A menudo las patronalesterritoriales somos convocadas por las administraciones locales para hablar sobre las demandas de personal de las empresas. El objetivo es poner en marcha iniciativas para alinear las necesidades de las empresas con la oferta formativa y así mejorar los índice de ocupación. Una de las problemáticas que se comenta siempre en estos espacios de debate es que las empresas tienen muchas dificultades para cubrir puestos de trabajo que requieren personal que haya cursado formaciónprofesional, hay una gran falta de oficios.
Lo sabemos desde hace muchos años y se pueden encontrar en las hemerotecas estudios muy interesantes que avalan un desajuste importante entre nivel formativo de la población activa y nivel formativo requerido a los puestos de trabajo. Concretamente, si clasificamos la formación en tres niveles: alto, medio y bajo, hay un exceso de población con niveles altos y bajos, pero un déficit de personas con nivel formativo medio.
Hay una gran falta de oficios
En este sentido las administraciones locales, ayuntamientos y consejos comarcales han desarrollado en los últimos años numerosas iniciativas para conocer las necesidades de las empresas y se han puesto en marcha un gran número de formaciones orientadas a las necesidades del tejido empresarial de los diferentes territorios. Pero no se ha avanzado mucho, la problemática continúa vigente, hay una falta de personas con nivel formativo medio. Probablemente la estrategia que se ha utilizado no ha sido suficiente, porque si entramos en el detalle de la situación actual detectamos dos barreras muy importantes.
La primera, y seguramente la principal, la formación profesional no está muy valorada socialmente. Los padres y madres mayoritariamente consideran que si el hijo o hija puede acceder a estudios universitarios, mucho mejor. Pero también se observa que muchos jóvenes que acaban la ESO, aunque el entorno familiar no ponga obstáculos, no se sienten atraídos por formaciones que les garantizan una muy buena ocupabilidad pero que consideran poco interesantes, tienen otras inquietudes que tener un buen sueldo garantizado.
Por lo tanto, para equilibrar la falta de peso que tiene la formación profesional en Catalunya, hay que potenciar dos líneas de actuación que hasta ahora no se han tenido suficientemente en cuenta. La primera, poner en marcha una campaña informativa y educativa institucional a largo plazo que rompa estereotipos y ponga en valor la formación profesional. Pero en paralelo es imprescindible que las empresas hagan más atractivos estos puestos de trabajo, dándoles algo más que una buena retribución. Hace falta que tengan posibilidades de proyección personal y profesional si queremos que los jóvenes se interesen.