Buena parte del Priorat ya no tiene agua ni para regar ni para beber. La lluvia no llega, las reservas son cada vez más escasas, y los municipios activan restricciones y medidas excepcionales para garantizar el suministro a la población. En La Morera de Montsant, desde el fin de semana hay cortes de agua. En Torroja del Priorat, Marçà, La Figuera o Gratallops ya se han comenzado a preparar para un septiembre que se prevé complicado. Y la principal actividad económica de la comarca, el sector del vino, enfrenta un futuro incierto. "Es absolutamente imprescindible que el Priorat disponga de aportaciones hídricas para soportar la sequía y el cambio climático", advierte Salustià Àlvarez, presidente de la DOQ Priorat.
La lluvia no llega, las reservas cada vez son más escasas y los municipios activan restricciones y medidas excepcionales para garantizar el suministro a la población
La escasez hídrica en la comarca es endémica, pero la sequía de los últimos tres años la ha agravado. Los tres embalses de la comarca –Siurana, Guiamets y Margalef– se encuentran por debajo del 2% de su capacidad, y los municipios que dependen de ellos viven con preocupación. Otras localidades que hasta ahora siempre se han abastecido de acuíferos y fuentes sin problemas, ahora ven que el agua no brota con la intensidad de antes y temen que un día el grifo deje de fluir.
La sequía y el cambio climático también están afectando de lleno al sector del vino en la comarca. La previsión de la DOQ Priorat es que la producción de uva de este año sea la mitad que en un año normal. "Las personas que han podido aportar agua a la viña tienen una vegetación cercana a la normalidad. Este año se ha puesto de manifiesto que el agua es imprescindible, no para obtener una uva de alta calidad, sino para la supervivencia de la planta", manifiesta Álvarez.
El panorama es tan dramático en algunas zonas de la DOQ que algunas de las grandes bodegas decidieron a principios de verano traer camiones cisterna por su cuenta para poder regar y mantener las plantas vivas. Las cubas llegan desde el río Ebro a la altura de Benissanet (Ribera d’Ebre), gracias a unas autorizaciones temporales que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) les concedió, pero que desean extender. "El agua ya no es solo imprescindible en junio, julio y agosto, sino que también lo es en octubre, noviembre y diciembre", razona el presidente.