Territorio y productividad

07 de Noviembre de 2017
Act. 07 de Noviembre de 2017

La productividad se mide por el cociente entre producción (valor añadido) y las horas trabajadas. En un país, más productividad quiere decir más trabajo hecho en menos tiempo, como también hacer en mejores condiciones, para así poder producir más. Dentro de una empresa la productividad requiere maquinaria y organización que aumente el valor del trabajo por hora dedicada. Ahora bien, también el territorio contribuye a la productividad de las empreses.

No sería el mismo que todo el mundo viviera en urbanizaciones dispersas y trabajando en polígonos industriales, que en un espacio industrial hecho por ciudades y con muchos usos en estrechada relación (servicios, formación, investigación...). Las viejas ciudades industriales eran un modelo productivo, puesto que las horas trabajadas lograban un alto rendimiento gracias a la interacción social. Cierto que hacen falta carreteras y ferrocarriles, pero los centros productivos no se dispersaban, más bien estaban concentrados e interrelacionados con otros elementos de la sociedad. En cambio, las viejas colonias fabriles a raíz de ríos estaban ligadas a una potente infraestructura hidráulica, a carreteras y ferrocarriles, pero su continuidad económica ha sido prácticamente imposible. Por el contrario, las ciudades industriales se han reconvertido, han crecido, han evolucionado y, incluso, han explosionat hacia un territorio vecino mucho más ancho.

Si en un territorio industrial tenemos que ser productivos, lo seremos si somos precisamente más ciudad, más territorio integrado, tal como lo eran las viejas ciudades industriales y como por ejemplo precisamente no somos. Una pila de viejos centros fabriles, unos polígonos, unas urbanizaciones dispersas, equipamientos sueltos, el mismo carácter de periferia de la capital..., no son elementos que nos hagan ciudad productiva y, por eso, la periferia económica de Barcelona es menos productiva del que sería deseable. El problema no es simplemente el de la distribución interna de las mercancías y la conexión con las grandes infraestructuras de relación exterior sino, más bien, el de cohesión interna como ciudad, en este caso, industrial. Los polígonos están como las viejas colonias textiles, comunicados sí, pero a la vez aislados.

"La periferia económica de Barcelona es menos productiva del que sería deseable"

En nuestro caso, una opción para ganar productividad vendría de la mejor interrelación urbana de las diferentes piezas fragmentadas que conforman un territorio. Aquello que es productivo es disponer de servicios a las industrias, de banca, de formación, ... en un marco estrechado de relaciones sociales urbanas y no en unos espacios segregados y de monocultivo. Nos haría falta un espacio industrial con más cohesión física y social. Esta sería, en todo caso, una opción a medio plazo, sin resultados de hoy por mañana, que hay que preparar con una cierta visión general.

Si la ciudad residencial es polifuncional e integrada, la ciudad industrial también lo tendría que ser. Sólo una pregunta: es imaginable una formación profesional que integre el mundo escolar y el fabril en un escenario disperso como el actual? Podrán hacer prácticas unas decenas de miles de estudiantes de formación profesional en un territorio de fábricas aisladas en polígonos, el acceso a los cuales es costoso en tiempo y medios de transporte? - Pues, no... Una óptima relación entre industrias e institutos de formación profesional tendría que formar parte de las estrategias territoriales de un ámbito productivo intensamente metropolitano.

"Podrán hacer prácticas unas decenas de miles de estudiantes de formación profesional en un territorio de fábricas aisladas en polígonos"

Los polígonos tienen que ser un trozo el más pareciendo posible en la ciudad. Tienen que contener servicios y dotaciones, prácticamente de todo, excepto viviendas, de la misma forma que el resto de ciudad contiene diversidad, excepto industrias. La opción es un territorio ciudad.

Para un territorio productivo hay que poner sobre la mesa la absoluta prioridad de su conversión en espacio con calidad urbana. No será una dosis de caballo de nuevas infraestructuras aquello que nos hará avanzar, sino una inversión dispersa y difundida e intensa de urbanidad. Y esta quiere decir aportar calidad ambiental en las áreas industriales y llegar a la igualación de calidad de vida entre pueblos y ciudades, con una movilidad razonablemente organizada.

El territorio metropolitano tiene que ser visto como un todo unitario, no como una lucha o una competencia de un municipio contra el otro. Es el sentido colectivo y la cooperación aquello que más puede aportar a todo el mundo.