Llevamos ya muchos años avisando que si en tu organización no tienes ningún problema importante relacionado con los datos, significa que tienes un problema muy importante. Ya empieza a ser una sonata monótona y repetitiva avisar que el reto en la mayoría de sectores es lograr la capacidad de llevar a cabo procesos adaptables basados en datos en tiempo real, tanto si son tareas de producción como si lo son de prestación de servicios. Para lograrlo se debe trabajar cómo se obtienen los datos, cómo se transportan, cómo se custodian, cómo se procesan y cómo se utilizan, y abarca ámbitos tan diversos como la capacidad tecnológica, la confianza de las personas implicadas, las garantías legales, la capacidad de introducir agilidad y flexibilidad en los procesos, y todo un conjunto de retos que ya son ineludibles para los equipos directivos de cualquiera de nuestras organizaciones públicas y privadas.
La siguiente ola que ya llega es la de los programas. Si los datos son la materia prima, el software que los trabaja es la planta de producción que debe general el valor. ¿Con qué programas trabajas los datos que llegan a tu organización? Puedes hacerlo con un Excel, y hacer que se sumen automáticamente los importes de los pedidos que entran e ir viendo en tiempo real lo que estás facturando, pero ya sabemos que no es eso. Hacen falta herramientas más sofisticadas, y en el mercado hay soluciones de software potentes para organizar y ejecutar procesos logísticos, financieros, comerciales o de marketing. Programas que podemos hacernos a medida, comprarlos, o comprar una base sobre la cual hacernos nuestra propia adaptación. Pero la ola que llega ya no es sólo esto.
Podríamos resumirlo de manera muy burda en cuatro fases: una primera en la que tenemos algunas personas, internas o externas, programando código para decirle a un ordenador lo que debe hacer y una segunda en la que tenemos a mucha gente desarrollando mucho software para decirle a muchos sistemas lo que deben hacer. La novedad viene ahora: en la tercera ya deberías tener algún software desarrollando las reglas que rigen algún sistema, porque en la cuarta fase ya deberías tener mucho software controlando muchos sistemas con reglas que tú no has fijado.
No servirá de nada tener tantos datos si solo los utilizamos de la manera secuencial y previsible del software clásico
Es una manera tonta, pero espero que útil por simple, de intentar hablar de inteligencia artificial. Sistemas informáticos que aprenden de su propia experiencia, que interpretan los datos, reconocen patrones, aprenden pautas, acumulan conocimiento, predicen resultados y llegan a conclusiones e incluso a decisiones. Ya no ejecutan secuencialmente aquello que un humano ha programado, sino que aprenden y evolucionan.
Hasta ahora podías interpretar como un síntoma de obsolescencia que no tuvieras ningún problema serio relacionado con los datos. Ahora tienes otra señal de alerta si no te estás preparando para tener programas que te digan cosas que no sabes y no habías previsto. No servirá de nada tener tantos datos si sólo los utilizamos de la manera secuencial y previsible (if… then) del software clásico. Ponte en contacto con grupos de investigación de tu entorno, haz pequeñas pruebas en ámbitos de la empresa que no consideres críticos, pero empieza a entrenarte con estas nuevas maneras de hacer. Tanto con los datos como con la inteligencia artificial deberemos aprender dónde están los límites, atender los aspectos legales y éticos, y no sólo los técnicos, y aprender dónde y cómo nos pueden resultar más útiles y eficientes. Pero empecemos, porque forma parte de la agenda estratégica de los próximos años, sea cual sea tu sector.