Cuando hace tres años María José Rueda tuvo su hijo, la alegría quedó enturbiada para perder el trabajo. "Cobré el paro dos meses, pero veía que aquello no iba en ninguna parte", explica a VÍA Emprendida. Entonces decidió capitalizar el paro para lanzarse a crear su propio negocio. "La idea estaba de hacía tiempo, pero siempre pensaba que no tenía dinero para hacerlo y lo aplazaba". En el caso de Cristina Cabrera, abrir su propio centro de estética y masajes ha sido la manera de empezar a superar la amenaza de desahucio que sufría después de que cerrara el spa del gimnasio donde trabajaba. Ellas son sólo dos ejemplos de cómo emprende la gente normal. La que no habla de startups tecnológicas ni va de la mano de un business angel.
Las dos forman parte de la cincuentena de personas a quienes la Fundación Trinijove y la Obra Social La Caixa han ayudado a encontrar una salida profesional. Cada cual con sus propias circunstancias, todas ellas tenían en común disponer de una buena idea de negocio pero un difícil acceso a la financiación. "Cuando piensas a montar tu negocio te parece imposible. Si no tienes dinero y con la situación que tenía...", recuerda Cristina.
La salida del autoempleo
Cristina ha trabajado siempre en el campo de la estética y los masajes. "He pasado por varios gimnasios, pero cuando el último cerró el spa los clientes me siguieron y alquilé una habitación donde hacía los masajes", explica. Consciente que "tenía que avanzar", no dudó a dirigirse a la regidora del distrito, Carmen Andrés, que la puso en contacto con la Fundación Trinijove porque lo ayudaran a desarrollar su proyecto. "Tenía la amenaza de sufrir un desahucio, no podía ir al banco a pedir un crédito". Con el apoyo de Trinijove, finalmente pudo conseguir 6.000 euros de ASCA, que sumados a los 3.000 de la capitalización del paro le permitieron "hacer la obra y poder abrir".
"A veces las cosas pasan porque tienen que pasar", reflexiona María José. Cuando decidió capitalizar el paro para traer a la práctica su idea, al ZOCO le ofrecieron la dirección de varios lugares donde ir a pedir consejo y también acabó a Trinijove. " encontré una gente fantástica, con un trato muy personalizado que cuida todos los detalles. Miran tu caso y te ayudan a encontrar tu solución particular, es una asesoría personal", resume.
Analizar tus habilidades
La persona que ha asesorado a las dos es Susana Poblador, técnica de autoempleo de la Fundación Trinijove. "Primero trabajamos con la persona, vemos el perfil que tiene, la experiencia, si ha trabajado". Después, explica, "analizamos el proyecto que trae. Ver si saben donde se están metiendo, si tienen experiencia en el sector o si conocen gente".
En el caso de María José, el reto era conectar sus ramas de conocimiento. "Tengo formación en filología inglesa, mi tema eran los idiomas; pero hice una formación en coaching que me gustó mucho y me iluminé. Hacer estrategias de coaching en la enseñanza de idiomas", relata ella.
A la vez, también domina la psicoteràpia corporal. "Tenía las tres ramas: inglés, coaching y psicoteràpia. Con una amiga que es artista plástica hemos introducido elementos de creación o terapia con arte. Así pues, coaching, psicoteràpia y creación son los tres ámbitos de Wadaka Konnection", rememora.
"La experiencia es básica, pero también lo es seguir formándose. Puedes tener experiencia en el sector, pero no en la gestión", explica Poblador sobre este tipo de emprendeduría. "Emprender es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Tendrás que sudar y te lo tendrás que trabajar", deja claro.
Cristina tenía claro que la estética es un campo con recorrido, pero no acababa de ver como hacer un negocio viable. "Me hicieron ir a ver los centros de estética que había por la zona para analizar la competencia y me ayudaron a hacer el proyecto", explica sobre el apoyo recibido.
En su caso, ha contado con la habilidad de haber sabido fidelitzar clientes a lo largo de los años. "Cuando haces masajes es como ir al médico, la gente confía mucho en tú. A quien le gustaba como hacía los masajes me seguía si iba a trabajar en otro lugar", destaca. Con estos fieles abrió Cristinas Beauty Momentos, que este septiembre cumplirá dos años de vida. "Nunca he pensado en negativo y tenía claro que me iría bien. Fidelitzar la gente es complicado, pero con actitud se puede hacer", alienta.
La traba burocrática
"Analizar la idea a través de un plan de empresa es el que más los cuesta", confiesa Susana Poblador sobre la principal traba para los que se plantean el autoempleo. "Tienen muy claro que quieren vender fruta, por ejemplo, pero donde la comprarán y a qué margen la venderán y dónde... esta parte los cuesta más". Al fin y al cabo, saben que pueden hacerlo, pero no "como estructurarlo y presentarlo a las entidades que los pueden financiar". Su trabajo es ayudarlos a analizar que sea viable y después a ponerlo sobre el papel.
"Tienes que ver qué se te da bien, hacer un análisis personal para saber qué podrías hacer y si hay oportunidad de negocio", insiste Poblador. En este proceso, pues, puede ser que vengan con una idea y salgan con otra. "Quizás la idea es una, pero analizando la persona descubrimos que el que le podría funcionar es otra cosa. Los ayudamos a replantearse esta idea de base que traen", explica.
Por María José Rueda, "las dificultades no eran de contenidos, sino de tipo administrativo y todo el que está alrededor de la actividad. Me quería dedicar a hacer mi trabajo y me di cuenta que casi un 50% del trabajo es la parte administrativa".
A pesar de todos los obstáculos, ahora Cristina no cambiaría nada del camino recorrido. "Es mejor trabajar por un mismo, aunque sea esclavo, estás más tranquilo". Lo explica con la misma sonrisa y confianza con el que demuestra que la ambición no se tiene que perder nunca. "Cuando me vaya más bien quiero tener un local más grande".