Salarios, horarios y productividad

Estos días se está hablando de reducir la jornada laboral a 37,5 horas a la semana. En conjunto, es una discusión banal. La realidad es que en España se trabajan 36,4 horas por semana (datos de Eurostat), aunque oficialmente sean 40. Por lo tanto, estamos ante un simulacro de discusión. Típico en un país donde nada es lo que parece. En Francia se pasó a 37,5 horas semanales en el año 2000 y la economía del país no se resintió. Es lógico en un país de alta productividad. Nuestro caso es diferente del francés, ya que nuestra productividad es miserable y este es el principal problema de nuestra economía, como bien han denunciado las asociaciones empresariales independientes como el Círculo de Economía.

Més info: Turismo: es necesario un cambio global de mentalidad

¿Por qué es delicado reducir el número de horas de trabajo en España? Responder a esta pregunta es relativamente sencillo. Haciendo un símil macroeconómico, podríamos decir que la productividad y el empleo en nuestro país son rígidos. Me explico. Si se quiere producir más y de forma competitiva, lo que se hace es contratar a más gente y pagarles poco. Nuestros productos son competitivos porque en lugar de conseguir que un trabajador genere 100, nos conformamos con que genere 75, a cambio de pagarle por 70. Es así como nuestros productos pueden competir en precio con los de otros países.

"Si se quiere producir más y de forma competitiva, lo que se hace es contratar a más gente y pagarles poco"

La productividad es fruto de muchas cosas: de las ganas de trabajar del empleado, de la remuneración, de la organización, de la formación, de la inversión en tecnología, de las infraestructuras del país, etc. Mi experiencia me dice que la manera de incrementar la productividad consiste en fijarse el objetivo de reducir el número de horas que se está en el trabajo. En catalán tenemos una frase perfecta: no es lo mismo trabajar que hacer faena. Durante la jornada laboral se pierden muchas horas de potencial productividad.

Més info: NextGen, ya hace dos años (II)

Una manera de perder tiempo es la charla, que es consustancial a nuestra cultura. Solo tienen que ir a un mostrador donde les tengan que solucionar un trámite y, después, ir al extranjero a un mostrador similar. Correos es un buen ejemplo. Pero cualquier otra actividad sirve: la carnicería, la pescadería, la papelería, etc. Una verbosidad insufrible. En las oficinas sucede lo mismo, sumando el hecho de que muchas tienen un rincón para hacer el café. ¿Resultado? La gente termina de trabajar tarde para hacer el mismo trabajo que hace un alemán que termina a las 5 de la tarde. "¡Oh, es que aquí somos diferentes!", se dice. De acuerdo. Pero, entonces, no pidas disfrutar de las mismas condiciones que un alemán.

"La gente termina de trabajar tarde para hacer el mismo trabajo que hace un alemán que termina a las 5 de la tarde"

A mi entender, se debería comenzar por arreglar el nefasto y tercermundista sistema de horarios que tenemos en España. Se debería ser especialmente rígido en este sentido. Entrar a las 9 desayunado, una hora para comer y salir a las 6 de la tarde, si continuamos con la “teórica” semana de 40 horas que ya hemos visto que no es cierta. Y, a partir de ahí, reducir la jornada hasta las 5:30 de la tarde. Eso sí, haciendo la misma cantidad de trabajo. Es decir, incrementando nuestra productividad que, actualmente, es el 94% de la media europea mientras que en Francia, por ejemplo, es el 126%.

La cosa tiene difícil salida si no se actúa de esta manera. La patronal y los sindicatos españoles (organismos perfectamente burocratizados y de una inutilidad permanente y sostenida) pueden gastar el tiempo hablando y hablando de temas sin posibilidades. Pero las empresas saben perfectamente que de un panecillo no se puede hacer un pan de kilo.

Més informació
Parlament de Catalunya: política salarial
Electrificación, o cómo financiar el déficit presupuestario con subvenciones europeas
Hoy Destacamos
Lo más leido