Reset

16 de Junio de 2021
Genís Roca

30 personas de diferentes sectores, miradas y sensibilidades han estado recogiendo durante la pandemia miles de propuestas y dialogando con centenares de organizaciones sobre qué hace falta para impulsar el país hacia el futuro. El resultado se entregó al Govern de la Generalitat de Catalunya el pasado 10 de junio y se concretó en una palabra clave: Reset.

Reset es el término que se utiliza cuando un sistema pese a estar todavía funcionando ya no ofrece un rendimiento razonable y ya resulta mejor adoptar la solución drástica de pararlo para volver a definir sus parámetros antes que continuar hacia delante de aquella manera tan deteriorada.

El análisis que ha hecho el Grup de Treball Catalunya 2022 habla de problemas estructurales que hace tiempo que están deteriorando el sistema, y no de circunstancias coyunturales derivadas de la crisis sanitaria.  El país no pide una vacuna contra un factor externo que ahora nos ha golpeado, sino un reset para volver a definir cuáles han de ser nuestros parámetros de funcionamiento. No podemos seguir como hasta ahora.

Necesitamos un reset y volver a hacer las cosas de una manera normal

Reset. Crida per reactivar el país” es un documento de poco más de 60 páginas que propones 91 acciones concretas para atacar 12 objetivos, con la ambición de reconsiderar cómo estamos gestionando la sociedad, la economía y la administración. Quien quiera leer el documento encontrará material para debatir sobre  vivienda, energía, alimentación, educación, cultura, investigación, atención de las personas… quien quiera podrá echar en falta cosas, pero más que una lista cerrada o un plan de acción este documento quiere ser un debate de modelo de país.

Hay cuatro ideas que atraviesan todo el documento:

La colaboración público-privada. Este es un concepto maldito y mal visto en nuestro país, quizás por algunos posibles errores del pasado, pero es una manera de hacer que debemos recuperar y reivindicar. Colaboración público-privada no tiene porqué significar privatización o externalización de servicios públicos. Sencillamente quiere decir que todos los actores de la sociedad colaboran y trabajan de manera coordinada con el objetivo de generar valor público.

La orientación a resultados. Nos hemos hecho tantas trampas que ahora tenemos un sinfín de reglas y normas para garantizar que las cosas se hacen bien. Hemos puesto tanto foco en construir un sistema garantista que nos hemos olvidado de medir sus resultados. Garantizamos que las becas comedor se dan a quien las necesita, pero no evaluamos si las familias que las reciben mejoran su situación y salen adelante o si el año siguiente vuelven a estar igual.  Tenemos mecanismos de control de cómo se han asignado los contratos, pero no tenemos ni idea de cómo evaluar los resultados. No tan sólo seríamos capaces de definir qué es valor público y cómo se mide.  En general, en nuestro país no se evalúan resultados.

Decisiones basadas en datos y evidencia científica. En cada sector, en cada territorio, necesitamos información estructurada y en tiempo real para acompañar la toma de decisiones. No puede ser que nuestra ciudadanía, nuestras empresas y nuestros servicios públicos estén tomando decisiones cada día sin la información adecuada. Estamos en junio y los datos del PIB del primer trimestre aún son provisionales, y encima agregados de una manera extraña. El sector turístico debería saber exactamente cuáles son los flujos de visitantes extranjeros día a día, y tomar decisiones inmediatas para orientar su marketing y su actividad. Estamos en el primer cuarto del siglo XXI y demasiadas cosas de nuestra casa todavía trabajan como si estuviéramos en el siglo XX.

El papel de la sociedad civil. Entendiendo sociedad civil como todo aquello que está al margen de los partidos políticos, porque los partidos han tejido demasiada red más allá de la administración. Necesitamos grupos ciudadanos movilizados en el espacio público porque no lo podemos dejar todo en manos del Estado. Votar no es suficiente, además hay que estar presentes en el espacio público para vigilar, molestar, proponer y actuar. Nos quejamos de los liderazgos políticos de nuestra época, pero los civiles tampoco son para tirar cohetes. El espacio público está tan deteriorado, mal visto y mal pagado, que cuesta encontrar talento dispuesto a poner su esfuerzo y su prestigio al servicio del grupo.  La mayoría prefiere trabajar en beneficio propio.

Necesitamos un reset y volver a hacer las cosas de una manera normal: colaborando, orientados a resultados, tomando decisiones de manera razonada, y asumiendo cada  cual su rol sin confiarlo todo a los gobiernos. Vamos.