Miedo, incertidumbre, muchas horas de trabajo y dormir poco. Estas palabras podrían definir la vida de un padre y una madre que acaban de tener un bebé, pero también de un emprendedor que acaba de arrancar un proyecto. Y es que "montar una startup es como tener un bebé, requiere todo tu tiempo", señala el emprendedor y consultor en retail, Santiago Peribáñez. Ahora bien, aún y el riesgo y el trabajo que supone, los emprendedores no lo cambiarían para nada del mundo.
"Nadie te obliga a emprender, es una decisión que tomas sabiendo que te enfrentas a una aventura de riesgo", apunta Peribáñez durante la conferencia Luces y sombras del mundo startup, celebrada en la BSM-UPF. De hecho, el primer riesgo que asumió el emprendedor fue hipotecar su vivienda para tener dinero para montar su proyecto. Y como él, otros muchos que se lanzaron de hacia la piscina de la paternidad que supone emprender un negocio.
"Ser emprendedor es jodido, empiezas la mayoría de veces sin cobrar, después ganando poco dinero y la máxima preocupación del inversor es que la startup avance como un cohete", explica el fundador y CEO de Byhours, Christian Rodríguez. Ahora bien, si no te gusta esta incertidumbre y la sensación "de ir siempre por encima del límite de velocidad, te lo tienes que pensar dos veces antes de emprender", añade Peribáñez.
Ahora bien, qué diferencias hay entre arrancar un negocio ahora a cómo lo hacían nuestros abuelos hace 75 años? Al fin y al cabo pocas, puesto que "siempre ha supuesto trabajar muchas horas y poner el salario a un lado", afirma Rodríguez. Igual que errores, que ha habido siempre: "Uno de los pecados del emprendedor es que tiene que saber decir basta y apartarse del negocio cuando es necesario", apunta el CEO de Byhours. Y Peribáñez añade otro pecado capital: "Dedicar más tiempo a buscar financiación que a buscar clientes".
Startup es sinónimo de riesgo
De cada 10 startups, nueve no duran más de tres años. Y sólo el 27% de las pymes duran más de cinco años. Así lo ha puesto de manifiesto el autor del libro La farsa de las startups. La cara oculta del mito emprendedor, Javier López-Menacho. Y es que startup, en la mayoría de los casos, es sinónimo de riesgo: riesgo en el modelo de negocio, en un producto innovador y en invertir una gran cantidad de dinero en un proyecto que no se sabe si funcionará.
"Para mí la definición de startup va relacionada, sin duda, con el riesgo", coincide Rodríguez. Y es que, para que los inversores apuesten por una empresa emergente, esta tiene que tener un modelo de negocio capaz de escalar, "si no, no se la juegan". Un hecho que, según López-Menacho, provoca que de los 1.200 millones de euros invertidos el año pasado en startups, el 70% se lo llevaran 10 empresas. "Los grandes inversores apuestan por los proyectos que tienen posibilidades de ser unicornio", señala. Ahora bien, el experto también reivindica que los inversores tienen que diversificar más y buscar aquel capital privado que pueda repercutir en un número mayor de empresas.
Peribáñez: "Hay un cierto complejo de los inversores hacia proyectos no tecnológicos"
Y es que esta posibilidad de escalar en dos o tres años y de expandirse rápidamente a escala internacional hace que muchos inversores se fijen sobre todo en startups tecnológicas. "Hay un cierto complejo de los inversores hacia proyectos no tecnológicos, pero buenas ideas con buenos planes de negocio hay en todos los sectores", reivindica Peribáñez. De hecho, Rodríguez señala que las startups tecnológicas están abriendo camino a pequeñas empresas a trabajar en nuevos modelos de negocio hasta ahora inexistentes. El CEO de Byhours pone el ejemplo de Airbnb, que ha revolucionado el sector y ha abierto un nuevo nicho de mercado porque aparezcan nuevas empresas.
Unas empresas que cuentan con el potencial de Barcelona como ciudad emprendedora tanto para captar financiación como para atraer talento. "La ciudad catalana es un buen mercado para un MVP (producto mínimo viable). Si hoy vas a Londres y dices que has testado tu solución en Barcelona y funciona, también funcionará allí", señala Rodríguez. Y es que en los últimos años la capital catalana se ha convertido en el primer hub emprendedor del sur de Europa y la cuarta ciudad europea por volumen de inversión recibida. Sin embargo, López-Menacho señala que en el Estado español sufrimos el problema de una "bicefalia en cuanto a hub tecnológico". "No hay ningún otro país, puede ser exceptuando sólo Alemania, que tenga dos ecosistemas emprendedores tan potentes como los de Barcelona y Madrid y con tan poca interacción entre ellos", lamenta.
Una carta reivindicativa a la administración pública
Ahora bien, por muchos nuevos nichos de mercado que aparezcan y oportunidades para montar nuevos proyectos, si la administración no hace más fácil la emprendeduría, poca cosa podremos hacer. "La regulación para ayudar a los emprendedores a montar una empresa todavía es igual que hace 20 años", reivindica Peribáñez. "Normalmente las leyes tienen artrosis comparada con la velocidad brutal del sector tecnológico", añade López-Menacho.
López-Menacho: "No hay ningún otro país que tenga dos ecosistemas emprendedores tan potentes como los de Barcelona y Madrid y con tan poca interacción entre ellos"
Para Rodríguez, la tecnología tiene la capacidad de mejorar muchos aspectos cotidianos, como un testamento de últimas voluntades sin ir al notario. La de facilidades que tendríamos si el Gobierno permitiera emplear la tecnología para cosas como estas. Y mucho más. Pero, según Rodríguez, "en el Gobierno no hay ninguna persona con la mentalidad emprendedora ni que vea las posibilidades que ofrece la tecnología". "En el South Summit del año pasado asistió Pedro Sánchez como presidente del Gobierno español e iba muy perdido", añade López-Menacho. Una situación que las empresas emergentes constatan y que por eso muchas de ellas están trabajando en una carta con reivindicaciones para la administración pública.
Y es que, según señala Rodríguez, "las startups tiene que tener un compromiso social, pero por eso necesitamos antes un cambio de mentalidad tanto de la sociedad como de la administración pública para facilitar el surgimiento de nuevos modelos de negocio que mejoren la vida de las personas". De hecho, cada vez hay más fondos de inversión que sólo invierten en empresas emergentes lideradas por mujeres o en negocios con un impacto social. "El problema es que el dinero es el dinero, y todavía cuesta, pero la evolución está llegando", concluye el emprendedor.