo mensual; y la morosidad. Es curioso y preocupante que las principales inquietudes tengan que ver con la Administración Pública, por delante de las que corresponden al riesgo del negocio.
"Es curioso y preocupante que las principales inquietudes tengan que ver con la Administración Pública, por delante de las que corresponden al riesgo del negocio"
El estudio también revela que un 77% del colectivo trabaja por encima de las 40 horas semanales que estipula la legalidad laboral, con algunos fines de semana al mes y menos vacaciones. Añade que, más del 40%, percibe unos ingresos menores que si desarrollase la misma actividad por cuenta ajena. Con este entorno, unido a la falta de personal, a la presión sobre los precios y la presión fiscal, parece que a quien legisla le resulta sencillo llenar papeles y papeles de obligaciones y normativas a cumplir, sin miramientos ni por la dimensión de la empresa, ni por su capacidad para cumplirlo.
En este entorno, hablar de reducir la jornada, incrementar controles, aumentar obligaciones y responsabilidades, no es precisamente facilitar la actividad de las personas autónomas y las microempresas. Al contrario, es ponerlo aún más difícil. Mientras que, por un lado, la Administración implementa medidas para promover el emprendimiento, por otro, los y las legisladoras llenan el BOE de regulaciones que lo dificultan y lo constriñen.
Los autónomos y las microempresas son el 95% del tejido económico del país. Son la red que cohesiona el territorio, que da servicio a la gente que vive en él y a la que lo visita. Que permite vivir y trabajar en el territorio. Hablamos de talleres, industrias, comercio, restauración y hostelería, agricultura, construcción, servicios a las personas, servicios a las empresas. ¿Cómo se puede mantener el nivel de servicios, los horarios de servicio, si cada vez hay más presión?
Conviene que la política y la ciudadanía reflexionen sobre la aportación social, económica y territorial de este colectivo, que lo pongan en valor. Y que, de una vez por todas, se plantee cómo facilitar la actividad del autónomo y la microempresa. El punto de partida debe ser pensar en pequeño, en qué ecosistema necesita esta dimensión de actividad para consolidarse y crecer. No vale hacer políticas para promover el emprendimiento, por un lado, y cargar al autónomo de obligaciones, responsabilidades y presiones fiscales y laborales por otro.
"Los autónomos y las microempresas son el 95% del tejido económico del país"
Es necesario que "No hace falta que nos ayuden, pero que no nos lo pongan más difícil" pase a ser un lema del pasado. Es hora de simplificar los trámites y las obligaciones, de acortar los plazos de respuesta, de reducir las cargas fiscales, de mejorar las prestaciones sociales; en definitiva, de brindar apoyo efectivo a aquellos y aquellas que constituyen la columna vertebral de nuestra economía. Solo así podremos garantizar un futuro próspero no solo para los autónomos y las microempresas, sino también para el conjunto del país y del territorio.