En los últimos días tengo serios problemas para diferenciar la realidad de la ficción. El confinamiento me está afectando mucho, como a todos, sin embargo nunca pensé que tendría dificultades para distinguir si una foto o una información son ciertas a primera vista.
La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Diaz Ayuso y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, posaban con guantes y mascarillas detrás del mostrador de un puesto de calamares en el hospital de campaña de Ifema como parte de su recorrido para cerrar el recinto. Confieso que cuando vi la foto pensé que era falsa. Sus poses y lo que estaban haciendo me parecía tan irreal que di por hecho que era un montaje que se haría viral, como tantos otros. Tan convencida estaba de que la foto era un fake, que me fui a Maldita.es a comprobarlo. Pero no, ¡era real! Los dos políticos sirviendo calamares. En fin.
El sábado por la tarde, antes de mi salida de las ocho de la tarde con Bowie, me salta una notificación de la Cadena SER en el móvil: “El Gobierno permitirá encuentros de hasta 10 personas en domicilios en la fase 1 de desescalada”. Les han hackeado la web a los de la SER, esta noticia no puede ser cierta, me digo. Pero cuando leo que, además, en estos encuentros domiciliarios se tendrá que mantener la distancia de seguridad, veo que van en serio aunque parezca una broma.
¿Lo hacen adrede? Alucinante.
La confusión que está generando la desescalada y cómo se está comunicando es de una magnitud sin precedentes. Todo son dudas, todo son preguntas y no me extraña, porque lo real nos parece irreal y lo que no está ocurriendo es lo que consideraríamos normal que pasara. Las fases, las franjas, las edades, lo que se puede o no se puede hacer. En un momento tan incierto como este, donde lo que necesitamos son certezas a las que cogernos, nos bombardean con información compleja, confusa y llena de grietas. En plena sociedad de la información y la comunicación, me siento más desinformada que nunca. ¿Cómo puede ser que con ruedas de prensa diarias, semanales, comunicados, decretos y todos lo canales de comunicación habidos y por haber a disposición de los gobiernos, el flujo de información que llega a la ciudadanía sea tan desastroso?
"En un momento tan incierto como este, donde lo que necesitamos son certezas a las que cogernos, nos bombardean con información compleja, confusa y llena de grietas"
El pasado 30 de abril los autónomos teníamos nuestra cita mensual con la Seguridad Social. El Gobierno ofreció la posibilidad de pedir una moratoria para aplazar esa cuota de autónomos y las siguientes durante la pandemia. Lo solicité. Sin embargo, a día de hoy no sé si se lo han concedido o no. La respuesta de mi asesor fiscal es tan desconcertante como desesperada. “No hay manera de saberlo, Susana. Es tal el colapso que tienen que no han resuelto ninguna solicitud de aplazamiento. Hay clientes a los que se lo han cargado y otros a los que no. No te puedo decir nada más”.
Hoy, 4 de mayo, se pueden abrir algunos comercios. Rafa Girbes que cerró su peluquería en cuanto se decretó el estado de alarma, está tan enfadado como preocupado. “Nosotros no vamos a abrir. Mis asesores me han dicho que hasta que no haya un BOE oficial donde esté todo bien detallado con las medidas de seguridad, aforo, personas que pueden trabajar, que no abrimos… No se sabe nada, no es que la información que nos llega sea mala, ¡es que no nos llega!”.
Muchas de sus clientas le escriben para que abra ya, pero Rafa asegura que como no está nada claro, “prefiero salud antes que belleza”. Han abierto una lista de espera y en cuanto les especifiquen las normas para trabajar dentro del salón, empezarán a avisar y a dar citas. “Vamos a hacer jornadas de 12 horas, sábados tarde incluidos. Atenderemos a toda nuestra clientela, pero no sabemos cuándo”.
Cuando le pregunto por el ERTE que hizo en marzo y cómo va a hacer para recuperar a toda la plantilla si no puede funcionar al 100%, me dice que está muy cabreado. “Esa es la pregunta que nos hacemos todos, Susana. El lunes habrá establecimientos abiertos y no hay nada escrito en ningún sitio. Esto es pa’ cagarse”. Rafa se hace mil preguntas y los asesores no le pueden dar las respuestas, porque no las tienen.
Leo a menudo en redes sociales la coletilla “vamos, que ya casi salimos”.
Y yo me pregunto, salimos ¿adónde?