Nexus: una red de ideas

19 de Septiembre de 2024
Act. 19 de Septiembre de 2024
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Me compré el libro Nexus de Yuval Noah Harari tras leer su tweet anunciando la publicación. Me alegró profundamente que desde su salida ya estuviera disponible en catalán; es un placer que un best-seller salga de entrada en nuestra lengua, tanto como no tener que estar mendigando la traducción. Antes solía leer en la versión original de los idiomas que conocía, ahora, en cambio, si no es una obra literaria, prefiero dar trabajo al ecosistema editorial catalán. Más si la edición es buena.

Y esta de Edicions 62 lo es. Lo comprobé en la página 381 cuando hace referencia a las noticias con titulares pescaclics —el clickbait inglés—, una palabra que acuñé ya hace años en las páginas de VIA Empresa y que ha sido aceptada por Termcat. Orgullo de padre.

Nota al margen: la Setmana del Llibre en Catalán de este año se hace en el Arco de Triunfo de Barcelona. El Port Vell, donde se suele celebrar, está inundado de visitantes de la Copa América y se ve que no se puede pasar. Os recomiendo ver el vídeo de Octuvre sobre el tema para entender mejor esta situación.

He leído todos los libros de divulgación que Harari ha publicado de Sapiens hasta ahora (los anteriores de historia militar confieso que no). Sapiens es un libro que entra a examen (incluso me he leído la versión en cómic en dos volúmenes). Como otros muchos, Sapiens me cambió la manera de ver la historia. Un ejemplo es el concepto de que no domesticamos el trigo durante la revolución agrícola, sino que fue el trigo quien nos domesticó a nosotros haciéndonos sedentarios. Compro.

Nexus está lleno de ideas como esta que te cambian la perspectiva de las cosas. Una de las troncales es la concepción de los sistemas de gobierno como redes de intercambio de información. Si bien no es una noción completamente nueva— ya lo sabíamos gracias al trabajo del antropólogo Roben Dunbar y su famoso número 150, que representa el límite de relaciones sociales que podemos gestionar—. Harari la desarrolla magníficamente repasando varios periodos de la historia.

A pesar de saber del cierto que el libro me interesaría, dudé si comprármelo o no. Hace tiempo que percibo en Harari un discurso apocalíptico sobre la tecnología y más concretamente sobre la inteligencia artificial (IA) que me genera cierta reserva. Él y el filósofo Nick Bostrom, a quien cita un par de veces en el libro, son grandes pensadores pero, como todo el mundo, malos futurólogos. Quizás es porque descubrí Sapiens antes de que se convirtiera en un best-seller, y soy de los de "me gustaba más la maqueta" que tengo estas prevenciones.

Hace tiempo que percibo en Harari un discurso apocalíptico sobre la tecnología y más concretamente sobre la IA que me genera cierta reserva

Algunos expertos en biología y antropología lo han acusado de farsante, manipulador y charlatán. Sin embargo, esta crítica paradójicamente lo legitima, puesto que él, un gran contador de historias, sostiene que los humanos no habríamos evolucionado sin historias y mitos. Él es un ejemplo de lo que predica.

Dicho esto, el libro es excelente. Sus 550 páginas las devoré en solo cuatro días porque es imposible dejar de leerlo. La primera parte es especialmente brillante, con el concepto de los sistemas de gobierno como redes, con ejemplos históricos que van desde Mesopotamia hasta figuras contemporáneas como Trump y Putin, pasando por las grandes religiones monoteístas y las grandes guerras.

Harari presenta la democracia como una red descentralizada donde la información fluye de y hacia todos los nodos. Nodos fuertes como los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, la prensa y la academia se balancean y se controlan mutuamente mediante mecanismos de autocorrección. En contraste, los totalitarismos concentran toda la información en un único nodo central, cosa que los hace inherentemente ineficientes. Los tres poderes que operan en estos sistemas, fuertemente conectados, son el Estado, el Partido y la Policía Secreta. Harari cita ejemplos como China, la Rusia zarista, la de Stalin, la de Putin, el nazismo, Ceaușescu y Honecker. También critica Trump como aprendiz de totalitario, destacando cómo desprestigia la prensa ("Fake News Media"), los tribunales y el poder legislativo con el asalto al Capitolio.

Según Harari, los totalitarismos del siglo XX no funcionaron porque las tecnologías de comunicación de la época —prensa, radio y televisión— no permitían un control centralizado bastante eficiente cuando los grupos se hacían demasiado grandes. Pero esto podría cambiar con la llegada de la IA. La IA, con su capacidad para gestionar y analizar enormes volúmenes de datos incomprensibles para los humanos, podría encontrar patrones con una eficiencia sin precedente. Si en el pasado, más datos significaban más ineficiencia para una dictadura, para una IA, más datos significan más capacidad de encontrar patrones, lo que podría ser la clave para un totalitarismo eficiente. Harari se pregunta si una IA en manos de un líder loco podría hacer realidad este escenario.

El experimento mental sobre si una IA podría posibilitar un totalitarismo eficiente es válido, pero no en los términos que él presupone. Harari argumenta que la IA no es una herramienta —las herramientas no toman decisiones— sino un agente capaz de tomar decisiones al margen de los humanos. Aquí es donde discrepo; creo que atribuye a la IA una agencia y una iniciativa que no tiene. Por muy competente que sea una IA, sin unos objetivos y una función a maximizar definidos por los humanos, la IA más avanzada lo único que haría pasado un tiempo es activar el salvapantallas.

"Harari atribuye a la IA una agencia y una iniciativa que no tiene"

Esto no quiere decir que el riesgo no exista, pero tampoco que sea inevitable. Llevamos casi 80 años manteniendo a raya la barbarie nuclear y evitando que las armas biológicas caigan en manos de locos. Si lo hemos conseguido hasta ahora, tendríamos que ser capaces de hacer lo mismo con el control de la IA. Al fin y al cabo, se trata de controlar los locos e imponer la razón.

Tengo que admitir que he disfrutado de Nexus como disfruté de Sapiens. Sus numerosas referencias históricas, la capacidad de relacionar disciplinas aparentemente distantes y las analogías brillantes hacen del libro una lectura entretenida y conversada. Harari es un gran historiador, un excelente narrador y un magnífico divulgador. Quizás no es el mejor en cada una de estas disciplinas por separado, pero probablemente es insuperable en la combinación de las tres. Como futurólogo, es tan acertado como cualquiera de nosotros.