Hace 7 años, el día de Sant Jordi de 2013, el economista Germà Bel declaraba al diario La Vanguardia "de esta saldremos juntos, y no saldremos bien si no salimos todos juntos". El ministro Guindos manifestaba entonces que preveía que la economía cayera un 1,5% aquel año. Estábamos saliendo de la crisis financiera de 2008, después de casi cinco años de penurias, con un rebote en W el último mínimo del cual se dio el aciago verano del 2012. 100.000 millones de euros europeos se pusieron en circulación para rescatar el maltrecho sistema financiero español. Nunca dejo de recordar que el déficit tecnológico que nos separa de Alemania es sólo de 20.000 millones de inversión en I+D a escala española, 3.000 en el ámbito catalán. ¡Cómo cambiarían las cosas si en lugar de rescates ajetreados y costosos gastos para tapar agujeros financieros hubiéramos preparado durando mucho tiempo pacientes inversiones estratégicas en tecnologías disruptivas!
"Cómo cambiarían las cosas si en lugar de rescates ajetreados hubiéramos preparado durando mucho tiempo pacientes inversiones estratégicas en tecnologías disruptivas!"
Las noticias de aquel día podían ser firmadas por los corresponsales de hoy, sólo que desafortunadamente este año hablamos de posibles caídas del 8% del PIB. Poco ha cambiado, y poco hemos aprendido. Europa corría riesgo de fragmentación irreversible. Los países norteños tampoco se querían corresponsabilitzar de la carencia de rigor presupuestario del Sur, en aquel momento, y exigían reformas estructurales a nuestra economía. Alemania salió de la crisis con una industria reforzada y con un Plan Nacional de Alta Tecnología que dio lugar al famoso paradigma de Industria 4.0, que lo ha convertido en el país más innovador del mundo según el ranking Bloomberg publicado en enero. Nosotros salimos de la crisis con un 30% menos de empresas innovadoras. La preparación tecnológica del país no es ajena a la respuesta dada al COVID-19. Alemania empieza a reabrir el confinamiento y a reactivar su economía, con un impacto de mortalidad muy inferior al nuestro.
"La preparación tecnológica del país no es ajena a la respuesta dada al COVID-19"
El inicio de la década del 2010 fue un momento de profundo pesimismo. La historia nos demuestra que conseguimos salir, pero a costa de un país más desigual y más precarizado. Los que nos dedicamos a la innovación echábamos de menos la existencia de unos líderes de opinión y de una prensa que entendiera y difundiera el impacto de la tecnología en la economía y la sociedad, una prensa con sensibilidad por la innovación (aquello que en países anglosajones se ha denominado Innovation Journalism). Todavía hoy me llaman periodistas y me piden qué es más importante, si la innovación o la sanidad. Mi respuesta, insistente, es que no hay disyuntiva: innovación y sanidad, porque sin innovación no habrá sanidad sostenible. Ni educación, ni Estado del bienestar. La innovación es la explotación con éxito de nuevo conocimiento. Tenemos conocimiento, pero necesitamos urgentemente crear fuentes de valor sostenible para mantener un sólido Estado del bienestar. Y hoy, muy entrado el siglo XXI, estas fuentes de valor sólo tienen un nombre: talento y tecnología. Lo hemos visto en la respuesta al COVID-19.
En aquella época (2013) yo empezaba una nueva etapa de Decano en la Facultad de empresa y Comunicación de la Universidad de Vic. Hace siete años, me vinieron a visitar los compañeros de VIA Empresa, presentando una propuesta de periodismo cercano, fresco, y con alta sensibilidad innovadora. Un periodismo emprendedor, que pretendía poner en valor el talento y la tecnología del país. Un periodismo positivo que rápidamente asimilé con aquellas corrientes de Innovation Journalism que tanto había echado de menos por estas comarcas. Siete años después, VIA Empresa nos sigue abriendo la ventana cada día a los casos de éxito innovador, y sigue contribuyendo desde la mirada del relato a la construcción de un país innovador. VIA Empresa se ha consolidado como un referente en prensa económica digital. Sigue siendo un placer y un honor poder aportar mi granito de arena al proyecto. ¡Muchas felicidades, compañeros!