¿Quieres aprender catalán? Pide cita

En un momento como el actual, en el que el catalán presenta todos los síntomas propios de las lenguas en peligro de extinción, no deja de sorprender, por inverosímil, que hoy cerca de 4.000 personas sigan sin plaza para comenzar a aprender catalán a través del Consorcio para la Normalización Lingüística. Tenemos, ni más ni menos, 3.867 personas en lista de espera para hacer el curso de nivel básico de catalán, unas clases pensadas para todos aquellos que quieren aprender la lengua desde cero, y en las que suelen inscribirse principalmente el colectivo de personas recién llegadas.

Y es que en los últimos años esta demanda no solo ha crecido, sino que lo ha hecho a un ritmo vertiginoso. Si comparamos los datos del curso básico de este 2024 con los de hace tan solo seis años, la lista de espera se ha multiplicado por cuatro, pasando de 900 personas en 2018 a casi 4.000 personas en este año.

La nota positiva de todo esto, el rayo de esperanza, es que hay un interés tangible en aprender la lengua propia de Catalunya. Que contra todo pronóstico, a pesar del pesimismo generalizado, porque no estamos en condiciones de tirar cohetes, entender y hablar catalán se sigue viendo como un instrumento de integración en el país y, por qué no decirlo, de ascensor social.

"Entender y hablar catalán se sigue viendo como un instrumento de integración en el país y, por qué no decirlo, de ascensor social"

Lo que cuesta de asumir, por muchas explicaciones y mil razones que se nos quieran dar, es que nuestra administración no esté a la altura de esta situación. Si como sociedad y como país nos inquieta la salud del catalán y su pervivencia, y a la vez reivindicamos la integración de una inmigración que no deja de crecer, porque en los últimos 36 años hemos pasado de Catalunya de seis millones a Catalunya de ocho millones, la oferta formativa del catalán es una necesidad esencial que hay que resolver, sea cual sea la dificultad, el esfuerzo o la inversión económica que sea necesaria.

Esta legislatura, por primera vez en la historia, la Generalitat de Catalunya tiene una consejería de Política Lingüística. Fantástico, celebrémoslo. Pero, más allá de la novedad, ¿una consejera de la lengua para hacer qué, si ya de entrada dejamos fuera de los cursos de catalán al 6% de las personas que lo solicitan?

Més info: El efecto Andorra: ley histórica del catalán y más singularidad económica

La lengua catalana se encuentra en una situación de clara debilidad y necesita no solo más y mejores recursos, sino impulso e iniciativa política. En ningún caso se trata de menospreciar o criminalizar el castellano, nada más lejos de la realidad. Simplemente, hay que poner de relieve que la lengua propia de Catalunya es el catalán, y que esta debe funcionar como un elemento de cohesión social. Por lo tanto, se hace más necesario que nunca actuar de forma decidida en aquellos ámbitos donde se encuentra en inferioridad para contrarrestar la situación.

"La lengua catalana se encuentra en una situación de clara debilidad y necesita no solo más y mejores recursos, sino impulso e iniciativa política"

Frecuentemente, pienso que deberíamos mirarnos en Andorra, en lo que respecta al catalán. El peso que este país otorga a la oficialidad de la lengua catalana es envidiable. Precisamente, el pasado mes de abril el Principado aprobó una ley histórica que exige tener un nivel mínimo de catalán a todos sus residentes. Y aún más. Las empresas tendrán que garantizar la atención al público en catalán y las administraciones estarán obligadas a fomentar la promoción de las obras audiovisuales en esta lengua. Por lo tanto, si un cliente se dirige en catalán a un camarero o a un comerciante, por citar un ejemplo, este deberá mantener el catalán o podrá ser sancionado.

¿Se lo imaginan, esto, aquí, en Catalunya? Reír para no llorar, sobre todo cuando aún hay quienes proclaman hacer del catalán una lengua "más atractiva y más amable".

Para alquilar sillas. El catalán no debe convencer, debería imponerse, debería ser un requisito imprescindible para vivir y desarrollarse en Catalunya. Quiero vivir en catalán, hoy y mañana, siempre. Tengo derecho y no quiero que me lo arrebaten.

Alguna vez he oído que es una falta de respeto no responder en castellano cuando quien me habla lo hace en esta misma lengua. Me lo he encontrado demasiadas veces, de hecho, y sobre todo en las redes sociales, donde la tónica suele ser más exaltada. Y es aquí cuando yo me pregunto: ¿debo sentirme mal, o considerarme grosera, por elegir expresarme en mi lengua, en mi casa? Porque puestos a hablar de maleducados, aquí repartiría collejas por todas partes. Somos unos maleducados los catalanohablantes cuando dejamos de utilizar nuestra lengua dentro de nuestro territorio por cualquier pretexto. Consciente o inconscientemente, nosotros demasiado a menudo somos los primeros en devaluar nuestra habla. Pero también son maleducados los castellanohablantes y el resto de recién llegados cuando no ponen interés en entender y hablar el idioma de nuestro país. Así no hacen otra cosa que infravalorar el catalán.

Dicho esto, dejémonos de romanticismos y trabajemos todos juntos para revertir la situación. Las administraciones, apostando más por la educación en lengua catalana y la normalización de su uso en todos los ámbitos de la sociedad. Y la ciudadanía, amando el catalán, manteniéndolo, viralizándolo, convirtiéndolo en motivo de orgullo y sello de identidad.

Los años que vienen marcarán el futuro de la lengua catalana. Mañana es ahora, depende de nosotros.

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