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El papel de la Inteligencia Artificial en nuestro futuro

16 de Marzo de 2022
Genís Roca

La popularización del término Inteligencia Artificial puede estar provocando que prestemos poca atención al verdadero significado que tienen por separado cada una de sus palabras. Inteligencia tiene que ver con el conocimiento, comprensión y manejo de información, mientras que Artificial se refiere a las soluciones basadas en la tecnología y no en la propia naturaleza. El progreso ha llegado cuando hemos sido capaces de dotar a la Tecnologíade la capacidad de procesar datos en tiempo real, y la consideramos Inteligente cuando ya es capaz de modificar la acción que se llevará a cabo en función de la información disponible y dentro de un tiempo de respuesta razonable. Hablamos de Inteligencia Artificial porque las máquinas están dejando de aplicar lo que hasta ahora era una secuencia inalterable de resortes, mecanismos y procedimientos para empezar a actuar de distintas maneras en función del análisis dinámico de la información disponible. Se habla de robotización, algorítmica, machine learning y todo ello se refiere a una idea general de Inteligencia Artificial.

La historia de la humanidad es un constante proceso evolutivo de múltiples factores, entre ellos la constante incorporación de novedades técnicas que mejoran la subsistencia y el confort del grupo. Siendo demasiado simplista la Historia se ha sacudido cada vez que hemos adoptado una tecnología capaz de modificar o bien los sistemas productivos o bien los sistemas de transferencia del conocimiento, ya que ambos comportan cambios en el orden social y sobre todo en la construcción de jerarquías y el consiguiente reparto de poder. La capacidad de elaborar utensilios ha ido evolucionando gracias a los cambios tanto en la técnica como en las materias primas: piedra, madera, cerámica, metalurgia y nuevos materiales que van desde el plástico hasta el reciente grafeno. Este progreso ha ido siempre a la par de una mayor productividad, un mayor y mejor resultado por un esfuerzo menor o similar que ha hecho posible que los grupos humanos puedan tener un tamaño cada vez mayor. De los reducidos pueblos nómadas basados en la caza y la recolección a los asentamientos mucho mayores y sedentarios basados en la agricultura y la ganadería, en una evolución constante que ha pasado por la industrialización y el movimiento de modelos rurales a urbanos, hasta el presente en que la competitividad ya no se disputa en la dimensión país sino que presenciamos la irrupción de modelos globales que compiten a escala mundial y que se han apoyado en la tecnología digital para solucionar la alta escalabilidad que necesitan para ser eficientes. Y esto ha sucedido no sólo en el mundo de los bienes, productos y servicios, sino que también ha sucedido en el ámbito de la información. Desde el salto de la tradición oral a la escrita hasta los registros sonoros y audiovisuales, desde la Europa medieval en que el poder político y el religioso controlaban qué libros podían ser copiados y para quién serían los ejemplares, hasta la disrupción de la imprenta y la diseminación de la letra escrita a todos los niveles de la sociedad. Desde el poder del editor que decidía qué poemas, canciones, libros o noticias se ofrecerían en el espacio público hasta la actual Internet que posibilita que cada cual pueda ser tanto nodo emisor como nodo receptor.

No se debate de qué es capaz una inteligencia artificial, sino sobre cómo deberíamos pretender vivir los humanos en el mundo que estamos creando

Es en este contexto histórico de evolución incremental tanto de los sistemas de producción como de los sistemas de transmisión de conocimiento que hay que hacer la reflexión sobre qué supone la Inteligencia Artificial. La imprenta no sólo era tecnología, sino que además alteró el control de la información contribuyendo al final de la Edad Media y el inicio de la Historia Moderna. De la misma manera, el contexto histórico en el que se desarrolla la Inteligencia Artificial es el de una sociedad que está explorando unos nuevos usos de la información y la tecnología que modificarán el orden social, la cultura, la política, la economía y el poder. Estamos discutiendo cuáles son los límites de los derechos y los deberes de los Estados y las empresas respecto la información de sus ciudadanos y clientes, de la misma manera que discutimos los derechos y deberes de esa misma ciudadanía respecto a la información de sus gobiernos y proveedores en lo que ya se antoja como un asunto de modelo social y libertades. No se debate de qué es capaz una inteligencia artificial, sino sobre cómo deberíamos pretender vivir los humanos en el mundo que estamos creando. Quién hará las tareas, en base a qué datos, bajo qué premisas, a quién rendirá cuentas, cómo se repartirá la riqueza, en quien recaen las responsabilidades… y volviendo a nuestras raíces más profundas, confirmar si estas novedades técnicas realmente revertirán en mejoras para la subsistencia y el confort de la mayoría del grupo, y no sólo de unos cuantos.

Aún estamos construyendo las bases técnicas que van a permitir el verdadero desarrollo de la Sociedad Digital. Estamos mejorando nuestra capacidad de obtener datos para poder actuar de la manera más rápida y eficiente posible. Internet de las cosas, 5G, Blockchain… nuevos horizontes tecnológicos que remiten a la misma idea: de dónde seremos capaces de obtener los datos, a qué velocidad seremos capaces de transportarlos, qué garantías tenemos de que no han sido alterados… y finalmente, cuál será nuestra capacidad de procesarlos para decidir qué hacer. Cuál será nuestra Inteligencia Artificial, ya que se pretende complementar a los humanos en estas tareas de ejecución, de momento.