Estos últimos meses he ido siguiendo con intensidad las informaciones sobre las reformas de pensiones que se están llevando a cabo. Sobre todo, voy leyendo como se han enfocado las discusiones en Francia y como se ha hecho en España. Las diferencias son notorias, sobre todo por lo que respeta a la transparencia. Y a la democracia.
Si ustedes han ido viendo mínimamente las noticias que vienen de Francia, habrán observado que la discusión allí es abraonada: la gente se ha tirado a hacer manifestaciones. Francia es así y el hecho se acepta con normalidad. Aquello que aquí nos escandaliza y hace que, inmediatamente, a la que se queman dos contenedores, todo el mundo se desmarque, allá no. Llevan a la sangre el espíritu de la Revolución, y por eso son líderes en muchas cosas de las cuales, después, nosotros nos beneficiamos: vacaciones pagadas, jornada de ocho horas o seguridad social. Hace años instauraron la semana de treinta y cinco horas y todo el mundo, todo, predijo un desastre. Pues no. El país continúa con unos niveles económicos envidiables. Claro que las responsabilidades individuales no las esquiva nadie. Dependiendo de los años, Francia tiene los índices de productividad más elevados del mundo. Por encima de alemanes o, incluso, americanos, por supuesto.
Los debates en Francia no se esquivan. El de las pensiones, menos. A nosotros nos llega que los franceses se jubilan, ahora a los 62 años. Es cierto. Pero solo si has contribuido cuarenta años. En España, si no voy errado, son 37 y medio, y llegados a los 65 casi no se jubila nadie. Bien, el caso es que el proyecto de ley entró en la Asamblea Nacional (el equivalente en el Congreso de Diputados) y allí lo han invertido mediante negociaciones largas. El partido del presidente Macron no tiene mayoría y las cosas se han tenido que hablar. Además, en Francia los diputados son elegidos por distrito unipersonal, lo que hace que el diputado no se deba, necesariamente, al partido. Una vez acabados los trámites en la Asamblea, el texto ha pasado al Senado. El Senado, en Francia, no es una cámara de segunda. Tiene las mismas atribuciones que la Asamblea Nacional y generalmente una composición diferente. Parece que el texto allí está un poco encallado.
Los debates en Francia no se esquivan
Si giramos la mirada hacia aquí observaremos que la falta de transparencia es total. Siempre. Una vez el gobierno es investido, el Congreso de Diputados es un órgano puramente administrativo. Una máquina de votar automática. Una pura inutilidad. Parafraseando Clemenceau, podemos decir que en España, toda ella, con Catalunya incluida, hay dos órganos inútiles: la próstata y los Parlamentos. ¿Los agentes sociales? ¡Si están todos comprados! Ahora mismo, algunos franceses no se explican la docilidad de los sindicatos españoles con la ley de pensiones. Y con tantas otras cosas, añado yo.
En artículos anteriores he querido remarcar la suerte que ha tenido el señor Pedro Sánchez en el tiempo que lleva en el cargo. La desgracia del Covid fue mundial. ¿Y en España, la gestión de la pandemia fue europea -se imaginan como hubiera ido el tema vacunas sin la coordinación de la Unión Europea (UE)? Pues bien, resulta que la maldita Covid vino con un pan bajo el brazo: los fondos NextGen. Haciéndolo redondo, 70.000 millones en subvenciones a no devolver y 70.000 más en préstamos. De momento, España no se ha apuntado a los préstamos, pero sí a la totalidad de las subvenciones. Si alguien se pensaba que España soltaría una moma como las subvenciones, iba equivocado -¡Por favor, todavía hay profesionales!-. Significan para el trienio 2021-2023 un 1% del PIB cada año.
Ahora se aproxima la tercera entrega de dinero: 9.000 millones. Los fondos NextGen están condicionados a qué España, lleve a cabo determinadas reformas que se están ejecutando sin ruido, dejando el alboroto a las leyes que propone Unidas Podemos que, aunque radical y mal hechas, afectan un mínimo de la población. Las leyes importantes, las de reforma que reclama la UE, las inicia el PSOE. Y, entre las demandas exigidas, está la reforma del sistema de Pensiones. ¿Alboroto? Ninguno.
Los fondos NextGen están condicionados a qué España lleve a cabo determinadas reformas que se están ejecutando sin ruido
La reforma se aprobará aquí sin saber como. Ni si el contenido es bueno o malo -la UE solo exige que sean económicamente sostenibles-. ¿Los sindicatos? Ni silban, claro. La CEOE, también vive de la subvención. Y el PP, tampoco puede hacer demasiado ruido. ¿A ver quién quiere correr el riesgo de ser acusado responsable de que la UE no nos envíe 9.000 millones? Y, así, vamos tirando...