Superclústers asiáticos

27 de Noviembre de 2019
Xavier Ferràs

Adidas ha anunciado recientemente que cierra sus factorías emblemáticas, las dos "speedfactories" robotizadas que tiene en Atlanta (USA), y a Ansbach (Alemania). Estas fábricas totalmente robotizadas tenían que ser la punta de lanza de una reordenación de su cadena de valor global, con un despliegue de microfactorías robóticas ultra-flexibles muy cercanas a su mercado final. Eran el paradigma de la industria 4.0. Ahora vuelven a Asia, donde las condiciones de costes, tecnología, mercado y proveedores son mejores por el fabricante.

En el mundo de la competición económica global, no es tan importante correr más rápido que el león, sino correr más rápido que otra gacela. Y las gacelas que corren más rápidamente, sin duda, están hoy en Asia. China es quien está implementando con mayor velocidad la Industria 4.0. Según el último informe de la World Intellectual Property Organization (WIPO), la China ya registra el 46,4% de las patentes mundiales (1.400.000 patentes el 2018, en frente a las 300.000 americanas o japonesas). El programa de gobierno Made in China 2025 contempla "convertir las industrias chinas en locomotoras de manufactura de alta tecnología". Por eso, han dispuesto fondos públicos de inversión en proyectos industriales de manufactura avanzada o semiconductores, por más de 80.000 millones de euros.

"En el mundo de la competición económica global, lo más importante es correr más rápido que otra gacela"

En el Global Innovation Index 2019 aparece un interesante ranking de clústeres científicos y tecnológicos. Entre los 10 primeros, hay 5 de asiáticos (Tokio-Yokohama (1), Shenzen-Hong Kong (2), Seúl (3), Beijing (4), y Osaka (6)). 4 son americanos (Silicon Valley (5), Boston (7), y San Diego (10)). Sólo uno, París (9), es europeo. Vale la pena analizar con cuidado las dimensiones y las velocidades de crecimiento de estas concentraciones de capacidad investigadora, inventiva e innovadora, auténticos superclústers. Tokyo ha publicado 144.559 papeles científicos de alto nivel, y ha registrado 108.973 nuevas patentes. Shenzhen, 45.393 publicaciones, con 55.433 patentes. Los clústeres europeos son irrisorios comparados con estas magnitudes: Bruselas (40 posición, 39.340 papeles y sólo 3.149 patentes), Berlín (41 posición, 35.542 papeles y 3.393 patentes), o Barcelona (44 posición, 43.549 papeles y 2.283 patentes). El modelo europeo, como vemos, es un modelo de pequeñas concentraciones, donde la capacidad investigadora supera en órdenes de magnitud la capacidad inventiva o innovadora. La famosa paradoja europea: hagamos buena ciencia, pero renunciamos a explotarla. El famoso y persistente problema de la "transferencia de tecnología", especialmente endémico en Catalunya.

"Los clústeres europeos son irrisoris comparados con las magnitudes de Tokyo o Shenzhen"

Justo es decir que los clústeres asiáticos emergen a una gran velocidad (no había nada a Shenzhen hace 20 años, o en Seúl hace 40 años), cuestionando la teoría clásica de que los clústeres industriales se forman con lentos fenómenos de concentración empresarial espontánea, que puede trazar sus raíces a siglos atrás. Los rápidos superclústers asiáticos ejercen atracción gravitatoria de talento e inversiones. Maduran sus modelos Industria 4.0 mucho más rápidamente que los nuestros.

En medio de la competición global con la China, los Estados Unidos está reaccionando. Estos días hemos sabido que Microsoft se ha llevado un contrato de 10.000 millones de dólares para desarrollar la estrategia cloud y las tecnologías de ciberseguridad necesarias para proteger los datos de la inteligencia norteamericana. La magnitud de este contrato equivale a un 60% de la inversión de la economía española en I+D. En un solo contrato. Para quien diga que el rol de los gobiernos es y tiene que ser negligible en innovación.

La innovación hoy sigue la ley de los grandes números. No se vale a fragmentar. Los gobiernos de nuestros competidores hacen esfuerzos titánicos para desarrollar las tecnologías que situarán las economías y las sociedades en la frontera de la productividad y del bienestar. En Europa se empiezan a sentir voces para desplegar una política industrial de verdad, capaz de competir con EE.UU. y la China. SI no consolidamos estos esfuerzos, y reforzamos los incipientes ecosistemas de Industria 4.0, incluso las speedfactories robotizadas continuarán marchando atraídas por los cantos de sirena asiáticos.