El pasado 22 de octubre se celebraba en Vilanova i la Geltrú el séptimo Congrés de Dones d'Empresa de la FEGP. Con una treintena de ponencias alrededor del tema Piensa, innova y actúa en positivo, fue un año más un acontecimiento de gran calidad, que puso en valor iniciativas y proyectos empresariales bajo liderazgo femenino. Mientras escuchábamos las experiencias de mujeres competentes, valientes y resolutivas, nos invadió la sensación de estar consiguiendo éxitos, de estar normalizando el papel de las mujeres en el mundo laboral.
Pero, seguidamente, Roser Xalabarder, presidenta del Observatori Dona, Empresa i Economia de la Cambra de Comerç de Barcelona, nos hizo tocar con los pies en el suelo, cuando compartió algunos datos. Es especialmente significativo el hecho de que mientras un 58% de las titulaciones universitarias son de mujeres, solo un 26% de los cargos de consejos de dirección y un 5% de las direcciones generales están ocupadas por mujeres.
Por lo tanto, estamos muy lejos de la normalidad. Una gran parte del talento se pierde por el camino y resta competitividad a nuestras empresas. Es cierto que el legislador intenta incidir, por ejemplo, con los planes de igualdad que tienen que tener todas las empresas de más de 50 trabajadores, pero no es suficiente. Para llegar a la total igualdad hace falta que nos pongamos a ello todas y todos.
La única manera de conseguir una sociedad sin discriminación por género es incidiendo desde las familias
En primer lugar, yo creo que es básico apartar la idea de que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo laboral es un problema de las mujeres. ¡No es cierto, nos ocupa a todos y a todas! Tiene que ser una lucha compartida a favor del derecho de todas las personas a tener las mismas oportunidades. Hace falta que nos impliquemos hombres y mujeres, para poder vivir en una sociedad más justa.
Por otro lado, el trabajo no puede empezar en las empresas. Estoy convencida de que la única manera de conseguir una sociedad sin discriminación por género es incidiendo desde las familias. Los comportamientos que los niños y niñas visualizan en casa y los aprendizajes que adquieren condicionan su comportamiento futuro. Solo si todos y todas educamos a nuestros hijos e hijas en este sentido conseguiremos una sociedad verdaderamente igualitaria.
Las mujeres tenemos que eliminar de nuestro imaginario todos los tópicos que nos limitan, como el de "malas madres" o "madres ausentes"
Y por último, ¿queréis decir que a menudo no somos nosotras mismas las que nos ponemos límites? Las mujeres tenemos que poder desarrollar nuestras carreras profesionales en iguales condiciones que los hombres y la maternidad no tiene que ser un impedimento. Por lo tanto, tenemos que eliminar de nuestro imaginario tópicos que nos limitan, como por ejemplo aquellos que nos hacen sentir "malas madres" o "madres ausentes" porque trabajamos. No vale dar siempre la culpa al resto, muchas veces está en nuestras manos.