El año 27 aC el emperador romano Augusto atraviesa el Mediterráneo y de repente se topa con Tàrraco. Con bastante menos de 12 horas ya tuvo bastante para enamorarse de la ciudad y convertirla en una segunda Roma y en su ciudad de reposo. Años más tarde, la gesta de Augusto se repite y ahora ya han estado cerca de 50.000 personas que han llegado por mar, han desembarcado al puerto de Tarragona y han visitado la ciudad en un día.
Cataluña se ha convertido en un polo de atracción del turismo de cruceros teniendo Barcelona como la ciudad de referencia del Mediterráneo. Actualmente, el boom de las vacaciones en barco ha hecho que el país catalán apostara en este sector y hoy en día, ya hay cinco puertos preparados para acoger cruceros: Barcelona, Roses, Palamós, Sant Carles de la Ràpita y Tarragona.
Los puertos catalanes de Barcelona, Roses, Palamós, Sant Carles de la Ràpita y Tarragona acogen cruceros
En esta línea, Tarragona no solamente se ha convertido en una de las paradas de referencia por detrás de Barcelona, sino que desde hace unos años, y con el liderazgo del Puerto de Tarragona, también ha acontecido un punto de salida por travesías por el Mediterráneo y un espacio para pernoctar.
Cifras que superan las expectativas
En los últimos años, la ciudad tarraconense ha tejido una estratégica clara para hacer valer su posición en este sector. Acuerdos entre entidades como el Puerto de Tarragona – como promotor-, el Ayuntamiento de Tarragona, la Diputación de Tarragona, la Cámara de comercio de Tarragona, entre otros, y el lanzamiento de la marca Tarragona Puerto Cruise Costa Dorada, han permitido ampliar capital y horizontes y hacer realidad la firme apuesta de construir un entramado con la máxima de potenciar el turismo de la provincia más allá del centre ciudad de Tarragona.
El Puerto de Tarragona cerró la temporada de cruceros del 2017 con cifras récord que, según fundes oficiales, superaban las expectativas fijadas. La ciudad recibió 51.390 creueristes, que suponía un incremento del 284% respecto a la temporada 2016, y desembarcaron un total de 37 embarcaciones, ante las 22 del 2016, cifras que generaron un impacto económico de 3,9 millones de euros.
Josep Andreu, presidente del Puerto de Tarragona, explica que las previsiones que se hicieron por este 2018 parece que hoy en día ya se están logrando y con nota. Por esta temporada, el Puerto prevé un incremento del 49% de los cruceros y una llegada de cerca de 80.000 pasajeros, incremento determinado en parte por la actividad de Costa Cruceros, que tiene Tarragona como su puerto base. La naviera recientemente ha cambiado el crucero Costa neoRiviera, con capacidad para 1.727 pasajeros, por Costa Victoria, que puede alojar un total de 2.400. Por Andreu, "que una compañía importante como Costa Cruceros vea las potencialidades de Tarragona, te pone al escaparate porque otras navieras potentes puedan plantearse, en un futuro, operar en nuestra ciudad como puerto base".
Una seducción en 12 horas
Los creueristes desembarcan en Tarragona borde las ocho de la mañana y marchan cerca las ocho o nuevo del anochecer. Un total de 12 horas. 12 horas claves para sacar máximo rendimiento de su aposento y seducirlos hasta que cada turista se plantee en un futuro no lejano la provincia de Tarragona como un viaje por sí solo y no sólo una ciudad de paso, tal como explica Alícia González, responsable del departamento de promoción de Tarragona Turismo.
Andreu: "Que una compañía importante como Costa Cruceros vea las potencialidades de Tarragona te pone al escaparate"
Al desembarcar, los turistas son recibidos con todo el material y la información necesaria para conocer la ciudad en un día (qué hacer, donde comer, donde comprar, etc.). Con un shuttle propiciado por Turismo de Tarragona, los creueristes son traídos a la Parte Alta, el barrio histórico, para realizar un tour por los lugares más emblemáticos de la antigua capital romana, y a partir de aquí, comer, comprar y disfrutar de alguna actividad cultural como pueden ser los castillos. De hecho, el 2013 el Patronato Municipal de Turismo junto con las cuatro pandillas de la ciudad, pusieron en marcha un proyecto para acercar el mundo casteller al turismo, organizando fiestas explícitamente por creueristes e invitar-los a participar en ensayos.
Según González, el reto es mayúsculo: hacer de estas 12 horas una estancia inolvidable y enseñar el abanico de posibilidades que ofrece la tierra e intentar que alarguen su aposento. "No sólo enseñamos el entramado histórico, comercial y gastronómico que pueden encontrar al centre ciudad, sino que apostamos que se enamoren también del Delta del Ebro, del Priorato, de Port Aventura, la Reus modernista, Cambrils, etc.".