Estos días hay huelgas y manifestaciones del sector médico del país. Leo que también hay en otros lugares. El esfuerzo de la pandemia ha dejado a muchos profesionales desgastados. Nosotros, alardeando de nuestra hipocresía laboral, nos hemos dedicado a pagarles el esfuerzo con aplausos. No he escuchado nunca que los aplausos te pongan el asado en la mesa. Hay quienes, con mucho morro, lo pretenden.
He hablado con un médico amigo que ha tenido responsabilidades sobre todo ligadas en la creación del sistema sanitario catalán, que es el que comandó al señor Xavier Trias, que ahora se presenta de alcalde. El prestigio de nuestro sistema traspasó fronteras. A este amigo, a pesar de estar jubilado, lo llaman del extranjero (países occidentales) para que les dé un golpe de mano.
Como digo, nuestro sistema sanitario es muy bueno. Algunos se pasan de vueltas y aseguran que es el mejor de Europa. Quizás lo fue. Pero está desgastado y ha ido a la baja. Si cogemos el Euro Health Consumer Index -el último informe del cual corresponde al año 2018, por motivos evidentes- veremos dónde está España. Estamos en la posición 19 de 36. Los primeros tres países son Suiza, Países Bajos y Noruega. Bélgica está en la posición 5. Alemania en la 12 y Francia en la 11. ¿Alguna sorpresa? Sí. Portugal está en la 13, inmediatamente detrás de Francia y Alemania. Reino Unido ocupa la posición 16. E Italia viene inmediatamente detrás nuestro, en la posición 20. Alguien estará sorprendido puesto que en su CAP lo atienden muy bien, o mal. Efectivamente, pero este índice que elabora Health Powerhouse recoge muchas cosas. También el tiempo de espera para hacer pruebas o para someterse a operaciones, el resultado de los tratamientos, etc. Bien el caso es que teníamos un sistema sanitario que era bastante bueno -Catalunya encabezaba el ranking español- dados los estándares del país, que son más bien finos.
No he escuchado nunca que los aplausos te pongan el asado en la mesa
Digo teníamos porque me invade la viva sensación que el sistema sanitario catalán se ha ido degradando a una velocidad, en mi opinión, elevadísima. En este caso me atrevería a decir que es debido a la falta de recursos económicos. Nuestro personal está mal pagado. Una vez más estamos ante un hecho que se nos presenta a menudo: no nos conocemos. El país no produce suficiente excedente para mantener el sistema de estado del bienestar que desearíamos. Las razones ya las he comentado anteriormente ad nauseam. Tenemos una productividad muy baja comparada con nuestros países vecinos. Factor que no tenemos en cuenta a la hora de compararnos con los derechos de los cuales ellos disfrutan. Basados en nuestra productividad, nunca tendríamos que tener un sistema sanitario como el de Francia o Alemania.
Pero Portugal es un referente a seguir. Cuando hay pocos recursos hay que priorizar. En los últimos veinte años, la gobernabilidad de nuestro país se ha visto negativamente influenciada por dos hechos: la marcha de Jordi Pujol como presidente del país y la aparición de gobiernos de coalición. Estos gobiernos se han caracterizado por no serlo talmente. Han convivido varios gobiernos dentro de un presunto gobierno. Cada cual ha tirado hacia donde quería. Y asignar prioridades absolutas en esta situación deviene imposible.
En el pasado se construyó un estado del bienestar a partir de la ficción. Gracias al déficit y el autoengaño. La fiesta acabó mal, concretamente en la Gran Recesión que puso las cosas en su lugar. Desagradable, pero aquella recesión, que empezó en el 2007, parece que no tuvo el éxito esperado al hacernos asumir un hecho inevitable: no se puede estirar más el brazo que la manga. Por lo tanto, ahora habría que dejar de destinar dinero a derechos que complacen determinadas posturas políticas para pasar a mantener lo esencial: sanidad y educación.
En el pasado se construyó un estado del bienestar a partir de la ficción
Con un poco de cuidado podríamos mantener una sanidad de un cierto nivel. Pero dudo que esto tenga solución mientras los que mandan sean tan mediocres. Y me da mucho miedo la degeneración del sistema sanitario en el camino que lleva y que me recuerda el sector hotelero y turístico. Me explico. Se trata de un círculo general generado por la mala gobernanza. Se forman médicos muy correctamente.
Nuestras universidades son punteras. Y el sistema MIR – para hacerlo fácil, las prácticas- es una gran invención que genera médicos muy bien preparados. A partir de aquí, el nuevo médico busca trabajo. ¿Lo encontrará? Sí. Pero encontrará uno de mejor, más bien pagado, fuera de Catalunya. En el Reino Unido, en Alemania y en los Estados Unidos.
Incluso nuestros médicos se están yendo a Portugal. Como hemos generado una economía con una base de población hinchada, nuestros graduados se van y, debido a los salarios, vienen médicos de fuera de Europa a sustituirlos. Antes importábamos camareros. Ahora también médicos. ¡Y espere!
Me dicen que los médicos extranjeros que llegan no tienen el nivel universitario de los que generamos aquí. Pero esto da igual. Se les convalida el título y abajo, que hace bajada. Muchos de ellos, encima, vienen a hacer el MIR y después se van a otros países con el prestigio de nuestro sistema educativo en el bolsillo. Yo, tíldenme de lo que quieran, no me fio de un médico formado en una universidad latinoamericana.
¿Qué hay de buenos? Probablemente. Pero ni yo, ni ustedes, ni nadie, damos a las universidades latinoamericanas la credibilidad que tiene nuestra universidad. ¿Clasicismo? Puede ser. Nunca he sido entusiasta de la solidaridad universal, pero cuándo estoy enfermo, especialmente, y quiero que me curen bien, la solidaridad no es una herramienta útil. No lo es para nadie.
Pero ni yo, ni ustedes, ni nadie, damos a las universidades latinoamericanas la credibilidad que tiene nuestra universidad
En resumen, me temo que con el sector médico estamos ante un déjà vu. El modelo de desaguisado profesional que podríamos empezar a denominar modelo Catalunya (bajos salarios y efecto Fidel Castro) llega ahora para ser implantado en el sector médico. Por desgracia nuestra, Europa no tiene competencias en esta materia, pero me ayudaría que la convalidación de títulos médicos fuera a escala europea. Si me lee algún eurodiputado que presente una proposición de ley, por favor. Porque si lo dejamos en manos de los nuestros, ya hace falta que Dios nos coja confesados.