La inteligencia artificial (IA) ha marcado claramente un antes y un después en la forma que las personas tenemos de entender el mundo. Los conceptos "inteligencia" y "tecnología" parecían predestinats a converger en un futuro más o menos cercano y parece que ya no hay marcha atrás.
Hoy en día nos encontramos en un punto de inflexión respecto a la adopción e integración de la inteligencia artificial en nuestro día a día más rutinario. Desde que nos quitamos y nos dirigimos a nuestro asistente virtual para que nos recuerde la agenda del día hasta que nos sentamos en el sofá de casa para ver la película que "casualmente" nos recomienda nuestra plataforma de contenido multimedia, estamos rodeados de elementos que utilizan la inteligencia artificial. Otros ejemplos de nuestro día a día que, sin darnos cuenta, hacen uso de la IA son el correo electrónico cuando nos filtra los correos que cree que tienen que ser dirigidos a la sección de correo no deseado, nuestro teléfono móvil cuando organiza nuestras fotografías por categorías de acuerdo con su contenido gráfico, nuestras redes sociales cuando deciden mostrarnos un contenido concreto por su potencial interés o sencillamente cuando utilizamos un traductor digital y este nos hace una traducción automática de un texto concreto.
La inteligencia artificial se define como la capacidad que tienen las máquinas de aprender y ejecutar por sí solas, imitando una capacidad que hasta ahora sólo era propia de los seres humanos. Todos los ejemplos expuestos anteriormente se nutren de las capacidades que ofrece la tecnología y que ponen al servicio de las persones herramientas para hacernos la vida más sencilla y cómodo.
Si bien la inteligencia artificial ha supuesto una transformación en muchos aspectos de nuestra vida, el ámbito profesional no ha sido una excepción. Hace relativamente poco tiempo las palabras clave eran "big data" y "economía colaborativa", pero hemos evolucionado y ahora sólo hablamos de como la inteligencia artificial puede suponer un cambio radical en el mundo laboral tal como lo entendemos actualmente. ¿Seremos las personas reemplazadas por robots en el futuro? ¿Cuál será nuestro papel en un mundo dominado por la tecnología?
La IA está muy presente en nuestro día a día: desde los asistentes de virtuales hasta el uso que hacen el correo electrónico, el teléfono móvil o las redes sociales
La elección sobre la necesidad de invertir en tecnología por parte de las empresas, sobre todo por las pequeñas y medianas empresas, es una cuestión sensible, puesto que en muchos casos los resultados no son visibles a corto plazo y las inversiones iniciales pueden suponer un esfuerzo económico importante para organizaciones con recursos limitados. Sin obviar esta realidad, es fundamental que las empresas apuesten por la tecnología y las nuevas herramientas que esta pone a nuestra disposición, puesto que un pequeño cambio ahora puede preceder importantes cambios en el futuro.
La IA aplicada a los negocios
Un primer ejemplo de como la inteligencia artificial puede representar un cambio de calidad en la performance de una empresa es el caso de los bufetes de abogados. La IA puede representar una reducción de costes gracias a la capacidad que tienen las máquinas de encontrar información destacada dentro de un gran volumen de documentos, clasificarlos en función de la temática y detectar como de relevante puede resultar esta información por un caso concreto. Esto, que puede parecer muy simple, puede agilizar procesos y permitir que los equipos humanos focalicen sus capacidades en otras tareas que no requieren procesos tan mecánicos.
Un segundo ejemplo lo encontramos en el ámbito lingüístico con el cual se denomina generación automática de texto. Gracias a la inteligencia artificial, actualmente es posible generar textos empresariales no críticos de forma mecánica. Un texto empresarial no crítico es aquel que, de entrada, no requiere un componente de originalidad relevante, como podrían ser guías turísticas o crónicas de partidos de fútbol. El tiempo que las personas destinan en busca de información para generar este tipo de contenido puede ser delegado a las máquinas, optimizando así el tiempo de las personas.
Una vez la empresa ha decidido poner en valor las capacidades que ofrece la tecnología, es vital tener claro los objetivos que se quieren lograr. La tecnología, incluida la inteligencia artificial, no tiene ningún sentido sin un objetivo de negocio claro. Tener definida la dirección hacia donde queremos ir nos ayudará a encontrar los procesos o ámbitos que nos permitirán obtener un regreso de la inversión más grande. En el caso particular de la inteligencia artificial, y para que sus sistemas tengan sentido, también necesitaremos la capacidad de aglutinar y analizar grandes volúmenes de datos que estén alineadas con nuestro objetivo de negocio. Tener los datos adecuados será el elemento diferenciador que nos permitirá obtener unos resultados óptimos y relevantes a largo plazo.
"Las empresas no pueden dar la espalda a la tecnología. Si lo hacen, corren el riesgo de quedarse obsoletas"
El debate está servido. ¿Tenemos que apostar por la inteligencia artificial sea cual sea nuestro negocio? ¿Puede la tecnología poner en riesgo los puestos de trabajo de nuestros compañeros? Las preguntas son infinitas y, lamentablemente, nadie tiene la respuesta definitiva. Sin embargo, la tecnología ha puesto a nuestro alcance herramientas y procedimientos que, utilizados de forma correcta y óptima, pueden resultar elementos clave para la consecución del éxito de nuestra empresa.
En el caso particular de TransPerfect, multinacional de servicios lingüísticos y soluciones tecnológicas, sentimos muchas voces escépticas que alertan sobre la posible desaparición de los estudios de idiomas como consecuencia de la irrupción de la inteligencia artificial en el ámbito lingüístico. Sin embargo, el cierto es que la inmersión cultural será más necesaria que nunca. A pesar de que las máquinas son capaces de romper barreras y hacen que ciertos procesos sean más accesibles para un gran número de personas, una lengua va más allá de poder entenderla o hablarla. Una lengua es un elemento fundamental de la cultura de un territorio, y a pesar de que la tecnología cada vez tiene un peso más relevante en el paisaje moderno, hay elementos de calidad que, hoy por hoy, las máquinas no tienen habilidad para replicar. Al menos, de momento.
Con este paradigma sobre la mesa, cualquier empresa tiene que ser capaz de analizar su situación y su compromiso con la tecnología y valorar la incorporación de elementos disruptius en el seno de su negocio. La tecnología evoluciona cada vez más rápido y las empresas no pueden darle la espalda. Y si lo hacen, corren el riesgo de quedarse obsoletas en un contexto donde las nuevas tecnologías resultan elementos clave e imprescindibles para marcar la diferencia y escalar hacia el éxito.