Hace ya unos cuantos años que uno de los temas de moda en el ámbito empresarial es el término Transformación Digital, término del que todo el mundo hablaba, pero no todo el mundo entendía (o al menos no en toda su profundidad). Con el imparable avance de la inteligencia artificial y la supremacía de esta tecnología sobre otras, intuyo que vamos a dejar de utilizar este término (aún no tengo muy claro cuál será el nuevo vocablo) y, antes de que esto ocurra, me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones sobre él. Empecemos por su definición.
La consultora McKinsey, en una de sus muchas publicaciones sobre el tema, la define como: "la transformación digital es la reconfiguración de una organización, con el objetivo de crear valor mediante la implementación continua de tecnología a escala".
Queda implícita en esta definición que en este proceso, no se trata simplemente de adoptar nuevas herramientas digitales, sino que hablamos de una reconfiguración profunda en la forma de operar de una organización, así como en su interacción con sus clientes y su toma de decisiones. La meta es clara: crear valor a través de la implementación continua de tecnología a gran escala. Esta transformación ha sido un imperativo estratégico para aquellas empresas que han querido mantenerse competitivas en un entorno empresarial cada vez más impulsado por la tecnología.
"La meta es clara: crear valor a través de la implementación continua de tecnología a gran escala"
Es muy importante cuando hablamos de este tema, poner en valor la palabra transformación frente a la digital, pues lo digital solo es el calificativo para la sustancial acción que debemos llevar a cabo: transformar.
Analizamos de forma más exhaustiva estas dos palabras: transformar es, por definición, hacer cambiar de forma a algo o a alguien, transmutar algo en otra cosa y, cuando hablamos de transformación digital con la ayuda (inestimable) de la tecnología.
Digitalizar es el proceso de pasar de procesos analógicos u objetos físicos a digitales. Pasar de almacenar la música en un vinilo o casete a almacenarla en un Compact Disc es digitalizar, pero el paso de consumir esta música en la nube bajo demanda y por suscripción (Spotify) es transformar. En la digitalización no cambia mucho más que el soporte, la cantidad de almacenamiento y quizás la calidad de esta música, pero seguimos comprando música de la misma manera, y solo disponemos de la música que compramos.
La manera de ganar dinero de las discográficas y de los músicos es ingresar en función de unidades de almacenamiento vendidas (vinilos, casettes o CD’s). Cuando pasamos a las plataformas en streaming de música, cambia radicalmente todo, empezando por la experiencia del consumidor. Consumo la música que quiero en el momento que quiero pagando una suscripción mensual que me da derecho a prácticamente toda la música existente. También cambia el modelo de ingresos para los productores de esta música. Claramente es una transformación.
"Digitalizar es el proceso de pasar de procesos analógicos u objetos físicos a digitales"
Volvamos ahora a otra definición que me gusta más utilizar y que incluye lo comentado anteriormente.
La transformación digital de una compañía es la transformación de su cultura, personas, estrategia, procesos e incluso de su modelo de negocio para adaptarse a la nueva economía liderada por el consumidor digital. Es decir, la transformación digital de una compañía impacta en todas sus áreas de forma holística y, a veces, incluso nos permite revisitar nuestro modelo de negocio o crear uno paralelo, aprovechando las ventajas de la tecnología bien utilizada y está plenamente orientada al consumidor.
Precisamente porque en muchas ocasiones hemos puesto el énfasis en lo digital y no en el proceso de transformación, hemos cometido muchos errores en este arduo camino que pueden englobarse en dos principales:
- Minimizar la importancia y la dificultad de transformarse de las personas, (sobre todo en el caso de empresas con una larga trayectoria) y no dedicar recursos a trabajar esta cultura digital y el upskilling necesario para ello. La transformación organizacional y de las personas es otro componente crítico. Adoptar nuevas tecnologías y digitalizar procesos no tendrá éxito si no se aborda el cambio cultural necesario. Esto incluye no solo la capacitación del personal en nuevas herramientas y metodologías, sino también la creación de un entorno que fomente la experimentación, el aprendizaje continuo y la adaptación al cambio. El talento interno es un pilar fundamental en una transformación digital exitosa. Debemos desarrollar y retener un equipo de talento digital que trabaje de la mano con los expertos en negocios. Esto no solo acelera el desarrollo y la implementación de soluciones tecnológicas, sino que también permite que la innovación se convierta en una ventaja competitiva sostenible.
No empezar esta transformación con el problema de negocio que queremos resolver, genera innovaciones aisladas sin un impacto significativo en el mismo. Y muy importante, para que una transformación digital tenga éxito, debe ser liderada desde el nivel más alto de la organización. Para que la empresa no solo use lo digital, sino que se convierta en digital, se requiere una participación activa del CEO y del equipo directivo. Sin este liderazgo, las iniciativas digitales corren el riesgo de quedarse en proyectos aislados que no logran transformar el negocio de manera integral.
Por último, me gustaría acabar compartiendo dos de los aspectos esenciales que debemos tener en cuenta para asegurar el éxito de este proceso:
- La transformación digital es un proceso continuo, no es un proyecto con un final definido. La tecnología y las expectativas de los clientes evolucionan rápidamente, lo que significa que las empresas deben estar en constante adaptación y mejora. Esto requiere una mentalidad de innovación continua, donde el aprendizaje y la iteración sean parte del día a día de la compañía.
"El talento interno es un pilar fundamental en una transformación digital exitosa"
- Es crucial que la transformación digital no se vea como una iniciativa aislada, sino como parte de una estrategia más amplia de innovación que esté profundamente integrada en la organización. Las empresas deben estar preparadas para reevaluar y ajustar continuamente sus enfoques a medida que evolucionan las tecnologías y las necesidades del mercado. El liderazgo de esta transformación debe estar a cargo de roles específicos dentro de la organización que aseguren que las iniciativas digitales no solo se implementen, sino que se adopten y escalen de manera efectiva.
En resumen, la transformación digital es un proceso integral que va más allá de la simple adopción de tecnología. Requiere una estrategia clara, un enfoque en la resolución de problemas de negocio, un equipo de talento comprometido y un liderazgo fuerte que guíe el cambio organizacional.