El pasado 22 de febrero de 2024 se publicó la cifra de la brecha salarial en Catalunya y se sitúa en el 19,9%. A pesar de que aún se percibe una tendencia a la baja, creo que es la cifra que mejor refleja las desigualdades.
Seguramente muchas de las decisiones que han tomado en su vida son decisiones económicas: dónde viven, si su vivienda es de alquiler o compra, cuántas habitaciones tienen, qué coche compran, incluso es posible que la decisión de tener o no descendencia y, en su caso, el número de criaturas haya sido influenciada por su economía. Seguro que han hecho cálculos para decidir si continúan o no conviviendo con una pareja. Gran parte de las decisiones que tomamos están condicionadas, más de lo que pensamos, por la situación de nuestra economía, incluso aquellas que nos deben permitir VIVIR (en mayúsculas). Así que, dado el estado de la cuestión, las mujeres tenemos un 19,9% menos de LIBERTAD (también en mayúsculas) para decidir.
También estos días leo un libro magnífico, de conversaciones entre Chomsky y Mujica. Hay una frase del expresidente de Uruguay que apela a la necesidad de crear una nueva ética en cuanto a la economía y la distribución de la riqueza, y creo que también se aplica cuando hablamos de igualdad entre mujeres y hombres. La frase en cuestión es "... cambiar un sistema sin enfrentar el problema de un cambio cultural es inútil".
"A las mujeres no nos falta nada. Si necesitamos trabajar en algo, es deshacernos de las limitaciones impuestas"
En el mismo sentido, nos sitúa la destacada académica Mary Beard y, ahora sí, totalmente enfocado al tema que nos interpela este 8 de marzo, escribe: "No es fácil encajar a las mujeres en una estructura que ya está codificada como masculina; lo que hay que hacer es cambiar la estructura"
Por otro lado, desde hace años le doy muchas vueltas a cómo se está gestionando la escasa presencia de mujeres en puestos de toma de decisiones. Hasta hace poco no sabía explicar el porqué, pero ciertas iniciativas me generaban una gran incomodidad e inquietud. Me refiero a las sesiones de empoderamiento, talleres y a los consejos para superar diversos síndromes, donde las principales destinatarias y usuarias son mujeres.
No hay duda de que las mujeres nos formamos: somos el 55% del alumnado que finaliza una carrera universitaria y cuando nos incorporamos al mercado laboral seguimos formándonos. ¿Nos gusta? Seguramente sí, según datos del barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en España, un 70% de las mujeres lee en su tiempo libre, frente al 59,5% de los hombres.
"Ciertas iniciativas me generaban una gran incomodidad e inquietud. Me refiero a las sesiones de empoderamiento, talleres y a los consejos para superar diversos síndromes"
Sin embargo, percibo en demasiados casos que en el contenido de estas iniciativas, que no dudo que sean bienintencionadas, nos sitúa a las mujeres como personas carentes de algo: de habilidades de negociación, para hablar en público, para liderar, etc., con un mensaje tan sutil como potente: "no estás cualificada". También lo podemos encontrar en formato incriminatorio: "no tienes confianza en ti misma, y por eso, te sucede esto...", obviando que las dinámicas sociales influyen en la percepción que las personas tienen sobre sí mismas y que precisamente las mujeres como receptoras de esta dominación internalizamos valoraciones negativas sobre nosotras mismas. En resumen: la autopercepción no es causa, es efecto.
Y así la mirada se concentra en trabajar eso que teóricamente nos falta a las mujeres; se trata de hacernos encajar en una estructura concreta y rígida. ¿Conocéis esos juguetes de encaje de piezas de diferentes formas? Pues estas iniciativas se me asemejan a intentar encajar una pieza en forma de estrella en un espacio cuadrado. Se pretende que todas las piezas tengan la misma forma. Pero garantizar la igualdad de oportunidades supone que las estructuras de poder sean como la caja de juguetes, donde cada pieza, ya sea estrella, círculo o triángulo, tenga su lugar. Estructuras que reconozcan las características de cada persona, que no estén basadas en un modelo de "masculinidad hegemónica" donde quedan excluidas las mujeres y los hombres que no cumplen con ese patrón.
"Si las mujeres estamos infrarepresentades en las estructuras de poder, lo que habrá que hacer será resignificar el poder y las estructuras que lo sustentan"
Así que no, a las mujeres no nos falta nada. Si necesitamos trabajar en algo, es deshacernos de las limitaciones impuestas, resultado de un entorno que perpetúa las desigualdades. No debemos aprender a replicar un liderazgo arrogante.
Tan simple como que los sistemas no operan de manera aislada y si las mujeres estamos subrepresentadas en las estructuras de poder, lo que habrá que hacer es resignificar el poder y las estructuras que lo sustentan. Así que es necesario enfrentar este desafío sin demora. En caso contrario, la capacidad de prosperar de las mujeres es limitada, similar a plantar semillas en un suelo que no puede sustentar su crecimiento.