La irrupción de la tecnología en nuestras vidas ha supuesto una verdadera revolución de servicios y avances. Y como no podía ser de otra forma, el ecosistema sanitario no se ha quedado al margen. De hecho, nuestro sistema de salud, nuestros profesionales, nuestras instituciones y los propios usuarios han sabido aprovechar la oportunidad para renovarse y ganar en eficiencia, sostenibilidad y calidad.
La tecnología tiene la capacidad de dotar la atención asistencial de mayor excelencia y hacerla accesible y extensible a un cada vez más amplio abanico de personas. Y es en este sentido que su irrupción juega un protagonismo sustancial como recurso en la búsqueda y divulgación de información clínica, historiales médicos, ensayos, control de tratamientos, diagnóstico… Pero también como gran escaparate para fomentar y motivar el cuidado de la salud y divulgar campañas de sensibilización pública.
La tecnología tiene la capacidad de dotar la atención asistencial de mayor excelencia y de hacerla accesible y extensible a un cada vez más amplio abanico de personas
Sin embargo, y sería una verdadera ingenuidad opinar lo contrario, tenemos todavía por delante un largo camino por recorrer. Es innegable que hemos iniciado una carrera de infinitas oportunidades, de alcance inmedible, diría yo, pero sólo alcanzaremos el éxito y el verdadero despliegue si contamos con la complicidad y el compromiso decidido de todos, desafiando las muchísimas barreras y abordando los retos que los tiempos actuales y la sociedad de hoy nos demandan.
La irrupción de la pandemia del coronavirus, que nos dejó la terrible cifra de 15 millones de muertes en todo el mundo, de forma directa o indirecta, aceleró vertiginosamente la implantación y el uso de servicios y tecnologías que de otro modo deberían tardado años. El big data, la inteligencia artificial (IA), el cloud computing, analytics, la tecnología 5G, la realidad aumentada, los wearables o el internet de las cosas médicas (internet of medical things o IoMT) han permitido que iniciemos este camino hacia un modelo sanitario más eficiente, universal y sostenible.
Es innegable que hemos iniciado una carrera de infinitas oportunidades, de alcance inmedible que solo alcanzaremos el éxito y el verdadero despliegue si contamos con la complicidad y el compromiso decidido de todos
Y aquí comienza nuestro trabajo, el ejercicio de pedagogía: entender y aceptar la tecnología como una herramienta, un medio, una ayuda, pero en ningún caso como una amenaza o el sustituto de nadie. Salud y tecnología van de la mano, deben ir de la mano, es un binomio inseparable. Este potencial innovador debe situar siempre al paciente en el epicentro de nuestras actuaciones. Y es necesario conseguir que la tecnología preserve este factor humano. Es necesario pasar, pues, del paradigma de la desconfianza al paradigma de la complicidad.
La gran virtud de la salud digital es sobre todo que nos permite ampliar el ámbito de actuación, tanto desde el punto de vista del espacio, en tanto que se prolonga más allá del hospital o del centro de salud y llega a pacientes que por localización geográfica no disponen de esa inmediatez y proximidad, como desde el tiempo, dado que la actuación médica se inicia antes de que aparezca la enfermedad y se hace extensiva a lo largo de la vida del paciente. En pocas palabras, llegamos a más personas con asistencia deslocalizada y pasamos de un modelo sanitario reactivo a una sanidad preventiva y predictiva.
Este nuevo paradigma, pues, es sin duda el camino que nos acerca a la sostenibilidad imprescindible y necesaria de nuestro sistema de salud. Superamos el aislamiento, las barreras geográficas y la difícil accesibilidad; optimizamos los recursos disponibles; rebajamos listas de espera y descongestionamos el sistema; mejoramos el confort del paciente y evitamos desplazamientos; anticipamos riesgos y logramos mayor precisión en los tratamientos con los sistemas de monitorización continua; empoderen el paciente y las familias aportando autonomía y tranquilidad, ...
Entender y aceptar la tecnología como una herramienta, un medio, una ayuda, pero en ningún caso como una amenaza o el sustituto de nadie
Pero más allá de las muchas virtudes y beneficios asociados, la salud digital no deja de estar exenta de retos y barreras que tenemos que abordar con la máxima celeridad y rigor.
Uno de los grandes debates que se abre en torno a la irrupción de la tecnología en el ámbito de la salud es precisamente el de la cesión de nuestros datos y su seguridad. La salud digital ha revolucionado la atención médica, pero este adelanto comporta responsabilidades significativas en la protección de datos. La seguridad de los datos no es tan solo una cuestión técnica, es un imperativo ético para proteger la privacidad de los pacientes y garantizar la integridad de la atención médica.
No menos importante es también el reto de la brecha digital, que comporta desigualdades en el acceso y uso de las TIC en el contexto de la promoción de la salud. Una brecha digital geográfica, económica y generacional. Porque mientras en algunas partes del mundo y para ciertas poblaciones el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación es prácticamente universal, constatamos también importantes brechas de uso entre países y dentro de un mismo país, ya sea por ubicación geográfica de los hogares, sea por el nivel de ingresos o la edad.
Es esencial implementar políticas e iniciativas que promuevan el acceso equitativo a las TIC y fomenten la inclusión digital
La salud digital puede reducir sustancialmente los costes, mejorar la calidad asistencial y llegar a poblaciones que de otra forma no tendrían acceso a atención médica; indiscutiblemente. Pero todo esto solo se logrará en la medida en que se pueda cerrar esta brecha entre los servicios digitales y el paciente y/o beneficiario. Es esencial, pues, implementar políticas e iniciativas que promuevan el acceso equitativo a las TIC y fomenten la inclusión digital, fortalecer las habilidades tecnológicas de la población con el aprendizaje activo y el acompañamiento, y moldear progresivamente su actitud hacia la tecnología. Solo así podremos aprovechar plenamente el potencial de la innovación para mejorar la salud y el bienestar de toda la población.
Nada es fácil ni sencillo, nadie lo ha dicho. Pero tengo el firme convencimiento de que entre todos y de forma conjunta podemos hacer posible esta salud inclusiva, preventiva, predictiva, personalizada y de calidad.