El Massachussets Institute of Technology (MIT), una de las mejores universidades en management y tecnología del mundo, acaba de anunciar una inversión masiva de 1.000 millones de dólares en un centro de investigación en inteligencia artificial (IA). A estas alturas, hay pocas dudas que la IA liderará la próxima oleada de disrupción digital, y estará presente en la practicado totalidad de las acciones de nuestra vida cotidiana.
Pronto nuestros hogares serán invadidos por altavoces inteligentes interactivos, como el famoso Alexa de Amazon, que nos despertarán, gestionarán la energía doméstica, cocinarán por nosotros y los leerán las noticias mientras nos asesoran en el vestido que nos ponemos. En los EE.UU. florecen los clústeres de vehículos autoconduïts. Posiblemente, en pocos años, tendremos asistentes digitales con apariencia humana a nuestro móvil. Podremos conversar con ellos, sobre cualquier cosa. Serán nuestros maestros, nuestros profesores, nuestros abogados, nuestros gestores administrativos, nuestros psicólogos, y, incluso, nuestros amigos.
"La IA liderará la próxima oleada de disrupción digital"
Las empresas incorporarán progresivamente algoritmos de IA que tomarán decisiones en marketing, recursos humanos, producción o estrategia. Sistemas IA diagnosticarán nuestras enfermedades, llenarán los lineales de los supermercados, guiarán nuestra navegación por internet y nos ofrecerán las mejores películas a nuestra tablet según sistemas predictivos basados en nuestro histórico. La IA será absolutamente omnipresente. Según Andrew Ng, exdirector de tecnología de Baidu, "la inteligencia artificial es la nueva electricidad".
Anticipándose al futuro, el MIT ha anunciado la creación del Centro de Computación Schwarzman para acelerar la investigación en IA, de difundir los nuevos conocimientos a la sociedad y, de forma transversal, al resto de disciplinas del mismo MIT. Uno de los objetivos, precisamente, es integrar la formación y el uso de la IA en campos como la historia, la ciencia política, la química, la ingeniería, o cualquier otro. Es un ejemplo de la previsible penetración de la tecnología en la totalidad de las disciplinas, como consecuencia de la revolución tecnológica en curso.
Tendremos que convivir, cotidianamente, con la tecnología más sofisticada. Tendremos que trabajar codo con codo con algoritmos inteligentes, con capacidades cognitivas casi humanas. Tendremos que utilizar sofisticadas herramientas de análisis y predicción digital en la totalidad de disciplinas y profesiones. Y, por eso, tendremos que tener un conocimiento mínimo del uso y las posibilidades que ofrecen estas tecnologías, y muy especialmente la IA.
"Tendremos que trabajar codo con codo con algoritmos inteligentes, con capacidades cognitivas casi humanas"
Los mànagers del futuro tendrán que ser auténticos tecnomànagers. En 2017, las empresas norteamericanas contrataron talento experto en IA por valor total de 650 millones de dólares. Las grandes universidades se están vaciando de los mejores investigadores en el campo, muchos de los cuales marchan a Google, Amazon, Facebook, Microsoft, Apple, Tencent o Alibaba, atraídos con sueldos astronómicos. En el momento en que el mundo tiembla ante un potencial jobless future debido a la llegada de los algoritmos y los robots, precisamente es en el campo de la IA donde se da una enconada guerra de talento para atraer los mejores doctores e ingenieros. Esta demanda en profesionales en IA ha estimulado al MIT a realizar su cambio estructural más importante desde 1950, con la constitución de este nuevo centro, y su rol central en los futuros currículums.
Por dos profesores del MIT, Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee (dos de los máximos expertos en el estudio del impacto de la tecnología en la economía y el mercado de trabajo), "la IA no sustituirá a todos los directivos, pero los directivos que no utilicen IA serán sustituidos por los que lo hagan". El nuevo centro, que significa la inversión académica más grande en IA en los EE.UU., será un gran centro de estudio interdisciplinario, un hub polivalente de conocimiento en digitalización y aprendizaje de máquina. Un mecenas, Stephen Schwarzman (en honor del cual se bautizará en centro), experto inversor de capital riesgo y una de las personas más ricas del mundo, aportará 350 millones de dólares al proyecto. Definitivamente, aquello es otro mundo. Y quizás el nuevo modelo del MIT.