
¿Cómo será la Tierra de aquí a 800 años? ¿continuaremos viviendo? ¿O quizás pasará a ser un vertedero, mientras las personas hacen su vida en naves especiales por el espacio? Esta última imagen es la que muestra la película de animación WALL·E (Andrew Stanton, 2008), donde un robot se encarga de comprimir todos los desechos y poner un poco de orden a un planeta que la Humanidad ha abandonado. Un film idóneo para reflexionar.
Generación de residuos
La historia se sitúa en el 2805. En la Tierra sólo hay máquinas que han quedado obsoletas, robots sin utilidad y todo tipo de residuos que, en su día, formaron parte de la rutina de las personas como cosas útiles.
Parte de la culpa de la inutilidad que tienen ahora los objetos es de la compañía Buy n Large (BnL). Su objetivo es facilitar al máximo la vida de las personas, pero llega un punto en qué estas acaban perdiendo el control del que hacen y son sometidas a los intereses de la empresa.
Los humanos pasan el día estirados en una silla, no se mueven ni para coger un vaso ni para saludar sus 'vecinos' de butaca. Las máquinas lo hacen todo. Esto significa que tienen programado a qué hora tienen que comer, a qué ir a dormir y cuánto de tiempo tienen para ir a la piscina o a la peluquería. Incluso los ordenadores escogen si sus clientes van vestidos de rojo o de moratón! Todo está pensado para hacer que, bajo el pretexto de ayudar las personas, sea la tecnología de BnL quién actúe en su lugar.
Debido al hecho que ya hay una tecnología puntera que se encarga de todo, por qué es necesaria la maquinaria de antes? Para nada, por eso se convierte en desechos que se envían a la Tierra.
Limpiar el planeta para volver a vivir
Inicialmente, el gobierno de los Estados Unidos había decidido enviar los humanos al espacio de manera temporal para vaciar el planeta de residuos. había enviado un ejército de robots que compactaban la basura, denominados WALL·E (Waste Allocation Load Lifter - Earth class), próximo a 2100 con la idea de volver.
Desgraciadamente, la misión no se cumple. No queda claro si es porque el envío de desechos no cesa y esto hace que el trabajo no tenga final; o si se trata de una estrategia paralela de la empresa para no perder el negocio. Sea como fuere, lo que queda claro que las personas no tienen conciencia sobre la importancia del reciclaje y del impacto medioambiental que genera su actividad diaria. Por este motivo, volver a la Tierra para disfrutar nuevamente de la vida humana de verdad –y no de la vida controlada por máquinas que tienen en la nave especial- parece imposible.
Consumismo sin freno
WALL·E, protagonista de la historia, es el único robot que queda en la Tierra 700 años después de idear la misión. Cómo está solo, desarrolla un tipo de pasión por los instrumentos que antes utilizaban los humanos, y se lleva a casa todo aquello que le parece curioso.
Entre que recoge hay un cubo de Rubik, la película de Mary Poppins o un extintor. Siente pasión por aquello que parecen trastos, pero encuentra la manera de darle un segundo uso. Si un robot puede hacerlo, ¿por qué las personas no son capaces de reutilizar o reciclar?
Mientras la imagen de WALL·E en la Tierra incita a una primera reflexión, la inactividad de los humanos que viven en la nave especial deja claro que hay que tomar conciencia. Están abocados al más puro consumismo irracional, porque parece que comprar, adquirir y consumir sea el motor principal de sus vidas.