Catalunya tiene un déficit importante en la generación d'energía renovable que implica una carrera contrarreloj para cumplir con los objetivos marcados por la Unión Europea. El 2030 el 50% de la energía tiene que ser de fuentes renovables y el 2050 se habrán tenido que eliminar las emisiones de CO₂. Actualmente, es inferior al 8,5%. Esto significa que en diez años se necesitan instalar 12 millones de placas solares y unos 900 molinos de viento.
El problema rae en la implantación de estas instalaciones en el territorio y en el rechazo que a menudo generan por parte de ayuntamientos, entidades ecologistas o grupos turísticos por el impacto visual que generan. Para afrontar este debate, las cámaras catalanas han organizado la jornada Territorio, turismo y transición energética. "Nos preocupa el déficit que Catalunya acumula en la generación de energías renovable", enfatiza un manifiesto firmado por todas las cámaras. Un déficit, señalan, que acaba afectando la competitividad de las empresas del país.
Por eso, las entidades empresariales han querido abrir el debate sobre su impacto: "No podemos ser ajenos al escepticismo y manifestaciones de agravios con que, parte del territorio, lo está acogiendo". Así, reclaman "compaginar las necesidades energéticas catalanas con las actividades asentadas en el territorio, básicamente agrícolas, y también a las ligadas a las actividades turísticas".
¿Una agresión para el turismo o una oportunidad?
"Es urgente debatir si realmente es una agresión o una oportunidad", ha reflexionado Manel Torrent, director del Instituto Catalán de Energía, que ha añadido: "Estamos contraponiendo dos modelos y es un error". En este sentido, ha defendido la idea que la apuesta por la sostenibilidad es un "valor añadido" por este sector.
Un mensaje que ha compartido Miquel Torres, presidente de la compañía vitivinícola Torres, que ha defendido el potencial turístico que pueden tener las instalaciones: "No tengamos miedo a exhibir nuestras renovables". Jaume Morron, gerente de la Asociación Eólica de Catalunya, ha puesto de ejemplo varias ciudades y países del mundo donde las instalaciones de renovables se han convertido en atracciones turísticas, como Brighton, Copenhague o Vancouver.
"La pregunta no es si tenemos que esconder los molinos de viento, el tema es si las instalaciones pueden llegar a formar parte del relato de una región turística", ha argumentado Morron.
Sentimiento de agravio del territorio
Agentes del territorio han coincidido en la necesidad de avanzar en las energías renovables, pero han puesto encima la mesa la sensación de agravio que a menudo sufren. "Estamos a favor de las energías renovables, es el futuro. Pero queremos que se implante de una manera más aseada", ha reclamado Jaume Pedrós, responsable de energías alternativas de Unión de Labradores. De hecho, la agricultura es uno de los sectores que se siente más amenazado, puesto que muchas de las instalaciones buscan campos agrícolas.
"No siempre tiene que pagar el más débil", ha argumentado Pedrós. El responsable de Unión de Labradores ha interpelado sobre el modelo de país que se quiere, advirtiendo de la importancia de los labradores por la cura y mantenimiento del territorio. "Hacerlo al terreno agrario quizás es más fácil, pero tenemos que saber qué país queremos. Cuando se habla de 300 o 400 hectáreas, esto lo hará una multinacional, no la gente del país", ha alertado.
Carles Barcons: "Se tiene que respetar la calidad paisajística y los espacios donde va la gente a disfrutar"
Unas reflexiones similares a las de Carles Barcons, presidente de la Confederación del Turismo Rural de Catalunya: "Entendemos que hay de haber energías renovables y se tienen que montar instalaciones. Pero se tiene que respetar la calidad paisajística y los espacios donde va la gente a disfrutar".
Además, ha puesto de manifiesto que las instalaciones se distribuyan de manera equitativa por el país para poder suministrar la energía a espacios próximos y evitar los costes de los traslados. No quieren que sea el mundo rural el que acabe absorbiendo toda la necesidad de las áreas metropolitanas: "Todo el que se pueda hacer desde el medio rural para alcanzar a los municipios, no tendría impacto. Pero cuando se quiere exportar la energía en las grandes ciudades es donde hay el problema".
Por eso mismo, ha reclamado avanzar en otras iniciativas como aprovechar todos los tejados de polígonos industriales o cubrir aparcamientos con placas solares y utilizar espacios que ya tienen un impacto, como las autopistas o las vías de tren.
Una necesidad urgente
Todo y algunas diferencias, todos los participantes en la jornada han coincidido que es imprescindible avanzar en las energías renovables. Y también han apuntado la necesidad de hacerlo implicando la gente del territorio. "Es hora de crecer juntos, seguir conviviendo, buscar sinergias y desarrollarnos conjuntamente", ha apuntado Jaume Morron.
"Las renovables se tienen que poder integrar y formar parte de la experiencia del turismo", ha señalado Esther Izquierdo, presidenta del Clúster de Energía Eficiente de Catalunya, que ha recordado que Cataluña está muy lejos de las cifras de generación de energía deseables.
¿Barra libre?
Izquierdo ha apostado por un "modelo descentralizado" de las infraestructuras que se repartan por el territorio y ha coincidido al buscar alternativas más allá de ocupar campos agrícolas. Y todos ellos también han enviado el mensaje que hace falta que la clase política y las instituciones empujen en este camino. Sobre el papel de las administraciones, Morron ha querido defender que "no hay barra libre" en la construcción de instalaciones y ha defendido la legislación catalana por su carácter proteccionista.