Indecisos. Empieza la campaña electoral para el Congreso, y según el CIS, cuatro de cada diez votantes no saben qué papeleta pondrán en la urna.
Desinformados. Vivimos en medio de una alarma para la proliferación de fake news, propaganda electoral, propaganda bajo la forma de tertulia radiofónica o televisiva, policías patrióticas y cadenas de rumores para WhatsApp: un galimatías del cual es muy difícil sacar algo claro.
"Vivimos en medio de una alarma por la proliferación de 'fake news', propaganda electoral, propaganda bajo la forma de tertulia radiofónica o televisiva, policías patrióticas y cadenas de rumores por WhatsApp"
Básicamente, estamos en un contexto con incertidumbre informativa donde se nos pide una decisión: a quién votar.
La cuestión es: cómo se sale de la indecisión?
Esta es la pregunta que un día le hizo un amigo a Benjamin Franklin. El amigo, un tal Joseph Priestley, no sabía si aceptar o no una propuesta profesional fuerza ambiciosa.
Franklin, padre fundador de los Estados Unidos, recomendó que se hiciera un listado de las razones a favor y en contra de aceptar la oferta. Un golpe hecho el listado, se trataría de otorgar pesos a cada una de las razones enumeradas, y sopesar todos los motivos en conjunto. Al final, acabaría pesando más uno de los lados de la balanza: el de pro o el de contra. El bono de en Priestley hizo caso, y se aplicó estudiando racionalmente la decisión. Aceptó el puesto de trabajo.
Este método de análisis parte de dos premisas: la primera, que además información, más probabilidad de tomar una mejor decisión, y la segunda, que tomamos decisiones de manera racional.
Bien, la vida, en realidad, es algo más compleja.
Porque aquella misma temporada -estamos hablando de 1.772- el mismo Priestley había inventado el agua carbonatada. No se paró a pensar mucho en las posibilidades que le abría este invento, y de hecho ni lo patentó. Como mucho, decidió darle un uso medicinal.
Por el contrario, un relojero suizo y científico forofo decidió coger el proceso descubierto por Priestley y lo adaptó para comercializar agua con gas. Este señor se llamaba Johann Jacob Schweppe, fundador el 1783 de la compañía Schweppes, el gran fabricante de tónica.
La información que gestionaban Priestley y Schweppe sobre la nueva agua con burbujas sería un poco más o menos la misma, pero fue el segundo el que tomó la decisión más acertada. Ahora, del primero nadie se acuerda, y en el segundo podemos pensar cada vez que tomamos un gintónic.
"Sobre los mismos datos, procesados racionalmente y emocionalmente, cada cual sigue un camino diferente. Información y después decisión"
Sobre los mismos datos, procesados racionalmente y emocionalmente, cada cual sigue un camino diferente. Información y después decisión.
Cómo operan las fake news en el proceso de decisión del voto? Básicamente, de dos formas:
Sobre los indecisos, que siguen el itinerario información-decisión, las fake news buscan influir sobre el primer punto, es decir los datos a partir de las cuales tomarán la decisión de voto: pero no sólo inventando hechos, sino también destacando unas cosas sobre las otras, estimulando determinados estados de ánimo y descontextualitzant historias reales para darlos un sentido completamente opuesto.
Sobre los decididos, las fake news buscan que hagan el camino inverso: que acumulen información que los justifique en la decisión que ya han tomado. Aunque sea falsa.
Priestley y Schweppe tenían un punto en común: el orden lógico. Obtuvieron la información, y después decidieron qué hacer con ella.
Se puede tener mucha información y decidir mal, o tener poca y acertar. También podemos tenerla toda, pero no ser capaces de sopesar -el segundo paso que decía Franklin- de manera adecuada. Pero con desinformación, las probabilidades de acertar bajan estrepitosamente.
Por eso, si estás indeciso y no eres abstemio, tómate un gintónic mientras decides el voto y piensa en cómo te informes primero, y en cómo después, sobre la buena información, acabas decidiendo como Schweppe o como Priestley.