La tragedia de la Comunidad Valenciana: mala gobernanza y corrupción

Estoy en la capital de una comarca, hablando con un amigo —mantengo la confidencialidad porque ya se sabe que el caciquismo aún opera en muchos lugares de Catalunya. En la conversación surge el tema de las inundaciones en la Comunidad Valenciana. Le comento que todo eso es resultado de muchas malas decisiones. Él me dice: “Mira, yo vivo en lo alto de una pequeña colina. Abajo hay un pequeño valle por el que siempre ha bajado agua cuando llueve fuerte. Cuando el propietario de esos terrenos fue concejal en el ayuntamiento, esos terrenos se recalificaron para hacerlos edificables. Y allí se construyeron casas adosadas. Con los años, algunos de sus propietarios han ido pasando por el ayuntamiento quejándose de que, cuando baja agua, los garajes se inundan. La respuesta del ayuntamiento es implacable: que se lo hagan mirar, que el asunto no es su responsabilidad, ya que todo se hizo según la ley”. Este amigo me comenta que muchos de esos propietarios han vendido la casa. A precio de saldo, claro.

“¿Por qué un terremoto de gran magnitud causa miles de muertos en determinados países y apenas unos pocos heridos o escasos fallecidos en Japón?”

La habilidad secular de los gobernantes españoles consiste en desviar la atención y practicar el populismo. ¿O acaso piensan ustedes que los latinoamericanos han heredado esas características de los centroeuropeos? ¿Alguien sigue creyendo que la diferencia existente a ambos lados del río Bravo es obra de los extraterrestres? Este razonamiento, que tengo profundamente arraigado, me viene a la cabeza ahora porque las imágenes que nos llegan de la Comunidad Valenciana son propias de países tercermundistas, corruptos y mal gobernados: América Latina, India, Filipinas, Tailandia, etc. ¿Por qué un terremoto de gran magnitud causa miles de muertos en determinados países y apenas unos heridos o escasos muertos en Japón?

Lo que quiero significar es que hemos entrado en un periodo de demagogia y populismo. Y ya verán cómo la sangre política no llegará al río. ¿Que gobierna el PP en la Comunidad Valenciana y resulta que no se avisó a tiempo? ¿Y? Hasta hace poco gobernaba el PSOE y no se había padecido una desgracia tan grande. Entre estos partidos se arreglarán de forma afinada porque, como en el chiste, “¡entre mandos no hay putadas!”.

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El hecho de difundir que no se avisó a tiempo forma parte de esta operación —fíjense que el PSOE no insiste en este tema. Y es que equivale a no enfriar a un enfermo que está a 42° de fiebre. ¿Quizás se habrían salvado vidas? Muy probablemente. Pero la enfermedad que ha causado el desastre no es la fiebre. Ni el cambio climático, como argumenta cierto periodismo del régimen protegiendo a quienes les pagan el salario. No, señor. La enfermedad consiste en años de corrupción urbanística. Y todos los partidos, todos, son culpables. Recalificar y construir en terrenos que no son aptos. Financiar su partido y practicar la corrupción ha sido la prioridad de los ayuntamientos españoles desde la muerte de Franco. La mala gestión cotidiana posterior ha hecho el resto, como por ejemplo no construir o mantener operativas las infraestructuras destinadas a mitigar los daños que esta corrupción urbanística genera —¡ni siquiera eso han hecho!

“La habilidad secular de los gobernantes españoles consiste en desviar la atención y practicar el populismo”

Ahora llega la etapa de la verbosidad solidaria y la demagogia inflamatoria. Y del aprovechamiento de la desgracia para desgastar al enemigo —las manifestaciones “espontáneas” son un claro ejemplo de ello. El gobierno español ya ha solicitado ayudas económicas a la Unión Europea, y lo hace —juro haberlo oído al presidente Sánchez— como compensación por la solidaridad española, que está haciendo que Europa crezca económicamente más de lo que debería. ¡Qué cara más dura! No solo sufrimos la desfachatez de quienes mal gobiernan. Además, la exportamos a Europa.

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