La ciudad de Barcelona ha desarrollado durante estos últimos años una fuerte batería de políticas públicas dirigidas al logro de dos objetivos fundamentales, no caer en el contagio financiero y actuar como verdadero agente impulsor de la recuperación y del crecimiento económico. El rigor en la gestión pública, la ejecutividad del conjunto de la organización, la determinación de objetivos claros y definidos, el respeto absoluto por la sostenibilidad económica que permita la financiación de fuertes políticas sociales, el posicionamiento de una imagen de Barcelona que apuesta para ser un centro de innovación, cultura, creatividad y fundamentalmente un gran polo de crecimiento económico.
Barcelona de ninguna forma será un modelo de éxito, si este éxito no se traslada en calidad de vida y social para el conjunto de toda la ciudadanía. Barcelona por lo tanto, cuando apuesta para posicionarse en el mundo como la mejor ciudad de Europa para hacer posible el crecimiento de productos y servicios de futuro con todo el conocimiento que comporta y está asociado a este objetivo, lo hace teniendo en cuenta que la actividad económica que queremos en la ciudad no puede actuar a coste de parámetros que se puedan entender contrarios a las necesidades mínimas de las personas.
La responsabilidad social acontece por Barcelona un auténtico compromiso colectivo, un compromiso con un nuevo modelo de crecimiento económico. Un crecimiento económico que apuesta por una entente de calidad y futuro entre la empresa y el trabajo, donde la empresa tiene muy claro que sólo con su compromiso social, sólo con su compromiso con el entorno y las personas conseguirá unas bases sólidas para desarrollar las mejores y más competitivas organizaciones, productos y servicios para unos mercados cada día más competitivos pero también más sensibles con todo aquello que tiene relación con la ética, los valores y el respeto por la sociedad y las personas.
Aquellas empresas que quieran crecer con modelos que no tengan en cuenta los parámetros básicos más elementales de preocupación por las personas, no son las empresas que tienen que traer asociada la marca Barcelona. La marca Barcelona es una marca que vincula futuro, empresa, conocimiento con bienestar y calidad social, no puede ser de otro modo.
El alcalde de Barcelona ha propuesto un elemento fundamental para construir estos nuevos modelos que tienen que ser propios de Barcelona con un tema tan fundamental cómo es aquel que tiene referencia con el trabajo digno, donde nadie tiene que trabajar por debajo de un importe que se pueda considerar mínimo. El Salario Mínimo se sitúa en el Estado Español en 648,60 Euros/mas (por 14 pagas), con un crecimiento desde el 2011 de sólo 7,20 euros. Para disponer de otra referencia, en 2008 lograba los 600 euros.
Esto actualmente nos incluye dentro del Grupo segundo definido por Eurostat, conjuntamente con Grecia, Malta, Portugal y Eslovaquia. Lejos de aquellos países que ya han logrado los 1.000 euros, como son, Reino Unido (1.379 euros), Francia (1.458 euros), Irlanda (1.462 euros), Alemania (1.473 euros), Bélgica y Holanda (1.502 euros) y Luxemburgo (1.923 euros.
El modelo Barcelona al que hacía referencia inicialmente, este modelo de crecimiento económico basado en un compromiso de futuro social y para la vida de las personas no puede estar sujete al mínimo establecido actualmente y que no responde a la realidad latente que correspondería en un auténtico salario de mínimo de la ciudad de Barcelona.
La propuesta del alcalde de Barcelona plantea:
No tener ningún trabajador en la ciudad que tenga una retribución inferior a aquella que es determine como "salario mínimo de Barcelona". A través de la mesa empresa y trabajo, poner en funcionamiento los mecanismos de análisis y debate necesarios para determinar el importe del Salario Mínimo de Barcelona. Emplazar a las empresas de Barcelona a que voluntariamente apliquen el Salario Mínimo de Barcelona como el salario mínimo a percibir dentro de sus retribuciones laborales. Emplazar a los agentes a que trasladen este salario mínimo de Barcelona a los convenios colectivos para efectivamente lograr un marco de obligado cumplimiento.
El Ayuntamiento se ha comprometido a cumplir con este salario mínimo de la ciudad que determinen las partes, para el que es toda su administración pública, todos sus entes dependientes, empresas públicas y toda la cadena de contratación pública a través de las cláusulas sociales de los pliegues de condiciones.
Barcelona está claramente inmersa en un proyecto que apuesta por el crecimiento y las oportunidades de futuro, una Barcelona pero que no busca modelos de crecimiento basados en parámetros del pasado sino un modelo de compromiso con el entorno y las personas, la auténtica responsabilidad social trasladada al ámbito territorial que tiene que acontecer un fuerte motor de competitividad y ejemplo dentro del marco Europeo y global.