Ciudad de ferias y congresos

28 de Febrero de 2023
Xavier Roig VIA Empresa

Cuando yo era pequeño las autoridades de la dictadura se inventaron un eslogan para Barcelona: “Ciudad de ferias y congresos”. Duró años. Era una época en que cada uno tiraba como podía pero sin alboroto. El régimen imperante no toleraba divergencias. En esa época causaba furor la Feria de Muestras. Recuerdo que nos lo pasábamos estupendamente yendo a recoger panfletos que después iban directamente a la basura. Sólo los sombreros publicitarios, normalmente de cartón, duraban algo más. Todo esto, el modelo de feria generalista, se ha ido abajo, como es lógico.

Yo no soy experto, pero he observado que hay ferias de dos tipos: las ligadas al territorio y las que no lo están. Las ligadas al territorio son aquellas que aparecen como consecuencia del tejido económico existente en el país. Los fabricantes y comerciantes quieren dar a conocer los productos que manufacturan y deciden juntarse y hacer una especie de gran escaparate para que los foráneos vengan y descubran lo que aquellos fabricantes pueden ofrecer. ¿Ejemplos? Alimentaría, en nuestra casa. Se exhiben nuestras habilidades. Lógico. El 25% de la industria catalana está dedicada al sector agroalimentario. El salón de cómic más importante del mundo se realiza en Francia. ¿Por qué el salón de los libros más importante se realiza en Fráncfort? Pues porque en Alemania está la industria de impresión sobre papel más importante. Las primeras ferias de tecnología de la información nacieron en California. Y así con otros sectores y países.

"La realidad es que los señores de GSMA han conseguido unos ingresos elevados pagados por el erario público y por las entradas. Repito: una especie de F1. O de Olimpiadas"

Luego están las ferias de estética circo. Tienen un amo y constituyen una atracción en sí misma. Nada que ver con el territorio. Van dando vueltas. El país no interviene. Es como la Fórmula 1. Cedes el espacio y la gestión de lo que sucede dentro de este espacio no es asunto tuyo. Éste es el caso del Mobile World Congress que tiene un dueño: GSMA. Según se definen a sí mismos, "GSMA es una organización global que unifica el ecosistema móvil para descubrir, desarrollar y aportar innovación fundamental a entornos empresariales positivos y al cambio social". Como siempre, todo ataviado de altos intereses sociales. La realidad es que los señores de GSMA han logrado unos ingresos elevados pagados por el erario público y por las entradas. Repito: una especie de F1. O de Olimpiadas.

"GSMA sabe que no puede enseñar los números. Como en todos estos eventos, las cifras no salen sin la subvención pública"

Ya expliqué en un artículo anterior que este tipo de eventos se fundamentan en la desazón populista que invade a los gobernantes. Es decir, si no hay interés político, el propietario de los derechos -ya sea de la F1, de las Olimpiadas o del MWC- no pierde ni cinco minutos. La operación es pura propaganda. Como desde el principio tengo esa sensación, hablé con gente que trabaja por el MWC. Y me confirmaron mis temores. No es difícil llegar a conclusiones como las que apunto. Cuando existe un gran, desmedido, interés público por un tema de este tipo creo que conviene pensar mal. Y cuando este interés es común y transversal -cuando se llega a esto que los políticos llaman “consenso”- entonces ya es para ponerse a temblar. Porque se trata simplemente de no desmarcarse a riesgo de ser tildado de trabajar contra los intereses de los ciudadanos. Y aquí estamos. Cuando se piden los números de la operación, GSMA se niega a suministrarlos (véanse el artículo Així es distribueixen els milions que deixa el Mobile, del diario ARA). Todo son suposiciones -generalmente optimistas, ya que a nadie le gusta que le rompan el juguete- pero la GSMA sabe que no puede enseñarles. ¿Saben por qué? Pues porque, como en todos estos eventos, las cifras no salen sin la subvención pública. Ya les he dicho que se trata de populismo político. Y populismo significa también que la gente no está dispuesta a aceptar que la operación nos cuesta dinero.

Ahora bien, ¿quién se beneficia de esta operación? Pues el sector hostelería y turismo. Y los del taxi. Los grandes lobbies del poder político catalán. Tampoco hay que menospreciar al sector prostitución que, aunque no paga impuestos, hace que aumente el gasto y el dinero corra. Ya se sabe que en economía todo va ligado y cuando se inyecta dinero, el gasto acaba desbordándose. Los interesados dirán que las empresas de tecnología locales también se benefician de ello. Como he sido director general de una multinacional de tecnología les diré que yo enviaba a la gente a ferias como premio. Una especie de mini-vacaciones a la gente que había trabajado duro. No esperaba ningún retorno que beneficiara a la empresa. Los avances tecnológicos se difunden mucho más rápido y más eficazmente que visitando una feria que está a miles de kilómetros. Quiero decir que ya pueden contarme historias. Como bien dice el president Pujol, de generales los hay de dos tipos: los que han hecho la guerra y los que no la han hecho. Yo, en este caso específico, ya la he hecho.

¿Qué van startups y otros que buscan financiación tecnológica? Puede. Ahora, si no la han encontrado por vía regular a lo largo del año, lo tienen mal. Además quisiera añadir algo: pediría que cuando se habla de las startups que han arrancado, me adjuntaran también, por favor, la lista de shutdowns. De las que han cerrado, quiero decir. Porque lo que es empezar, muchas empiezan. Lo más importante es comprobar las que permanecen.

Bien, creo que, sin la máscara, todos nos entendemos. Basta con ponerse de acuerdo en quien se cree las mentiras y quien no. Y qué hay detrás de lo que se cree y difunde. El MWC es una subvención indirecta a unos sectores que, como venimos diciendo algunos -incluso gente mucho más importante y conocedora que yo-, no interesan a la economía catalana.