Las organizaciones que sobresalen en su actividad durante un ciclo largo de tiempo se caracterizan por ser o tener equipos de alto rendimiento que disponen de un liderazgo extraordinario y una gobernanza idónea. En estos casos de éxito, el liderazgo y la gobernanza no son nunca condición suficiente, pero sí son condición necesaria; el liderazgo es siempre imprescindible desde el minuto cero, la gobernanza gana relevancia en la medida que el crecimiento o la dimensión van incorporando grados de complejidad al proyecto.
Hay muchos estilos de liderazgo y bastantes modelos de gobernanza. No hay una fórmula mágica a replicar ni un vademécum. Ni es un tema neutro ni es aleatorio, no todo funciona igual de bien en todos los sitios. El estilo de liderazgo y el modelo de gobernanza es deseable que se adecuen al momento en que se encuentra la organización, pero hay una diferencia fundamental, el liderazgo es intrínseco e inseparable de la persona que lidera y suele comportar jerarquía, en cambio, la gobernanza incide en el modo de relación del colectivo cuando no hay dependencia jerárquica directa, es modulable y adaptable a las necesidades de presente y perspectivas de futuro. La gobernanza ayuda a configurar la idiosincrasia de la organización, incorporando la manera de ser de cada persona y su perímetro de liderazgo. Un cambio de liderazgo suele comportar un cambio de persona; un cambio de gobernanza no exige un cambio de personas, justamente puede comportar un fortalecimiento notorio del liderazgo vigente.
Con independencia del estilo de liderazgo que tenga cada persona, hay dos características nucleares que lo hacen excepcional, son la visión y la ejemplaridad. Las mentes preclaras, con capacidad de ver lo que no es evidente, de intuir hacia dónde se debe ir, de leer las situaciones y acertar lo que hace falta en cada instante, de anticipar los efectos y las consecuencias de las decisiones tomadas, de comprender de entre todas las opciones posibles cuáles son las pertinentes y oportunas, de inspirar y convencer a los demás, de estimular la creatividad y la innovación, de diferenciar las buenas ideas de las ocurrencias. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, de interiorizar los valores, de predicar con el ejemplo y no mentir, de no exigir a los demás lo que antes no se exige a sí mismo, de ser un modelo para seguir, la vocación de servicio, la humildad de no saberlo todo y rodearse de gente mejor en lo suyo que pueda aportar todo aquello que se espera, de comportarse de manera ética y responsable, de talante humanista, con capacidad de comunicar la trascendencia y sobre todo saber escuchar.
El estilo de liderazgo y el modelo de gobernanza es deseable que se adecúen al momento en que se encuentra la organización
A menudo cuando se habla de liderazgo se utiliza el símil de la dirección de una orquesta, donde hay muchas personas que tocan un instrumento dirigidas por una sola persona que lleva la batuta. De hecho, las organizaciones que ya tienen una cierta dimensión más que una orquesta son una orquesta de orquestas o incluso una orquesta de orquestas de orquestas. Una persona dirigiendo a muchas personas que a la vez dirigen a muchas personas que a la vez dirigen a muchas otras personas. Muchas personas que lideran, cada uno con su estilo y su contorno. Cada persona suma talento, actitudes y aptitudes, cada nivel directivo añade complejidad y riesgo de ego. Y aquí es donde adquiere relevancia la gobernanza en la medida que incide en la transversalidad, como se relacionan entre ellas las personas que lideran, cada una con su personalidad, y como se va declinando, reinterpretando y propagando este liderazgo por toda la organización.
La gobernanza es la génesis del compromiso: sea cual sea el modelo de gobernanza implementado, los dos aspectos fundamentales que lo hacen bueno son que alinee y que genere compromiso en las personas. El compromiso es el grial de las organizaciones, tan deseado como difícil de conseguir. El compromiso de cada persona forja el alineamiento del colectivo. El compromiso es la fuente de energía y vitalidad interior de cada persona que estimula tanto a nivel emocional como intelectual. Saber que eres importante y que tu bienestar cuenta, que tu opinión interesa, que tu tarea es necesaria y tu aportación contribuye, que tienes visibilidad y el reconocimiento que mereces, que la equidad impera, que recibes tanto como aportas, el orgullo de pertenencia. Alinear es ir todos a una, que la dinámica sea más armónica que espasmódica, que la transversalidad y la coordinación funcionen, hacer de la diversidad una riqueza, convertir la pluralidad de criterios del debate previo en una firme decisión con su correspondiente ejecución impecable y una honesta evaluación. Cuando las personas de una organización están alineadas y comprometidas, la consecución de su misión está más cerca, el todo crece y es mucho más fuerte que la mera suma de las partes.
La gobernanza es la mano invisible que vertebra la organización, crea el campo magnético que alinea las personas en la dirección definida, fomenta la cultura, empapa a las personas con el propósito y los valores de la organización concretados en los objetivos definidos. Hay tres grandes fuerzas que bien trenzadas y equilibradas contribuyen a crear este campo magnético que compromete y empuja la voluntad de las personas en la dirección y flexibilidad deseada, se trata de la corresponsabilidad, la información y la evaluación. La corresponsabilidad pone el acento en el nosotros con un sentimiento de adhesión, en dar espacio y conectar la buena gente, el trabajo en red y la estructuración de los equipos. La información materializada en la explotación y transformación del dato para lograr convertirse en catalizador del conocimiento con la transparencia de la información compartida. La evaluación permanente y equitativa como medio para rendir cuentas en la búsqueda de la mejora continua y el fomento del desarrollo personal y colectivo.
La gobernanza es la mano invisible que vertebra la organización
El mismo liderazgo con las mismas personas puede conseguir niveles de rendimiento y resultados muy diferentes en función del modelo de gobernanza que se articule. Un modelo de gobernanza es como el sistema de juego en un equipo deportivo, los mismos jugadores con el mismo liderazgo, con uno u otro estilo de juego, consiguen rendimientos y resultados muy diferentes. Corresponde a quien lidere la organización, preocuparse y ocuparse de pensar y construir el modelo de gobernanza más adecuado al tipo y realidad de la organización.
El más prodigioso director de orquesta debe garantizar que todos los músicos toquen la misma partitura, con la praxis adquirida en horas de ensayos y ajuste de todas las disonancias: esta es la gobernanza que requiere también el más excepcional de los liderazgos.
El liderazgo acelera y multiplica su impacto en la organización cuando se despliega con un modelo de gobernanza adecuado. Por eso el liderazgo extraordinario encuentra en la buena gobernanza la mejor aliada para conseguir que la organización excelente perdure en el tiempo.