Entre otros, para Pedro, Teresa, Silvia, Xita, Marina, Philipp, Emma, Catarina y, ahora, Oriol.
Este año hará tres años que murió mi padre. Es extraño, todavía, decir que ya no está. A veces, finjo que sigue vivo con conocidos de aquí para actualizarlo. Pero hace tres años que papá no me viene a buscar a la estación cuando vuelvo a casa, que no me llama diciendo "froggy, en qué estás metida ahora" y tampoco me hace caras raras cuando le cuento mis dudas existenciales. Hace tres años que no está, pero pienso en él todos los días, le hablo a ratos y lo miro siempre que pasa por mi cabeza, sonriéndole desde dentro. Hace tres años que no miramos juntos el jardín desde el porche y me suspira que la vida es eso: estar bien delante de un bosque esperando a la familia y los amigos con los que hemos quedado para comer, admirando la naturaleza y estando tranquila, formando parte del paisaje.
Ha muerto la madre de un buen amigo hace unos días. No la conocía pero no es importante. Era la madre de mi amigo, una persona especial para alguien, una mujer de menos de sesenta años que claramente todavía tenía mucha vida por delante. Otra muerta víctima del cáncer. Muchas de mis amigas más cercanas han perdido a padre o madre de muy jóvenes. No es que haga menos daño, que muera un año antes o después, pero el trompazo de no tener esta figura tan relevante desde pasada la adolescencia es una buena hostia de realidad cuando todavía te estás construyendo a ti misma. Y, por desgracia, somos muchas las que tenemos una silla de sobra en cada restaurante, un espacio en las fotografías que no consigue llenar nadie y cierta asimetría en la planificación de cualquier actividad familiar. Cuando falta una persona se genera un espacio enorme que nadie comenta, pero todo el mundo siente, que de vez en cuando nos hace sonreír y a veces ocasiona una lágrima tierna en el momento más inesperado.
Desde que mi padre no está tengo mucha menos ambición para trabajar y llevar a cabo otras tareas profesionales. Quizás porque me he dado cuenta de que no es tan importante, que no es todo lo que debo tener en la vida. También gasto mucho más, no m’estic de res y invito a menudo a amigos y conocidos a cafés y cervezas. Me da igual, porque sé que no es importante. Que siempre habrá un sitio donde caer muertas, y que la vida nunca fue sobre contar dinero. La vida va de hacer cosas divertidas, aprender, maravillarte y valorar lo que tienes alrededor. La vida, lejos de ser una carrera hacia ser presidenta de la ONU, hacia ser la mejor trabajadora del mes o la más rica de la sala, va sobre tener experiencias, conocer, leer, viajar, descubrir y saber dejar que las cosas te afecten, las sientas y te emocionen. La vida es mitad emocionarse y mitad curiosear.
"Hay preocupaciones que han perdido todo el sentido que tenían antes"
Mi padre tenía razón cuando decía que no debería haber trabajado tanto, que no hacía falta, que un poco sí, pero no todo el pastel. Mi padre era feliz con las cosas sencillas que le aportaban paz y sonreía cada vez que veía realidades maravillosas, pequeñas o extravagantes, desde cómo crecía un calabacín en el intento de huerto que hicimos durante la pandemia a un coche que se conduce sin personas aparcado en doble fila. Mi padre tenía la capacidad de maravillarse y éste quizá sea el legado que más he querido actualizar desde su ausencia, en estos últimos tres años. En fin, que hay cosas que son maravillosas y cosas que sencillamente son mucho más irrelevantes de lo que pensamos. Que puede parecer que paso, pero la verdad es que hay preocupaciones que han perdido todo el sentido que tenían antes. Quienes hemos perdido un padre o una madre de demasiados jóvenes siempre tendremos una espina en el corazón, pero también habremos aprendido de demasiados jóvenes qué es lo que es realmente importante y lo que no lo es tanto. Y eso que puede parecer tan elemental hará que si alguna vez nos olvidemos de vivir, recordemos que la vida pasa deprisa y se va de manera aleatoria, así que más nos vale exprimirla y aprovecharla todo lo posible antes de que sea demasiado tarde. Para seguir adelante y comprender que es el hecho de no tener freno lo que hace que el tiempo sea tan maravilloso.