No hay ninguna duda que el extraordinario éxito del llamado y envidiado modelo Europa, conseguido a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, se puede describir con tres palabras: Pau, Democracia, y Sido del Bienestar. Los tres son fundamentales, pero es probable que, sin el tercero, hubiera sido difícil consolidar los otros dos. Lo estamos experimentando ahora cuando vemos que el tercero se va degradante y hace tambalear los otros. La clave de este tercero es la universalidad, la calidad de sus servicios, y la gratuidad, es decir la financiación vía ingresos públicos.
"El éxito del envidiado modelo Europa se puede describir con Pau, Democracia y Sido del Bienestar"
Estas últimas semanas, he tenido dos ocasiones de constatar personalmente que en Cataluña se está resintiendo fuertemente la calidad de la sanidad, no la de sus profesionales, pero sí la organización, las demoras, las esperas, y la precipitación en la asistencia y la atención. He recordado y entendido las recientes paradas de personal sanitario contra "los recortes" de los últimos años y he pensado que, tanto en este sector como en la enseñanza, hay un fuerte déficit de financiación y de recursos humanos, hecho seguramente agravado por una desviación de la atención del actual gobierno hacia otras preocupaciones políticas.
Coincide todo esto con un momento en que se están negociando los presupuestos públicos, tanto en Madrid como Barcelona. Vemos como allá algunos partidos catalanes están negando el apoyo en unos presupuestos que podrían empezar a resolver parcialmente estos déficits, y aquí los mismos partidos se oponen a considerar algunas medidas fiscales de modificación de impuestos que otros proponen y que podrían aumentar la capacidad de actuación social del gobierno catalán. Ya he dicho más de un golpe que creo un gran error la primera postura y no quiero repetirlo; ahora quiero hablar sólo de la segunda, y lo hago criticando claramente los que se oponen a posibles subidas de impuestos.
"Es un gran error negar el apoyo en unos presupuestos que podrían empezar a resolver parcialmente estos déficits"
Empiezo con una obviedad a veces olvidada: El que es importante no es el impuesto sino la recaudación. Y esto depende no sólo de la letra de los impuestos, sino del cumplimiento por parte de los contribuyentes y de la capacidad de control. No creo que haya que explicar una vez más que en España y en Cataluña el volumen de los presupuestos públicos en relación al PIB está entre 8 y 10 puntos por debajo de los países del euro, países qué servicios públicos querríamos copiar. Mientras exista esta debilidad fiscal no se puede pretender la misma calidad!
Me atrevo a hacer una serie de recomendaciones muy simples:
- No se trata que los que pagan paguen más, sino que paguen todos. Hace falta una fuerte acción para reducir la evasión fiscal y aumentar la recaudación; pero con esto no habrá basta.
- Hay que revisar la parte superior de la escalera de algunos de los impuestos existentes (renta, sociedades, IVA...), hay que recuperar algunos de los impuestos suprimidos los últimos años, yendo mucho cuento con la idea de nuevas supresiones y hay que tomar iniciativas de creación de algún nuevo impuesto para hacer frente a nuevas situaciones (cambio climático, envejecimiento demográfico...).
- Hay que recordar que los impuestos tienen una triple finalidad: recaudar recursos; redistribuir la renta y la riqueza; e incentivar o desestimular comportamientos privados. No se puede priorizar la primera y olvidar las otras dos, cosa que ha sucedido a menudo.
- Hace falta que el diseño del impuesto no sea demasiado complejo, ni tenga demasiadas posibilidades de deducciones o de excepciones, que hacen que sólo quién tiene recursos para pagar un buen asesor pueda eludir pagos. Los impuestos tienen que ser fáciles de liquidar de forma más o menos automática en operaciones de mercado. Tanto en este caso, como en las autoliquidaciones personales hay de haber una fuerte acción inspectora.
- Los impuestos tienen que tener un carácter universal, pero se tienen que diseñar y de aplicar de tal manera que afecten de forma mucho más que proporcional según los niveles de renta y de riqueza de las personas, o de facturación de empresas y profesionales autónomos.
Adaptaciones fiscales en este sentido son necesarias y urgentes.