El Vallès Occidental ha sido tradicionalmente un espacio donde la industria ha tenido un peso muy importante. Las fábricas han traído el peso de la economía de esta comarca, una de las más productivas del país, y en los últimos años también ha habido un impulso destacado del sector servicios. A pesar de todo, históricamente las actividades agrícolas habían sido uno de los puntals de este territorio. Ahora, se quiere intentar relanzar este sector con el objetivo de ofrecer alternativas laborales y abrir una nueva puerta a otros modelos de turismo. Es quiere hacer crecer la agricultura entre los humos del Vallès.
En este sentido, el Consejo Comarcal del Vallès Occidental está impulsando un proyecto para recuperar las variedades agrícolas tradicionales, conjuntamente con productores y restauradors del territorio. "La nuestra es una comarca con el 80% de la superficie zona no urbanizable, y con larga tradición de cultivos. Sobre todo de viña y también horticultura y una gran variedad de especies locales", destaca el presidente del ente supramunicipal, Ignasi Giménez.
Carles Calsina: "A menudo se asocia en el Vallès sólo a la industria, y también hay producto"
Aún así, es evidente que la comarca se relaciona con el sector industrial y la agricultura queda más escondida. "El sector primario no tiene la potencia de la industria pero mujer mucho juego para fomentar un turismo diferente del de empresas y reuniones que es el que tenemos. Puede complementar la oferta", destaca el presidente del Consejo Comarcal. Así, el objetivo es dinamizar y potenciar la gastronomía y las empresas que elaboran productos de calidad y de proximidad, haciendo valer el patrimonio agroalimentario y gastronómico del Vallès Occidental.
"A menudo se asocia en el Vallès sólo a la industria, y también hay producto", reivindica Carles Calsina, de la agrupación Cocina Vallès, que reúne restauradors de la comarca, que reconoce que hay desconocimiento de este producto: "Incluso a veces el labrador al·lucina con algunas variedades que se conservan del Vallès". "Nuestro objetivo es potenciar la tierra de la comarca, el Vallès Occidental tiene potencial", resume.
Rescatar las variedades autóctonas
El proyecto de recuperación de variedades locales ya ha empezado la tarea de investigación de información y el estudio de los cultivos tradicionales de la comarca y de los conocimientos que hay asociados. A partir de este trabajo, se quiere hacer perdurar las peculiaridades gastronómicas del entorno y darlas a conocer.
Así, Giménez destaca que se salen adelante tres actuaciones principalmente: un campo de pruebas por las entonces de huertas obtenidas para analizar la viabilidad para poder producir; un banco de entonces con productos del Vallès, que es una copia de seguridad de las entonces para preservar las especies; y una fruitarà para localizar en un mismo espacio todos los árboles frutales y tenerlos en un espacio para conservarlos.
Ignasi Giménez: "Más allá de un tema de atraer turismo, hay una reivindicación de recuperar un patrimonio
Una de las dificultades es hacer llegar todo ello a las neveras y a las mesas de los ciudadanos, destaca Calsina. "Queremos que llegue a las casas", añade. Y es que a menudo es más sencillo encontrar en supermercados frutas y verduras cultivadas en otros continentes que junto a casa.
"Más allá de un tema de atraer turismo, hay una reivindicación de recuperar un patrimonio que desgraciadamente no hemos sido capaces de difundir tanto como hubiéramos querido. Es una comarca muy rica en este sentido y tenemos que reivindicar nuestros productos y que formen parte de las futuras generaciones", señala el presidente del Consejo Comarcal, que añade: "Forma parte de nuestra historia y queremos preservar un patrimonio, que normalmente se relaciona con edificios antiguos, pero es más que piedra, son estilos de vida".
Ejemplos de productos de la comarca que a menudo son poco conocidos hay varios y uno de ellos es la judía de la aguja de gancho, que se relaciona mucho con otras comarcas pero que en el Vallès Occidental también son autóctonas. Tomate de tres pinchas, caquis, tomate mandó de Collserola, diferentes vinos, col de paperina, el queso cendrat de Ullastrell, almendra llargueta tostada o el garbanzo menut.
Un estilo de vida
Según datos de la Diputación de Barcelona, de los 2,1 millones de asalariados que hay en el Vallès Occidental, sólo 2.728 están relacionados con actividades agrarias. En cuanto a empresas, sólo 701 sociedades de las casi 4.000 de la comarca se dedican a este sector. Además, desde el 2000, las personas ocupadas en actividades agrícolas han caído casi a la mitad. Por todo ello, la voluntad es dar un nuevo impulso al sector. Con todo, es un trabajo que permite desarrollar un modelo de vida diferenciado, más cercano a la naturaleza y al campo y por el cual algunos jóvenes quieren apostar. Es por eso que también se quiere poder ofrecer estas alternativas.
Alfred March: "Por mí es más llevar pasar ocho horas al día en una oficina"
Y por qué se inician en este mundo, que desde fuera a menudo se ve mucho llevar y sacrificado? Así lo explica Alfred March, que impulsó el 2014 la Rural de Collserola, una sociedad que produce y distribuye verduras y otros alimentos: "Al principio fue muy vocacional, una aventura". "En realidad como trabajo no es tan llevar, por mí es más llevar pasar ocho horas al día en una oficina sin luz natural", afirma.
Kevin Fisher, de la cooperativa la Ortiga, empezó el proyecto con un grupo de amigos el 2009 y ninguno de ellos vendía del mundo de labrador: "Estábamos en movimientos sociales relacionados con el consumo crítico, ecología, de medio ambiente y nuestra obsesión era hacer un proyecto de agricultura ecológica en Sant Cugat del Vallès y servir directamente al consumidor".
Una dificultad añadida que se encuentran los labradores de este entorno es que el nivel de vida es alto y su actividad es de poder adquisitivo bajo. Además, echan de menos más apoyo de las administraciones. Con todo, el objetivo de los productores es poder mantener el modelo de negocio y convertirlo en un estilo de vida viable en una área rodeada de empresas y grandes actividades económicas.
Además, es un sector fundamental como herramienta de gestión del territorio y tiene un efecto muy positivo en el mantenimiento de zonas verdes y de la biodiversidad. Así, se convierte en una defensa del entorno natural ante un presión urbanística cada vez mayor.
Llegar a los consumidores
Cómo destacaba el responsable de Cocina Vallès, uno de los retos es hacer llegar toda esta producción a los consumidores. "Los clientes valoran la proximidad y saber que aquello que están comiendo se cultiva junto a casa, es un valor añadido", asegura Carles Calsina. A pesar de que la agricultura ecológica y de proximidad ha aumentado, todavía hay camino a recorrer.
"La gente está acostumbrada a un proucte homogéneo"
Para Alfred March, el principal impedimento ya no es el precio, como podía pasar años atrás, sino el modelo de vida actual de la sociedad y las políticas de supermercados y grandes productores: "A mí me han dicho varias veces 'me encanta mi lechuga, pero me hace pereza lavarlo'. Por eso ahora nosotros también hacemos bolsas". Adaptarse a la realidad o morir. "La gente está acostumbrada a un producto homogéneo, brillando y dónde manda el aspecto", reflexiona finalmente el miembro de la Ortiga.
Así, la agricultura se está convirtiendo en una alternativa vital por muchos jóvenes que quieren un estilo de vida más próximo a la natura y unos consumidores que, poco a poco, van valorando más la proximidad y la calidad. El reto para intentar poder convertirlo en un modelo de vida en un entorno industrializado y económicamente tan potente como el Vallès está servido.