El IPC ha seguido subiendo más de lo que se preveía, arrastrado por el precio de los carburantes, la energía y los alimentos hasta el nivel más alto de los últimos 37 años. La inflación en España fue del 10,2% el mes de junio. Destaca la subida del transporte con una tasa interanual del 19,2% y de la luz, un 33% más cara que hace un año. En el conjunto de Europa, nos situamos 9,6% por encima respecto al mismo periodo de 2021. En Estados Unidos la situación no es muy diferente. Disparado el IPC también en enero de 2022 hasta el 7,5%, el mes de junio la inflación ha sido del 9,1%, también cinco décimas superior al mes anterior y con una inflación acumulada en el 2022 del 6,3%.
Son cifras relevantes que impactan directamente en las empresas y en la sociedad con reducción de márgenes y de competitividad y con pérdida de poder adquisitivo, respectivamente, en la medida que estos incrementos no se repercuten a los clientes y a los salarios. Con todo, el Banco de España calcula que el IPC cerrará el 2022 con una subida del 7,2% interanual y bajará al 2,6% en el 2023 y el 1,8% el 2024.
Algunas reglas del juego han cambiado durante la partida y es importante poder romper algunas de estas restricciones para recuperar margen de acción y de ventas
Hay que reaccionar a este contexto, a pesar de todas las constricciones que genera por su propia naturaleza. Los factores de competitividad de nuestra empresa y los diferentes actores de nuestra cadena de valor, desde los proveedores hasta los clientes, se han visto impactados por este aumento sostenido de precios. Algunas reglas del juego (las negociaciones, los plazos, las exigencias, las condiciones...) han cambiado durante la partida y es importante poder romper algunas de estas restricciones para recuperar margen de acción y de ventas. Hay que ir más allá, salir de la zona de seguridad y cambiar algo, introducir alguna novedad, para huir de mares rojos, donde la competencia es feroz y buscar nuevos mares azules lejos de los competidores. Y esto tiene un nombre y es la innovación. Innovar en productos, procesos productivos, servicios o modelos de negocio permite generar nuevos espacios en el mercado donde coger aire, donde diferenciarse escapando de entornos donde la competencia es voraz.
Es cierto que por mucho que innove una empresa, el precio de las materias primas o de la energía con la que fabrica sus productos seguirá disparado y este contexto seguirá impactando en sus actividades. Muchas de las dificultades y limitaciones de la situación actual perseverarán innovando o sin hacerlo. Pero a la vez es igual de cierto que las circunstancias que afectan nuestro sector son similares a las que afronta nuestra competencia. Y, en cierto modo, competir es correr más que los demás. Por lo tanto, innovar acontece más crucial e imperativo justamente ahora, cuando hacerlo también es más difícil.
Competir es correr más que los demás
Pero no es óptimo que las empresas innoven solas. Innovar es una pulsión que hay que tener a nivel estratégico local y regional y que implica a todos los actores del ecosistema innovador. No solo las empresas compiten entre ellas a escala global, en términos de innovación y tecnología, también compiten los países o las regiones. Invirtiendo en tecnologías clave que aceleran la competitividad de las empresas (fotónica, inteligencia artificial, materiales avanzados, micro/nano-electrónica, baterías, fabricación avanzada, biotecnología, etc.). Se trata de tecnologías que requieren inversiones relevantes y capital humano altamente cualificado y que aportan valor añadido y ventajas competitivas de forma transversal y sistèmica. Innovar disponiendo de estas capacidades lleva mucho más lejos y mucho más rápido.
Innovar al margen de estas competencias es menos consistente, tiene menos impacto y menos efecto multiplicador. A principios de febrero Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anunciaba que la UE movilizará 43.000 millones de euros del sector público y privado para fabricar en Europa el 20% mundial de chips (actualmente la cifra no llega al 10%). Son cifras que parecen imbatibles, ¿pero serán suficientes ante los 52.000 millones de dólares anunciados por Washington? Los fondos Next Generation definirán las experiencias y fortalezas de las regiones europeas en los próximos años y su identidad tecnológica. Decidirán sobre la soberanía tecnológica y concretarán la competitividad, la resiliencia y la prosperidad de la economía y la sociedad de los diferentes países y regiones. Construimos los pilares de la nuestra desde la estrategia tecnológica. Proyectémonos con visión de futuro y sentido de sistema. Hagamos la transformación con la empresa en el centro, la tecnología en la cabeza y la sociedad que queremos estar en el corazón, con un propósito último de prosperidad compartida y sostenibilidad. Cuando más difícil es y más crítico, más importante acontece.