Este marzo que ya nos deja ha vuelto a ser, un año más y de forma relevante, destacado por el 8 de marzo que es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Afortunadamente, hay que decir que no ha sido sólo un día reivindicativo y que esta vez se ha alargado más de una semana llena de actos, acciones y reconocimientos que nos hacían visibles ante la situación de desequilibrio patente dentro del mundo laboral. Esta vez no hay que dar cifras, muy repetidas durante estos días, no fuera caso que de repetirlo tanto nos quedáramos allí donde estamos. Ha sido una gran satisfacción ver como este año muchas mujeres que ocupan puestos de importancia han participado activamente en todo tipo de acciones generando una oleada de energía femenina que nos ha perseguido a todas dando un paso adelante, como quien avanza en un tablero de ajedrez.
Durante la semana participé en distintos actos para inspirar y alentar aquellas que buscan un referente para seguir adelante, actos para apoyar a otros que ya han cogido impulso, o incluso actos solidarios para promover la actividad de otros emprendedoras camino del éxito. Eso sí, actos siempre compartidos, siempre con el ánimo de fortalecer una comunidad de mujeres líderes cada vez más numerosa y relevante.
Poco me esperaba en motivo del 8 de marzo la invitación a formar parte del acto Mujeres Pioneras en el Centro Penitenciario de Can Brians 2 para hombres. Salir del ámbito empresarial con el mensaje de igualdad era un reto sin duda transformador. Se trata de una propuesta que hace respeto y quién la recibe no se queda indiferente y es entonces cuando piensas: "Y yo qué les explico?". La audiencia, todo hombres, todos en cumplimiento de una condena firme, algunos por delitos contra las mujeres.
"Salir del ámbito empresarial con el mensaje de igualdad era un reto sin duda transformador. La audiencia, todo hombres en cumplimiento de una condena firme, algunos por delitos contra las mujeres"
Se trata de un acto organizado por la escuela del centro, impulsado por segundo año consecutivo por un equipo docente más que vocacional. En la escuela asisten de forma obligatoria presos que no tienen el graduado escolar y se preparan para lograrlo o quien ya lo tiene y quiere estudiar otras disciplinas como la informática, las lenguas... La escuela está abierta a quién tenga la inquietud de aprender. Tal como nos dijeron, "aquí quién quiere puede estar ocupado de ocho de la mañana a ocho de la noche". Con la máxima humildad, acepté el reto reconociendo que nunca antes había estado dentro de una prisión y todavía menos para explicar mis experiencias.
Los pasillos de las aulas te trasladan al color de una escuela de primaria, con instrucciones claras en las paredes, dibujos, manualidades, murales con frases de esperanza y aprendizajes vitales. Los maestros, con orgullo, nos mostraron la escuela y nos llevaron, siempre dejando puertas cerradas con cerradura y cerrojo detrás nuestro, en la sala de profesores. "Sobretodo no perdáis vuestra identificación, es importante para poder salir", bromeaban. Mientras tanto, en el teatro se preparaba el acto y los inquilinos del centro iban cogiendo posiciones.
Las ponentes, las Mujeres Pioneras, éramos una periodista, una emprendedora digital, una ingeniera de puentes y caminos y una estibadora del Puerto de Barcelona. Los presos nos habían estudiado durante aquella semana, como quien estudia Napoleón o una especie en extinción. Sabían de nuestras vidas profesionales y tenían preparadas unas preguntas. Allí estábamos las cuatro, subidas a un escenario con un gran letrero detrás donde rezaba: Mujeres Pioneras y unos cuántos centenares de hombres presos delante.
De las cuatro, sólo dos estábamos acostumbradas a hablar en público sobre la igualdad de género y nuestra experiencia. Pues sí, yo tenía allí arriba sentimientos cruzados y las otras desprendían bastante incomodidad. En una atmósfera de auténtico respeto y casi admiración compartimos nuestras vidas y resolvimos sus inquietudes.
Los interesó como una mujer estibadora (40 entre 1.000 hombres) del Puerto de Barcelona no le hace falta fuerza física para desarrollar su trabajo que es ser una pieza más de un equipo que actúa conjuntamente con perfecta precisión, o cómo afrontan la dureza de trabajar en un lugar donde no hay baños. Por otro lado, se sintieron atraídos por conocer si la periodista de investigación sacaba provecho de su género para conseguir información privilegiada, que obviamente era que no. Llegamos incluso a reír juntos con las historias de una ingeniera sola al frente de centenares de operarios para construir un túnel, cuando la narrativa popular dice que una mujer dentro de un túnel trae mala suerte. Por último, se mostraron muy interesados en saber de donde surgió la idea de que la gente pudiera alquilar sus coches a sus vecinos y como lideraba una iniciativa disruptiva de coches cuando no me gusta conducir. Fuimos tratadas con auténtica solemnidad.
"Se mostraron muy interesados en saber de donde surgió la idea de que la gente pudiera alquilar sus coches a sus vecinos y como lideraba una iniciativa disruptiva de coches cuando no me gusta conducir"
Una vez acabado el acto que, a pesar de los miedos iniciales transcurrió en un ambiente muy relajado volvimos a la realidad propia de una prisión, los asistentes se retiraron sin ningún contacto con nosotros a diferencia de cómo acaban la mayoría de actas donde la gente se queda con ganas de más y se acerca a preguntar. Es evidente, no se les permitía.
Para despedirnos, ya tarde al atardecer y siempre acompañadas por un excelente equipo docente, conocimos la directora del centro, otra mujer de brillante carrera y con un proyecto entre manos tan relevante como preparar todos estos hombres por su reinserción a la sociedad. Sin duda, fue un acto especial que espero que influyera a los asistentes en cuanto al respeto a la mujer, del mismo modo que a nosotros nos transformó participar en ello.