A pesar de que las enzimas son unos desconocidos por gran parte de las personas, forman parte de nuestro día a día. Ayudan a digerir los alimentos, se encuentran en los detergentes para eliminar las partículas de suciedad, hacen que los cosméticos sean de más calidad, están dentro de los fármacos que tomamos... "Encontramos enzimas en la naturaleza ytenemos también al cuerpo como tenemos bacterias y levaduras, pero todos los que encontramos no sirven para ponerlos en un reactor o en un producto de limpieza, se tienen que manipular. Esto es el que se denomina ingeniería de proteínas o de enzimas", explica la CEO y cofundadora de Zymvol, Maria Fátima Lucas.
Esta startup es la ganadora del programa de aceleración industrial IQS Next Tech, la que marchará a Boston en un periodo de inmersión al Richi Social Entrepreneurs como premio para desarrollar su modelo de negocio y volver a Barcelona con una propuesta sólida para lanzar al mercado.
Sus emprendedores, tres extreballadors del centro de Supercomputing, han creado un software formado por piezas de software abierto que los permite tener un "laboratorio computacional donde replicar el que pasa a la natura", detalla Lucas. La mayoría de las enzimas que se conocen provienen de organismos inferiores, pero han surgido a través de mutaciones que los han permitido adaptarse al entorno y a las necesidades del momento. Ellos a su laboratorio generan este mismo proceso, "que consiste a transformarlos hasta conseguir encontrar una enzima que contenga las propiedades que pretenden y olvidar las pruebas que no funcionan".
Para las empresas esto supone una reducción de costes. Por un lado, porque permite disminuir el número de experimentos; de la otra, porque ayuda a encontrar nuevas enzimas para procesos industriales específicos y optimizarlos. A pesar de que Lucas no puede revelar el nombre de las compañías que ya se han interesado en el producto, asegura que se trata de multinacionales.
Un éxito inmediato
La startup se creó a mediados de abril, el que significa que en sólo tres meses han consolidado una compañía con un producto que ya ha captado la atención de grandes clientes y que puede convertirse en una revolución para la industria.
Hasta el momento, que han contado con un presupuesto reducido y aportado por ellos mismos, han dosificat las pruebas que hacían a su laboratorio computacional porque cada una de ellas es cara. Por eso, como explica Lucas, "cada experimento daba buenos resultados y parecía que hacíamos una cosa increíble, pero es un procedimiento que también da muchas combinaciones que no funcionan".
Hoy por hoy no se podían permitir no topar con una fórmula buena, una cosa que sí que podrán hacer gracias al premio obtenido con el IQS y con la inyección de recursos que puede suponer: "Tendremos más oportunidades y obtendremos información de resultados buenos y malos, el que nos ayudará a cambiar los algoritmos y mejorarlos".
El que hacen no es nada nuevo, la industria farmacéutica también utiliza las simulaciones computacionales en sus procesos de creación, y funciona. De aquí que se trate de un mercado con un crecimiento exponencial.
De cara a los próximos meses, su objetivo es crecer de forma orgánica con los contratos que están a punto de cerrar. "Con los servicios que ofrecemos ya podemos empezar a andar y crecer despacio. Sin embargo, tenemos planes más ambiciosos que consisten a tener nuestro propio laboratorio, por el que sabemos que en algún momento tendremos que buscar financiación privada", comenta la cofundadora. Unas aspiraciones que, a pesar de queestán, no son ninguna obsesión y prefieren avanzar con las puertas que se los acaban de abrir con su estancia en Boston.