Volver a los básicos

15 de Enero de 2024
Marc Argemí  | VIA Empresa

Ahora que los diálogos con ChatGPT comienzan a ser una herramienta de oficina en algunos sectores, como el servicio de correo electrónico o las aplicaciones de videollamadas, se confirma una vez más que lo que diferenciará la competitividad de las empresas en relación con la IA no será solo la capacidadtecnológica -que también, pero en menor medida debido a que estos sistemas son globales- sino sobre todo la habilidad de los equiposhumanos para sacar provecho de ello.

¿Quién puede enseñarnos a utilizar la IA? ¿Cuáles de sus utilidades son las más adecuadas para nuestras necesidades? Y aún más, ¿cuáles se supone que son las necesidades que debe abordar? ¿Es la IA la que debe enseñar a los humanos? El hype todavía está en plena vigencia, y hay muchas respuestas posibles que ya se discuten en podcasts, conversaciones sociales y medios de comunicación. Pero lo que es decisivo, en esta etapa de desarrollo, es el aprendizaje a partir de la experiencia con estos sistemas.

La experiencia reflexiva y pensada es lo que probablemente hará avanzar más el conocimiento y la explotación de las posibilidades que se nos presentan con la IA. Dicho de otra manera: la IA nos devuelve a los básicos. A recordarnos que solo es una herramienta y que la explotación de las posibilidades dependerá del software humano -los buenos hábitos de comportamiento y pensamiento- del cual estemos dotados.

La experiencia reflexionada, y pensada, es aquello que hará progresar más el conocimiento y la explotación de las posibilidades que se nos abren con la IA

Con buenos hábitos básicos, me refiero, por ejemplo, a la valentía de hacerse preguntas incluso cuando puede implicar el costo de salir de la comodidad gregaria. O también, a la madurez que le permite a una persona asumir que, cuando se trata de aprender, el esfuerzo por saber más a menudo proporcionará menos placer, en la medida en que lo impulsará más allá del terreno de lo que es seguro y ya conocido. La constatación, entonces, de que 1) el aprendizaje no es solo un resultado satisfactorio -quiero saber esto, ahora mismo, a un clic de distancia- sino también un proceso que puede ser costoso, y que 2) no existe el primero sin el segundo.

También me refiero a la capacidad de tomar distancia crítica para comprender lo que uno mismo está sintiendo: reflexionar sobre la información que nos proporcionan nuestras emociones y de esta manera integrar la emotividad, educarla y orientarla sin acabar prisionero de las reacciones irreflexivas. Cada avance tecnológico activa miedos y esperanzas que tienen más base en la psicología misma que en la tecnología en sí misma.

De la misma manera, pero en sentido inverso, la IA nos recuerda que quizás estamos incapacitados para aprovecharla precisamente porque los hábitos que hemos cultivado no facilitan este aprendizaje.

Un mal hábito, por ejemplo, es la obsesión por la seguridad a toda costa, independientemente de si la certeza en la que nos aferramos está basada en la verdad o no. Este inmovilismo es una verdadera lacra cultural que está en el fondo de muchas oportunidades perdidas. Si quieres avanzar, debes estar dispuesto a reconocer que tu comprensión del mundo puede estar equivocada y que no supone una humillación cambiar de opinión si los nuevos datos así lo recomiendan.

En aquello que es maquinal, las máquinas siempre tendrán alguna posibilidad de ganarnos

Un segundo mal hábito, consecuencia del anterior, es el encierro en castillos de confortabilidad, en burbujas de autorreferencia, donde la interacción social y el consumo de información solo se mantienen con personas que piensan lo mismo y no representan ninguna posibilidad de controversia. Si quieres avanzar, debes entender que la controversia, el debate con quienes piensan diferente, no solo es inevitable sino necesario, ya que me complementa y enriquece. Y ligado a esto mismo, un tercer hábito poco saludable es la tendencia a juzgar por encima del esfuerzo de comprender: una comprensión que no implica necesariamente un juicio de aprobación, pero sí siempre empatía y sentido de apertura.

Es el momento de volver a lo básico, de ir a aquellas cosas que nos hacen genuinamente diferentes de las máquinas. Porque en lo que es maquinal, ellas siempre tendrán alguna posibilidad de ganarnos.