La gran industria tecnológica está cerrando el círculo alrededor de la próxima presa: el sector de la salud. Si hay un sector intensivo en datos, sustentado en conocimiento, con necesidades de personalización y de eficiencia, este es el sector de la salud. Y si hay alguien que puede ofrecer estas capacidades son los grandes depredadores digitales, las BigTech, el sistema GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft). Cada día se dan claros movimientos tácticos en la dirección de hacerse con el control del sector.
Hace un año, Amazon compró la cadena farmacéutica PillPack. Amazon quiere combinar su plataforma multi producto de venta online con la distribución de medicamentos a domicilio. Con una población cada vez más envejecida, la compra de medicamentos por Amazon tiene todo el sentido. En paralelo, Amazon, Microsoft y Google están preparando sistemas de receta automática: las conversaciones con el médico serán registradas y convertidas en recetas digitales o en notas que acompañarán la documentación clínica. Hace poco se inauguró un servicio de pedido de medicamentos por voz, a través de Alexa, en partnership con Giant Eagle Pharmacy. Pronto, Alexa será nuestro interlocutor médico.
Amazon, una empresa con una increíble capacidad de exploración y escalado de nuevos negocios (quizás la más ambiciosa de las cinco BigTech , y la de trayectoria más sólida) ya hace tiempo que testea el atractivo del negocio de la salud con Amazon Care, un servicio experimental por sus empleados en la zona de Seattle, que se ofrece en colaboración con entidades financieras como JP Morgan y Berkshire Hathaway. Incluye servicios sanitarios presenciales y en linea, con chats y vídeos remotos, visitas de seguimiento y distribución a domicilio de los medicamentos.
" Ya no habrá que hacer análisis físicos para saber qué nos pasa, lo sabremos gracias a algoritmos y correlaciones matemáticas"
El asalto al sector de salud se da por múltiples flancos. Al fin, la combinación de información genética (pronto, todos tendremos nuestro código genético descodificado y colgado en el servidor de alguna gran empresa tecnológica), nuestros hábitos personales (donde vivimos, por donde nos movemos, que compramos por internet, que pagamos con tarjeta, qué aire hemos respirado, cuántas horas hemos trabajado, cuántas horas hemos pasado en el gimnasio ...), e información de nuestras constantes vitales (presión arterial, ritmo cardíaco, peso, temperatura corporal) se pondrán en una coctelera digital con billones de datos de otros individuos, y se extraerán patrones predictivos. Ya no habrá que hacer análisis físicos para saber qué nos pasa, lo sabremos gracias a algoritmos y correlaciones matemáticas que nos compararán con grandes series de pacientes para anticiparnos el que nos puede acontecer. Nadie como Google, Amazon o Microsoft para procesar estos datos y generar un nuevo paradigma de práctica médica y de medecina predictiva.
Ya hace tiempo que en China se han desplegado el equivalente en centros de atención primaria totalmente robotizados, sin personal médico. Cabinas distribuidas por las calles donde un sistema de inteligencia artificial te atiende como lo haría un médico: te pide qué te pasa, te hace un reconocimiento físico con cámaras de visión artificial, te ausculta, te mira la presión... y te diagnostica. En el Reino Unido, Amazon se ha asociado al Sistema Nacional de Salud para hacer consultas sencillas a través del dispositivo. El momento es idóneo: los sistemas sanitarios necesitan centrifugar actividades de los hospitales por la crisis de las finanzas públicas.
Está mucho más cerca del que nos parece que Alexa empiece a dar servicios de salud. Quizás muy pronto nos subscribiremos a una app que se ocupará íntegramente de nuestro bienestar físico: nos recomendará la dieta (o comprará, directamente, aquello que es más saludable por nosotros), nos avisará de hábitos incorrectos, nos diagnosticará qué nos pasa cuando no nos encontramos bien, gestionará nuestros seguros, nos alertará que hoy no toca café porque tenemos la presión alta. Y nos avisará que vamos al hospital 48 horas antes del primer síntoma de ataque de corazón, porque estadísticamente, el 90% de personas con nuestras características genéticas, peso, edad y hábitos vitales, han sufrido un paro cardiaco pocos días después de Navidad. Big needs, big tech, big business.