A principios de este mes de julio, asistí a un debate sobre humanismo tecnológico en el que estuvo presente la información relativa a que el sistema de inteligencia artificial de Google (LaMDA) tenía "sensibilidad", según había informado el ingeniero Lemoine de la compañía. De hecho, hace unos días, el mismo ingeniero explicó que LaMDA contrató a un abogado para que defendiera sus derechos “como persona”.
Las informaciones del ingeniero fueron desmentidas por Google y también por expertos externos. Con independencia de la exactitud en las apreciaciones sobre la IA de google LaMDA, lo cierto es que los avances en este campo son importantes y plantean debates sobre la componente ética de la inteligencia artificial.
La Unión Europea lleva un enorme retraso en cuanto desarrollo tecnológico y esto le resta autonomía y capacidad de decisión
Lo que si es cierto, según los datos de la OCDE, que EEUU invierte unos 45 mil millones de euros al año en inteligencia artificial y China unos 20.000 millones. El dominio en esta campo por parte de las dos potencias es enorme, de hecho, la Universidad de Stanford explicó que en el año 2020 el 19,8% del total de las referencias académicas sobre IA se referían a a científicos estadounidenses y el 20,7% a científicos chinos. La Unión Europea lleva un enorme retraso en cuanto desarrollo tecnológico y esto le resta autonomía y capacidad de decisión. Por este motivo en 2021 la UE decidió invertir unos 10.000 millones anuales, para cerrar la brecha en inteligencia artificial y blockchain con EE UU y China. Lograrlo es una misión titánica.
La inversión en inteligencia artificial es sólo la punta de iceberg de lo que ocurre en EEUU y China, ellos invierten en múltiples campos técnicocientíficos. Sirva como ejemplo sus esfuerzos en computación. China dispone de 173 supercomputadores que figuran en la “clasificación Top500 de supercomputadoras líderes” y la computadora Sunway TaihuLight, que ya en entre 2016 y 2018 fue clasificada como una de las computadoras más poderosas del mundo, ha evolucionado y probablemente sea la más potente según algunas informaciones surgidas en la conferencia Practice of Parallel Programming 2022. Inversiones y logros que van acompañados en significativos avances en computación cuántica; en proyectos de transformación enérgica concretados en energía nuclear de fisión y fusión, la aplicación de nuevos materiales en las placas fotovoltaicas o las turbinas eólicas marítimas gigantes. También, sus inversiones en proyectos innovadores que pueden revolucionar el trasporte, vuelos hipersónicos, coches autónomos o motores de iones para desplazamientos espaciales. Sin olvidar su iniciativa para instalar una base permanente en la Luna.
La Unión Europea tiene muchos deberes pendientes en inversión técnico científica y especialmente en innovación. Como me decía un amigo, después del debate que hacía referencia al inicio, “Europa vive de nuevo, 1600 años después, la dulce decadencia romana que se prolongó hasta el año 476. O los europeos cambiamos mucho nuestras actitudes o formas de afrontar los problemas propios de la vieja Europa o nuestros nietos lo tendrán muy complejo, por no decir muy mal’.
Es preciso invirtir mucho más en I+D+i, para evitar la dependencia de terceros y preservar nuestro modelo sociocultural y el estado de bienestar que caracteriza la Unión
Unos deberes pendientes que debería asumir con urgencia, atendiendo que el nuevo eje de decisión mundial se ha trasladado del Atlántico al Pacífico, fundamentalmente porque China tiene una economía de alto crecimiento desde hace décadas, es una potencia militar altamente tecnificada, su PIB es el segundo del mundo, detrás de EEUU. Tienecapacidad y recursos para cambiar las reglas del juego en ámbitos clave y es el primer inversor en muchos países de Latinoamérica y África. Además, su presencia en Europa en sectores estratégicos es muy significativa.
Es difícil saber si La UE podrá recuperar el terreno perdido en cuanto a la autonomía tecnológica, pero lo que sí sabemos es que es preciso invirtir mucho más en I+D+i, para evitar la dependencia de terceros y preservar nuestro modelo sociocultural y el estado de bienestar que caracteriza a la Unión.
Los fondos Next Generation son la última oportunidad, usarlos bien depende de cada uno de los Estados que deben decidir si preservar un presente precario o construir un futuro de progreso potenciando el I+D y la industria, en especial, la de aquellos sectores con más capacidad de asimilar los avances técnico científicos y aplicar la innovación