En una reciente entrevista para el pódcast At the Edge de McKinsey, Erik Brynjolfsson, economista y profesor de Stanford, discutió con Lareina Yee, presidenta del Consejo Tecnológico de McKinsey, sobre cómo la inteligencia artificial generativa está impactando el mundo laboral y la productividad empresarial. Brynjolfsson subraya que esta tecnología, si bien está transformando el entorno laboral de manera acelerada, solo puede alcanzar su máximo potencial cuando se combina con cambios profundos en los procesos empresariales y una atención especial a las necesidades humanas de los trabajadores.
"Todo y la velocidad con que la IA se está integrando en muchas empresas, solo habrá beneficios a largo plazo si se adopta un enfoque humano y estratégico"
Lo que el autor defiende es que el uso creciente de la inteligencia artificial generativa (IA generativa) está redefiniendo los modelos productivos y la manera en que concebimos el trabajo. Pero, más allá del entusiasmo inicial, este tipo de tecnología, como ya ha sucedido en anteriores períodos de revolución, requiere un replanteamiento profundo de los procesos empresariales y una apuesta decidida por el empoderamiento de los trabajadores. A pesar de la velocidad con la que la IA se está integrando en muchas empresas, solo habrá beneficios a largo plazo si se adopta un enfoque humano y estratégico, que integre la tecnología como un aliado y no como un simple sustituto.
La aceleración de la IA generativa: ¿qué la hace diferente?
A diferencia de revoluciones tecnológicas anteriores, la IA generativa está teniendo un impacto más rápido y visible. Plataformas como ChatGPT han llegado a millones de usuarios en cuestión de semanas gracias a las infraestructuras digitales existentes, como la nube e internet. Esta aceleración hace que muchas empresas perciban la IA como una solución casi inmediata para mejorar la productividad. Sin embargo, confundir rapidez con resultados duraderos es un error que debe evitarse.
Cuando las empresas adoptan tecnología sin transformar sus procesos internos o sin preparar a sus trabajadores, corren el riesgo de caer en lo que se llama una curva de productividad en J. Inicialmente, pueden experimentar pérdidas o estancamientos de productividad hasta que los cambios necesarios se consoliden. Esta curva ilustra que, para que la IA generativa alcance su verdadero potencial, las empresas deben hacer un esfuerzo adicional para actualizar tanto sus estructuras como las habilidades de sus trabajadores.
Aumento versus automatización del trabajo
La IA generativa ofrece una oportunidad única para aumentar las capacidades de los trabajadores en lugar de sustituirlos. La clave es entender que la IA puede automatizar tareas, pero no necesariamente elimina puestos de trabajo completos. Esta tecnología puede actuar como una herramienta de aprendizaje para aquellos trabajadores que necesitan mejorar sus habilidades, ayudándoles a adquirir los conocimientos y las prácticas de sus compañeros más experimentados.
Este modelo de complementariedad o colaboración humano-IA no solo beneficia a la empresa, sino también a los trabajadores, que pueden ver en la IA una fuente de apoyo y mejora. En lugar de ser una amenaza, la IA se convierte así en una manera de ampliar —Brynjolfsson habla de “amplificar”— la capacidad humana, potenciando la productividad, la satisfacción del cliente y las mejoras laborales.
Evitar la "trampa de Turing": el riesgo de deshumanizar la tecnología
Uno de los peligros de esta revolución tecnológica es caer en lo que algunos autores —como el reciente Premio en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel, Daron Acemoglu— han llamado la trampa de Turing, una situación en la que la tecnología se diseña para imitar o sustituir a los humanos de manera literal, sin aportar realmente valor añadido. Cuando las empresas se centran exclusivamente en sustituir trabajadores por máquinas, se reduce el valor del trabajo humano, se erosionan los salarios y se concentra el poder económico en pocas manos.
"Para que la IA generativa logre su verdadero potencial, las empresas tienen que hacer un esfuerzo adicional para actualizar tanto sus estructuras como las habilidades de sus trabajadores"
Para evitar este escenario, las empresas deberían ver la IA como un complemento que puede ayudar a los trabajadores a hacer mejor su trabajo. En lugar de intentar replicar lo que hace una persona, se trata de potenciar sus capacidades, especialmente en aquellas tareas que requieren creatividad, empatía y adaptabilidad. Esta visión de un futuro colaborativo entre humanos y máquinas puede generar valor compartido y, de paso, fomentar un entorno laboral más enriquecedor.
La formación a lo largo de la vida como palanca de cambio para una IA inclusiva
En el contexto de la adopción de la inteligencia artificial generativa, la formación a lo largo de la vida se vuelve esencial para mantener la relevancia y competitividad de los profesionales en un mercado laboral en constante evolución. La IA generativa transforma las tareas y habilidades necesarias para muchos puestos de trabajo, y las competencias de hoy pueden quedar obsoletas rápidamente. Por ello, los trabajadores deben ver la formación continua como una inversión necesaria para adaptarse a nuevas herramientas y aprovechar el potencial de esta tecnología. Además, la formación continua no solo se centra en las habilidades técnicas; también incluye el desarrollo de habilidades críticas, como la capacidad de análisis, la creatividad y la gestión del cambio, que son fundamentales para trabajar de manera efectiva con sistemas de IA generativa.
Las empresas, por su parte, tienen la responsabilidad de fomentar esta cultura de aprendizaje permanente, ofreciendo oportunidades de desarrollo profesional para garantizar que su fuerza laboral pueda adaptarse y prosperar en un entorno tecnológico en constante evolución. Y, finalmente, es importante destacar el papel de las instituciones públicas, que tienen una función clave al garantizar que la adopción de la IA generativa se traduzca en oportunidades, evitando los impactos negativos de la automatización. En este contexto, los gobiernos deben promover políticas activas de empleo con visión ecosistémica y fomentar la formación. Esto incluye incentivar programas de reskilling y upskilling, con el apoyo a instituciones educativas —por supuesto, las universidades— y a empresas que ofrezcan oportunidades de recualificación. Además, es importante establecer marcos de regulación que protejan los derechos laborales en esta transición y fomenten la creación de puestos de trabajo que complementen las capacidades humanas. Estas medidas, acompañadas de incentivos fiscales y apoyo para sectores más afectados por la IA, pueden ayudar a construir una economía más equitativa y resiliente frente al cambio tecnológico.
Un futuro con tecnología responsable
Finalmente, y sin pretender caer en un tecnooptimismo injustificado, la IA generativa nos ofrece herramientas poderosas para transformar la productividad, pero su éxito dependerá de cómo elijamos utilizarlas y de si somos capaces, entre todos, de promover una integración inclusiva. Si la tecnología se pone al servicio de las personas, aumentando sus capacidades y creando puestos de trabajo más significativos, tenemos el potencial de crear una sociedad más próspera. Así, el reto compartido no es solo integrar la IA, sino hacerlo con una visión centrada en el valor humano. Este enfoque no solo asegurará un retorno más sólido en términos de productividad, sino que también contribuirá a una sociedad más inclusiva y justa.
Esta es una perspectiva a tener muy presente cuando analicemos los efectos de la IA en la economía, como haremos desde el Col·legi d'Economistes de Catalunya este 21 de noviembre, en la Jornada de los Economistas 2024 en Barcelona.
Como menciona el mismo Brynjolfsson, “la tecnología debe estar al servicio de las personas, aumentando sus capacidades y creando puestos de trabajo más significativos”.