Los que probamos la dictadura de Franco -yo viví los primeros dieciocho años de mi vida- sabemos lo que significan las estrategias de propagandaoptimista. Las dictaduras se dedican a decir, más o menos, que ¡como en casa, nada!. La prensaespañola se dedicaba, a la época franquista, a decir que fuera de España todo iba muy mal. Esclar, yo desde pequeño había ido a Francia a menudo y las cosas no me cuadraban.
Mutatis mutandis -ya les he dicho que conocí el régimen franquista y, evidentemente, no pretendo ninguna comparación- hace un tiempo que tengo la sensación que la tendencia a este nacionalismo recluido vuelve a florecer a España. De hecho, hay tantos vicios franquistas que no han muerto que tiendo a pensar que no eran realmente obsesiones del régimen, sino vicios meramente españoles. Y no es que ahora vuelvan. Es que siempre han vivido en el sustrato social. Lo digo porque, de hace un tiempo, la tendencia consiste en propagar que en el extranjero también están las cosas mal. Y esto no es cierto.
La economía catalana vuelve a destruir puestos de trabajo industriales para pasarlos a servicios - y lo más grave, a nivel español la destrucción de puestos de trabajo en la industria es mínima
Hace unos días han aparecido en los medios catalanes, en papel y audiovisuales -no me atrevo a hacer diferencias de todos ellos, porque del régimen lo son todos-, algunas noticias económicas de un optimismo tal que recuerdan a la propaganda. Nuestro periodismo, en general, se dedica a repetir los resúmenes que los que mandan les libran en las ruedas de prensa. Trabajarse la información, nunca. Los pondré un ejemplo: la ocupación.
Los medios catalanes, haciendo un seguidismo preocupante de los españoles, han celebrado la mejora de la ocupación. "Los mejores datos desde el 2008" publicaban algunos. Ahora bien, ¿lo miramos al detalle? Observen la gráfica siguiente, que es porcentual, claro (fuente INE):
Para ponerlo claramente, podríamos decir: ¡Otra vez!. Fíjense que todo el mundo destruye puestos de trabajo en el sector construcción -cosa que no está mal puesto que, los recuerdo, antes del 2008 España construía el equivalente a Francia, Alemania e Italia todos juntos-. Pues bien, salvo este hecho, observen que la economía catalana vuelve a destruir puestos de trabajo industriales para pasarlos a servicios -y lo más grave, ¡a nivel español la destrucción de puestos de trabajo en la industria es mínima!-. Espero que nadie me acuse de malpensado si sospecho que estos nuevos puestos de trabajo en Catalunya dentro del sector servicios, no se han creado en áreas como por ejemplo la investigación nuclear ni la óptica de precisión. Más bien pienso que se han generado en el sector hostelería y turismo. -ya lo demostré en un artículo anterior-. ¿Buenas noticias? Como dice nuestra prensa, desde 2008 este hecho no tenía lugar. Por desgracia, no. Nunca se habían dado estos volúmenes de destrucción de mano de obra productiva.
Además, fíjense (fuente INE).
Efectivamente, otra vez. No hemos aprendido nada. Se vuelven a crear puestos de trabajo para una población, la del país, que no los quiere ocupar. Y, entonces, llamamos a los de fuera para que los vengan a cubrir. De locos. Parece mentira, pero somos tan animales que resulta que saldría mejor estarse quietos. ¿Nadie se da cuenta de que incrementar el PIB no es lo más importante, sino que, económicamente, lo que cuenta es el PIB por habitante? Un ejemplo claro: el PIB español (1,24 billones de euros) es casi el doble que el de Sudán (0,75 billones de euros) pero ¿verdad que ustedes, a poder ser, preferirían ser suizos? Son menos a repartir y tocan a más por cabeza. Esto parece que en Catalunya no lo queremos entender. ¿Cómo se puede ser tan burro?
A pesar de todo, alguien puede decir que estas gráficas que he mostrado más arriba son de un periodo de diez años y que la recuperación post-Covid está siendo mejor. Hagamos un zoom sobre los últimos tres años? Miren (fuente INE).
Todavía peor, la comparativa. Durante el Covid, en España, la distribución entre sectores casi no se ha movido. En el País Vasco la mayor parte de la destrucción de ocupación del sector construcción ha ido a industria (75 %), el resto (25 %) a servicios -por cierto, allí quizás sí que han ido a sectores punteros-. En Catalunya, para hacerlo fácil, podemos decir que la caída de puestos de trabajo de la construcción ha ido a parar a la agricultura, mientras que la destrucción de puestos de trabajo del sector industria ha ido al sector servicios; se han destruido tantos puestos de trabajo industriales como nuevos se han creado a servicios -lógico, con la consolidación de las terrazas de bar que ha hecho Ada Colau, como un ejemplo, no se hace extraño-. Esta es la fotografía post-Covid, en Catalunya después de tres años. ¿Tiramos cohetes? Háganlo correr a ver si la prensa del régimen se entera.
Hasta que no haya una visión y una estrategia global del pastel del PIB catalán, no haremos nada. Poco sirven las mesas de reindustrialización, los planes por la antigua NISSAN, etc. Si dentro del gobierno cada sector va por su cuenta y no se monitorea el reparto del global del PIB por sectores -premiando a unos y castigando a otros- las tendencias no cambiarán. Y si, encima, la opinión pública va engañada, no hay ninguna presión sobre el gobierno. Porque ya se sabe que nuestros políticos no se alimentan de la realidad, sino de las portadas de diarios que subvencionan y de las tertulias radio-televisadas que también subvencionan.