Quedó muy desdibujado, y casi ya no sehabla, pero a mediados de noviembre, a Göteborg, los 27 miembros de la UE han aprobado el llamado Pilar Europeo de Derechos Sociales. Junto con la Política Común de Seguridad y de Defensa aprobada unos meses antes, se trata de dos iniciativas que pretenden reaccionar a las fuertes preocupaciones ciudadanas de nuevas inseguridades y de incremento de las desigualdades económicas, que se hacen evidentes a muchos países de la zona.
Los movimientos euro escépticos de extrema derecha tienen sobre todo un carácter populista y xenófobo que hay que combatir. Pero las críticas provenientes de la izquierda están mucho más fundamentadas. Es clara la deriva antisocial de la política en muchos países europeos durante los últimos 20 años. Encima, las equivocadas políticas anticrisis, basadas en la austeridad, la reducción del gasto social, y las reformas del mercado laboral, han provocado que sean las partes más débiles de nuestras sociedades las que han soportado de forma desproporcionada los costes de la crisis (paro, salarios bajos, y recortes de servicios sociales).
Creo que es importante que tomemos todos conciencia que, durante el pasado siglo, el gran apoyo de la mayoría de nuestras sociedades a la construcción de la UE estuvo, en gran parte, basado en la constatación del progreso económico y social que comportó este movimiento, apoyado a las horas por partidos de derecha moderada y por las socialdemocràcies. Pero el modelo de aquellos años se rompió los 90.
"Hace falta una ampliación importante del presupuesto de la UE que permita transferencias de rentas con finalidad inversora y de mejora de la competitividad"
Me gustaría pensar que el pacto de Göteborg significa una reorientación, y una recuperación, en el ámbito europeo y adaptado a los nuevos tiempos, del espíritu de los pactos sociales que, a escala de Estados, funcionaron desde los 50 hasta los 90. Pero, para que esto no quede sólo en palabras vacías o en declaraciones formales, hacen falta al menos tres tipos de actuaciones:
- Identificar claramente cuáles son las áreas donde se tiene que actuar: niveles de salario mínimo en función de la renta per cápita, regulación del trabajo temporal o parcial, derechos de los trabajadores autónomos, igualdad de retribución por igualdad de trabajo, conciliación laboral, regulación del trabajo en linea, calidad de los servicios sociales, revisión de la negociación colectiva, reformas fiscales para asegurar la sostenibilidad del sistema público y mejorar la redistribución...
- Teniendo en cuenta que la mayoría de estas competencias son actualmente de los Estados, hacen falta Directivas Europeas que fijen orientaciones y pongan marcos a las legislaciones nacionales, respetando las evidentes diversidades entre las economías de cada miembro.
- Aceptando esta diversidad, se tiene que volver a poner en marcha la perdida voluntad de convergencia entre las economías del Euro, y esto supone, sin lugar a dudas, una ampliación importante del presupuesto de la UE que permita transferencias de rentas con finalidad inversora y de mejora de la competitividad, ampliación que pedirá el establecimiento de algún impuesto de carácter europeo.
Si, en contraste con la dinámica que hemos visto en el tema de la Defensa, durante los próximos meses no se ven movimientos en estas direcciones, podremos pensar que la declaración de Göteborg tiene una parte importante de camelo. Pero no buscáis los culpables en Bruselas; los encontraréis en las capitales de la mayoría de los Estados de la UE.