Que el catalán se convierta en una lengua oficial en la Unión Europea (EU) no solo es bueno para el catalán y sus hablantes sino que es bueno para la UE; para las lenguas oficiales con menos hablantes que el catalán -griego, sueco, danés y finlandés- pero también y para lenguas mayoritarias como el italiano.
A mediados de la década de 1970 las escuelas catalanas empezaron a enseñar inglés como segundo idioma. Por razones geográficas e históricas, para la generación de mis padres, la segunda lengua era el francés. La primera y única era el español; gallego, catalán y euskera salían a pie de página como dialectos del castellano.
La mía fue de las primeras promociones que pudo escoger como segundo idioma el inglés. El francés tenía todavía mucha presencia en Europa y podías viajar a muchos países de lo que ahora conforma la UE utilizándolo como hoy utilizamos inglés. No hace falta hablar de todas las excolonias de Francia.
Poco a poco esto fue cambiando a favor del inglés, otra lengua global. Recordemos que las seis lenguas globales -inglés, chino, castellano, francés, árabe y ruso- no lo son porque tengan ninguna calidad especial que hace que los hablantes de otras lenguas las adopten, lo son porque son lenguas de naciones imperiales que las han impuesto a sangre y fuego. El caso de la globalización del inglés durante la última mitad del siglo XX es más sutil y mucho más eficiente: en lugar de imponerse vía gente fea como funcionarios, juristas y militares, esta vez llegaba vía gente guapa como actores de Hollywood y estrellas del rock, de la mano de iconos globales a los que todo el mundo quiere parecerse. Con la irrupción de las plataformas en Internet, en el siglo XXI a la gente guapa hemos añadido las series, los YouTubers y los mems. La red ha creado una especie de lengua franca llamada “Globish” (Global English), una versión simplificada de la lengua inglesa hablada por personas que la utilizan como lengua adquirida.
Las seis lenguas globales no lo son porque tengan una calidad especial, lo son porque son lenguas de naciones imperiales que las han impuesto a sangre y fuego
Como os podéis imaginar, los franceses no están muy contentos. De hecho, nada. El francés sigue teniendo mucha importancia en la UE y junto con el inglés y el alemán está en el podio de las lenguas de trabajo. Pero aquí acaba la fiesta. La última gran batalla que el francés perdió en Europa fue la denominación de la moneda única. En los años previos a la unificación monetaria el nombre que se proponía era E.C.U., el acrónimo de European Currency Unit. Un nombre en inglés al que curiosamente Francia apoyaba. La razón es que en francés se pronuncia como écu (escudo) una moneda de larga tradición en Francia. Al final quedó Euro a propuesta del canciller alemán Helmudt Kohl y por una razón muy mariusserriana: en alemán “un ecu” sería “ein Ecu” que es homófono de “eine Kuh”, una vaca. Es uno de los curiosos casos en los que no oólo conocemos el origen de una palabra sino que sabemos su día y hora.
Es también el caso de la palabra francesa ordinateur de la que deriva nuestro ordenador. Resulta que en 1955 IBM comercializó su IBM 650 en Francia. El 650 tenía una memoria de 1 kilobyte (sí, lo habéis leído bien), un precio de 150.000 dólares (equivalentes a 1,5 millones de 2023) pero el mayor problema es que no tenía nombre en francés y computer, en inglés, no era una opción.
François Girard, quien era responsable de publicidad de IBM en 1955, había sido alumno del latinista Jeste Perret al que pidió consejo sobre cómo llamar a ese computer. Después de estudiar varios términos el profesor Girard propuso el ya conocido computador como equivalente a computer. Otros términos que se descartaron fueron: congesteur, digesteur y synthétiseur. IBM adoptó el término de inmediato, se extendió al gran público francés y de ahí a otras lenguas como el catalán, el castellano y el vasco. La carta de la facultad de letras de la Universidad de París está fechada el 16 de abril de 1955.
El francés continúa teniendo mucha importancia en la UE y junto con el inglés y el alemán está en el podio de las lenguas de trabajo. Pero aquí se acaba la fiesta
El cuidado que el francés tiene por su lengua contrasta con el menefreghismo italiano. Si los responsables de IBM en París tuvieron especial cuidado a la hora de crear un neologismo adaptado a la cultura francesa, en Italia no tuvieron ningún problema en aceptar computer en inglés. Si hubieran procurado entender la palabra inglesa se habrían dado cuenta de que computer deriva del latín. Putare (pensar, podar) se convierte en un acto de colaboración cuando le añadimos la partícula cum (con): cum-putare, pensar o podar juntos. Era tan fácil como llamarlo “computatore” o “computatrice”, como hace el español mexicano con “computadora”.
Lo mismo ocurre con mouse, file, desktop que en italiano correcto son en inglés. Lo grave de todo, es que en los años 1990 IBM utilizaba estos términos en sus traducciones correctas al italiano: archivo, scrivania. Mouse nunca se adaptó al italiano. Lo sé porque en esa época yo trabajaba en IBM y me hacía mucha gracia oír estos términos cuando hablaba con mis colegas de Milán. Fue con la llegada de Windows que se dejaron de traducir esos términos.
A la gente mayor les cuesta leer un diario italiano o seguir un noticiario de la RAI
Hoy la plaga de términos ingleses aceptados por la lengua italiana es de proporciones bíblicas. Es italiano correcto week-end, shopping, location (un sitio para hacer celebraciones), audience (audiencia de un programa), gender gap (brecha de género, ¡oído en Radio Maria!) e incluso existe el Ministero del Welfare (bienestar). Añade a esta mezcla de menefreghismo y papanatismo el hecho de que no sólo el italiano tiene términos equivalentes, sino que muchos préstamos como audience o location son de origen latino. A los mayores les cuesta leer un diario italiano o seguir un noticiario de la RAI.
Puede parecer una trivialidad pero no lo es. Decir las cosas por su nombre sea ordinateur o scrivania ayuda a entender su función. Una abuela de Ohio o Devon no es más inteligente que una de Nápoles o de Brescia, pero si ha visto nunca una oficina entiende perfectamente los términos desktop, file y mouse porque los objetos digitales que, quizás sí ve por primera vez, son una metáfora de las que ve en el mundo físico y conoce de su experiencia vital. En mi suegra de Nápoles las palabras le suenan a inglés, no las entiende, debe memorizarlas y no tiene ningún mecanismo para hacer analogías con el mundo real y entender así su función.
De esta importancia me di cuenta un día que navegando con Firefox pude ver en el pie fugazmente la palabra “anfitrión”. Recargué la página para comprobar que lo hubiera visto bien. Sí, decía “Conectando con el anfitrión” donde normalmente había leído “Conectando con el host”. Tuve una epifanía. Entendí de repente lo que era un host: un ordenador que es mi anfitrión, que me invita a “su casa” y, por tanto, las normas las pone él. Toda la vida de decir host de manerá mecánica sin preguntarme el significado me había ocultado el sentido real de mi acción. Quien tuvo la culpa de mi epifanía es la gente de Softcatalà, una asociación sin ánimo de lucro que desde 1997 fomenta el uso del catalán en entornos digitales y que, entre otros muchos proyectos, mantiene la versión en catalán del navegador Firefox y el catalanitzador para distintos sistemas operativos. Nunca les podremos estar suficientemente agradecidos.
En el mundo hay más gente multilingüe (42%) que monolingüe (40%) y los catalanes de multilingüismo sabemos un poco
Al trabajo de la sociedad civil representada por Softcatalà habría que añadir todavía la del Termcat, un consorcio público cuya misión es garantizar la creación y la integración de la terminología catalana en los diferentes ámbitos de conocimiento. Servicios como el Cercaterm son imprescindibles para los que escribimos sobre tecnología a la hora de encontrar la palabra correcta. Los diccionarios especializados y las guías terminológicas son imprescindibles para entender el mundo tecnológico que nos envuelve. Me consta que están preparando uno de esos diccionarios centrado en el ámbito de la IA. Una de mis grandes aportaciones de pescaclics —titulares engañosos en internet, clickbait en inglés— salió de las págines de este periódico y ha estado aceptado por Termcat.
El Parlamento europeo publicó el año pasado un informe en el que hablaba de las lenguas de la UE. Su título Multilingüismo: el idioma de la UE. En el mundo hay más gente multilingüe (42%) que monolingüe (40%) y los catalanes tanto desde la sociedad civil como de las instituciones públicas, por un tema relacionado con una de las seis lenguas antes mencionadas, de multilingüismo sabemos un poco. Recuerde que adaptamos ordenador del francés ordinateur y decimos ratón, archivo, carpeta, escritorio. Y sobre todo, sabemos lo que significa anfitrión.