
Las desigualdades de género y la precariedad laboral perjudican la salud física y mental de las mujeres temporeras que trabajan en Lleida, la mayoría de las cuales son migrantes, según un estudio liderado por la Universidad de Lleida (UdL) y el Instituto de Investigación Biomédica de Lleida (IRBLleida). La investigación constata que, mientras los hombres acaparan los trabajos en el campo, las mujeres realizan tareas de procesamiento de fruta en las centrales y cooperativas. Son trabajos muy repetitivos donde pasan muchas horas de pie y que les ocasionan dolores musculares y articulares, fatiga, estrés y ansiedad. Los autores del estudio reclaman políticas públicas para garantizar sus derechos laborales y una atención integral por parte de los profesionales sociales y de la salud.
El proyecto Agromisalud comenzó en 2021 con el objetivo de valorar la influencia de la precariedad laboral y la exclusión social en la salud de las personas migrantes que trabajan en el sector agrícola en el estado español. En la primera fase se realizaron unas 90 entrevistas a mediadores culturales, profesionales de organizaciones no gubernamentales, del ámbito social y sanitario, sindicales y empresariales en contacto con temporeros. En concreto, se realizaron 24 en Lleida, y el resto en Murcia, Almería o Huelva.
Son trabajos muy repetitivos donde pasan muchas horas de pie y que les ocasionan dolores musculares y articulares, fatiga, estrés y ansiedad
La investigadora del Grupo de Investigación de Cuidados de Salud (GReCS) del IRBLleida y profesora de la UdL, Erica Briones, explica a la ACN que mientras en el sur del Estado las mujeres trabajan más en el campo, por ejemplo en la campaña de la fresa, en Lleida desarrollan su actividad laboral en centrales y cooperativas. "Los trabajos de procesamiento, embalaje o limpieza son muy repetitivos y de estar muchas horas de pie, y vemos que tienen consecuencias en la fatiga, dolores musculares y de las articulaciones", expone. Y añade que "muchas veces se sienten envejecidas antes de tiempo" por unos trabajos "muy monótonos".
Acoso laboral y sexual
Los primeros resultados del estudio, publicados en la revista Women's Studies International Forum, constatan que el acoso laboral y sexual, sumados a la falta de redes y recursos de apoyo, perpetúan la exclusión de las mujeres temporeras y tienen una afectación directa en su salud física y mental. Además, la investigación subraya que, a pesar de la contribución económica de las mujeres, a menudo son los hombres quienes controlan los ingresos y las decisiones financieras, perpetuando dinámicas de poder desigual dentro de la pareja.
La fotografía de la situación de las temporeras en el Estado muestra realidades diferentes en función de los territorios analizados. Así, es en Andalucía y en Murcia donde han observado casos de precariedad residencial y de acoso. Por ejemplo, de supervisores que acosan a las trabajadoras verbalmente para que rindan más, o algunos casos de trabajadoras sin contrato en los almacenes o en el campo que son víctimas de acoso sexual. Estos acosos, sin embargo, no suelen ser denunciados por miedo a las consecuencias y porque carecen de apoyos legales en su idioma.
Infrautilización del sistema sanitario
Además, la investigación constata "una infrautilización de los servicios sanitarios por parte de la población migrante que desmiente la creencia de que colapsan el sistema", según la investigadora. Briones apunta que la población inmigrante trabajadora no suele hacer un uso preventivo de los servicios de salud por la existencia de barreras culturales y lingüísticas y acude al médico "cuando ya están muy mal y los problemas se pueden cronificar". Por eso, reclama incorporar más mediadores culturales en las instituciones sanitarias.