Hace unas semanas en una reunión de mujeres solté la frase del título de este artículo -"Las mujeres tenemos que hablar de dinero"- y desde VIA Empresa me retaron a explicar qué quería decir con esto, un literal expand, como dicen los americanos. Pues hay múltiples razones para hacerlo. Y estos son los aspectos que considero claves.
Sí, el dinero importa, y no lo cojáis como una oda al capitalismo, evidentemente hay aspectos más relevantes. Pero quiero que reflexionemos sobre un par de vertientes muy concretas. Las mujeres cobramos todavía de media en nuestro país aproximadamente un 10% menos que los hombres para hacer exactamente los mismos trabajos. Y casi un 19% menos de media en general, porque trabajamos en sectores peor pagados y porque la corresponsabilidad todavía no es óptima, y algunas tienen que reducir jornadas para cuidar a otros. Y cuando un sector pasa de ser masculinizado a feminizado -es decir, de tener una mayoría de hombres a tener mayoría de mujeres- cae en picado su retribución y su reputación. Haced una comparación entre la reputación de los médicos y profesores de hace unos años y la actual; y en esta evolución, un punto importante: hoy, recordemos, la mayoría de personal sanitario y educativo es femenino.
Hay muchos estudios sobre esta temática, y la conclusión suele ser siempre la misma: los sesgos de nuestra sociedad infravaloran y devalúan el trabajo de las mujeres. Y ya lo sé, parece imposible que esto pase en el siglo XXI, pero me remito a los datos.
Y aunque no es obviamente culpa nuestra, no nos ayuda el hecho que cuando empezamos en el mundo laboral nos cueste más negociar un sueldo, porque pensamos que lo más importante es la empresa y el área de trabajo. O que cuando hemos hecho un muy buen trabajo, nos conformamos con una alabanza y no pedimos que se nos retribuya por lo que hemos aportado a la empresa, proyecto… He hecho en mi carrera muchas charlas de promoción de personas y, aunque suene a tópico, ellos me pedían automáticamente un coche nuevo y un aumento, y ellas me respondían que estaban extremadamente agradecidas y casi ninguna de ellas trataba de renegociar el sueldo al alza.
"No nos ayuda el hecho que cuando empezamos en el mundo laboral nos cueste más negociar un sueldo"
Y cuando eres directiva y tienes un presupuesto para aumentos salariales, la otra parte tiene que negociar, porque tu objetivo es hacerlo en la franja inferior, pero siempre hay un margen. Evidentemente, es muy importante trabajar en lo que te apasiona y en aquello que crees, pero también es de justicia ser valorada económicamente por lo que aportas.
Recuerdo una negociación en la cual me estaban promocionando y mi nuevo jefe me decía que el aumento me compensaba las horas adicionales de la canguro, porque tendría que viajar más. Tenemos que hablar de contribución, de nuestro precio de mercado, del valor diferencial que aportamos. Y estar muy preparadas para estas reuniones porque los argumentos racionales, objetivos, con datos y que no personalizan son los correctos. Y esto se educa desde la infancia.
"Recuerdo una negociación en la cual me estaban promocionando y mi nuevo jefe me decía que el aumento me compensaba las horas adicionales de la canguro"
Si tenemos hijas o hijos les tenemos que hablar de dinero, obviamente, en función de su edad, pero tienen que estar "ubicados". Yo he usado este argumento muchas veces con mis hijas cuando eran pequeñas y me pedían algo: las situaba diciendo que la madre tiene que trabajar una cantidad concreta de días para poder comprar lo que pedían. Y no lo negaré: esto también me servía de "pequeño chantaje emocional" porque entonces querían pasar tiempo conmigo. Pero este no es el tema de hoy, y ahora que han crecido, no me funcionaría.
Es muy relevante entender desde que somos pequeños y pequeñas el valor que tienen los objetos y el valor del tiempo y del trabajo, y todavía más hoy cuando las redes sociales proyectan unos estilos de vida que, francamente, si no eres Taylor Swift (lo admito, me hubiera gustado ir al concierto) no hay quien se los pueda permitir. Y empezaba diciendo que el dinero importa, para todos y todas, porque es la independencia económica la que te permitirá tener opciones, la que nos dará, no toda, pero más libertad. Y esto tiene muchas repercusiones en nuestra vida: decidir si me puedo independizar o no, pensar en formarme porque quiero hacer un cambio profesional, poderme divorciar si la relación no ha funcionado, dónde podré vivir cuando me jubile... Y recordad que las mujeres hoy recibimos un 32% menos de pensión que los hombres. Y yo me visualizo en un coliving con mis amigas y amigos de mayor. ¡Y quiero poder hacerlo!