Estamos viviendo momentos excepcionalmente duros. Todos. Y lo son sobre todo por la pérdida de vidas humanas y por los problemas de salud que afectan a una parte muy importante de nuestra sociedad. Los mismos afectados, las familias y los amigos viven momentos que nunca podrán olvidar y, difícilmente, superar. Y son también momentos muy duros para aquellas personas que no tienen un techo en el cual guarecerse y por todas aquellas que han llegado con recursos ya insuficientes.
Es un momento de la historia en la cual se hace más patente la línea de separación entre unos pocos con muchos recursos y unos muchos con pocos recursos, y por la diferencia de tamaño entre las grandes empresas que son pocas y la inmensa mayoría, que son pequeñas.
Hasta el mes de enero de 2020, uno de los principales retos que nos planteamos era actuar para evitar las consecuencias del cambio climático. El tiempo corría en contra. Nos abocamos al comprender que teníamos que actuar para reducir las emisiones de CO₂, reciclar materiales, evitar la producción de residuos, y proteger y fomentar la vegetación. Todo ello, obligaba a iniciar un cambio de modelo de vida. A pesar de que costaba, este era el camino marcado.
Con la llegada repentina del COVID-19, el que hace unos días era casi la principal prioridad, ahora se tendrán que añadir múltiples acciones de alto impacto para garantizar nuestra vida diaria.
Nuestro país está formado por pequeñas y medianas empresas. Más del 90% de nuestras empresas son pymes y la mayoría son microempresas con menos de 10 trabajadores: autónomos, pequeñas industrias, pequeños talleres, comercios de proximidad, bares y restaurantes.
Hoy la mayor parte de la actividad económica está parada por causas de fuerza mayor. Hay empresas que están trabajando para poder dar respuesta en las necesidades de productos imprescindibles para frenar la pandemia; otras pequeñas empresas trabajan como les es posible para intentar mantener puestos de trabajo, con el máximo posible de medidas de prevención para sus trabajadores. El tamaño de las empresas no diferencia entre empresarios y trabajadores. Todos hacen lo que pueden.
"El tamaño de las empresas no diferencia entre empresarios y trabajadores. Todos hacen lo que pueden"
Las ayudas que los correspondientes Gobiernos aprueben y aprobarán en las semanas próximas serán insuficientes para garantizar la continuidad de las pequeñas empresas de nuestro país. Las industrias y el comercio sufrirán unas consecuencias difíciles de imaginar. No son empresas que tengan fondos de contingencia para superar el tiempo que dure esta crisis. Son pequeñas empresas que, en muchos casos, trabajaban con poca perspectiva de volumen y tiempo de facturación después de haber sufrido la crisis del 2007 y los efectos de la globalización.
Y ahora sí. Ahora será el momento de conjuntar la realidad económica y el cambio climático que vivimos. Por ambas cuestiones, tendremos que actuar y encontrar las soluciones. Ahora será el momento del verdadero km0. Para salir de la crisis, todos tendremos que hacer un esfuerzo para producir y comprar los productos de aquí, hechos en empresas de aquí. Económicamente, tendremos que ser firmes para crear puestos de trabajo en nuestras empresas. Será indiscutiblemente el momento de priorizar claramente la industria y el comercio de proximidad; son los sectores donde trabajamos y de los que vivimos. Será tiempo para valorar la calidad. El trato personalizado. Valorar el trabajo y el esfuerzo hecho por nuestras pymes a lo largo de los años.
Ahora nos viene la hora de la verdad. Es la hora de la proximidad. Es tiempo para la calidad de los productos y sobre todo de la calidad humana. Es tiempo de respetar a las personas, creando trabajos para todos nosotros y protegiendo nuestro planeta. En definitiva, si lo hacemos bien, los que superemos esta pandemia, podemos contribuir a hacer una sociedad mejor.